domingo, 10 de agosto de 2014

Los buitres no pueden con el buen humor argentino

Ramón Ábalo

El buen humor de los argentinos -bueno, el de todo caminante bípedo- tiene que ser con las vivencias que le depara la cotidianeidad. Constituyen, esa cotidianeidad, desde que si durmió bien, si el desayuno estuvo a punto, si es laburante y tiene laburo, si lee diario o si las incorpora -las noticias- desde la tele, si es proleta de a pie, como yo, la espera de la esquina del bus. En fin, un cúmulo de circunstancias cotidianas, las que en conjunto armonicen para que el receptor se sienta con vigor y bienestar, deseoso de seguir viviendo. A contrapelo, iguales en cantidad los elementos existenciales que lo colocan en la vereda de enfrente, meditabundo, enjuto, mascullando contra este día y los que vendrán.

Precisamente esta duda existencial de los argentinos ("qué me depara el destino si....") estos días osciló entre el fantasma del default, los buitres de allá y de acá, el regreso de las vacaciones de invierno, las clases, el laburo. Y por el otro costado, Kicillof haciéndole "pito catalán" a los buitres del fondo de Griesa, a los tribunales de Nueva York, a la Suprema Corte yanqui y al premio nobel de la paz, Obama, el cazador de brujas y asesino de guerra. A los buitres nativos servidores de la Sociedad Rural, los monopolios, los bancos de afuera, la Nación y Clarín, la embajada yanqui en Baires.

No titubeó ese argentino de a pie, en cuanto vislumbró primero y racionalizó después, que lo que le depara el destino es lo actual y lo posible de un destino para nada desconocido. Es que el cuco del default se esfuma en su conciencia cuando descubrió que somos un país con realidades suficientes para una existencia en plenitud, donde las esperanzas y los anhelos son posibles concretar porque quienes administran el país, no reculan ante la embestida de toda clase de alimañas. El habitante, argentino o no, de este país, el que trabaja, el que estudia, el que produce superó hace tiempo el karma del terror organizado, institucional o privado. Que ese terror ya no cala en su conciencia y los días por venir serán como los que viene viviendo, con trabajo, con salario, obra social, salud, jubilación, el Pami, alimentación, vivienda, cultura, asignación universal por hijo, para estudiar, la vivienda y el auto propio. Y concluye en que lo que logra lo logra porque es la percepción de un derecho. No de un beneficio, menos de una dádiva.

El denominado argentino medio, el que tradicionalmente es referente del humor colectivo en determinados momentos de la vida institucional, concluye, por ejemplo, que la Argentina no le debe nada a nadie. Mejor dicho, que lo que debe lo está pagando, y por eso no declaró el default de su deuda que mantiene un buen porcentaje de acreedores bonistas contraída decenas de años atrás y totalmente ilegítima. El actual frente financiero, bursátil, económico y hasta jurídico, refleja la inexistencia de un acontecimiento que pueda denominarse cesación de pagos. El juez Griesa dice que la Argentina se "desacató", que no le lleva el apunte a sus cretinas e ilegítimas decisiones, y le opone la energía y la prepotencia de un pueblo que tiene conciencia de su soberanía.

Para los buitres y sus mentores como Griesa, se les puede venir el mundo encima, porque el gobierno argentino ha puesto en evidencia a quién beneficia llamar impago -lo dijo Kicillof- a lo que se pagó, elevó una denuncia que elaboró la Comisión Nacional de Valores, cuyo titular es Alejandro Vanoli, a su par de Nueva York, la SEC, detalla las operaciones con las que el fondo buitres provocó primero y se benefició después de la declaración de default de la deuda Argentina.

Este domingo, Día del Niño, desde comienzo de la semana se notó que los argentinos hemos recuperado el buen humor. Y no por nada, porque pude comprobar los negocios colmados para festejar a nuestros niños -en mi caso, nietos y biznietos- las mujeres y los hombres del mañana. Tuve la cierta sensación de generaciones que madurarán en un país justo, igualitario, generoso. Y ellas, ellos, por eso mismo, serán iguales.

La Quinta Pata

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