domingo, 14 de septiembre de 2014

Chile ´73: la puerta abierta

Ricardo Nasif*

Fue en Chile en los años ´70 cuando aparecieron las primeras señoras sacudiendo el fondo de las ollas, en contra del gobierno socialista de Salvador Allende. Fue en esos días que el conjunto Quilapayún cantaba: “La derecha tiene dos ollitas / una chiquita, otra grandecita / La chiquitita se la acaba de comprar / esa la usa tan sólo pa' golpear / La grandecita la tiene muy llenita / con pollos y papitas / asado y cazuelita”.

Las damas de clase media-alta, de la burguesía urbana, ponían sus tacos en las calles de Santiago -el territorio popular por antonomasia- para ejercer el libre derecho de la protesta, mostrando las ollitas vacías, abolladas por palos de amasar y cucharones.

Se oponían al gobierno encabezado por un médico militante quien, luego de veinte años de campaña y tras ser cuatro veces candidato a presidente, había alcanzado en 1970 el liderazgo político de su país.

De la mano de la Unidad Popular -una coalición de partidarios marxistas, socialdemócratas y cristianos- se materializó la primera experiencia histórica en América latina de un gobierno socialista con pretensiones revolucionarias que llegaba al poder por la vía de las urnas.

La Unidad Popular proponía:

• Promover la estabilidad en el empleo público.
• Controlar las rentas y patrimonios de los altos funcionarios públicos.
• Asegurar el derecho a la jubilación a todas las personas mayores de 60 años
• Igualdad en las asignaciones familiares
• Educación gratuita para todos los niños de la enseñanza básica.
• Profundización de la Reforma Agraria.
• Medicina gratuita en los hospitales.
• Ruptura con el Fondo Monetario Internacional.
• Sanciones drásticas al delito económico
• Trabajo para todos a partir de planes de obras públicas y viviendas, con la creación de nuevas industrias.

A poco tiempo de asumir, Allende dio pasos muy importantes en la Reforma Agraria, mediante la distribución de tierras y estatizó fábricas, empresas monopólicas, la banca, el salitre, el carbón, el acero y el cobre.

Desde esos mismos minutos la oposición fue encarnizada. La CIA norteamericana, que habían aportado sumas millonarias en la campaña electoral contra la Unidad Popular, asesinó con la complicidad de la derecha chilena al Gral. René Schneider, militar leal al sistema constitucional.

En diciembre de 1971 comenzaron a sonar las primeras cacerolas del odio satanizando al socialismo y acompañadas por la democracia cristiana, las trasnacionales y el monopolio comunicacional. Mientras tanto los EEUU y las potencias europeas boicoteaban el cobre chileno en el mercado internacional.

En septiembre de 1972, con el pretexto de la falta de repuestos de origen norteamericano, los empresarios del transporte pararon cerca de 70.000 camiones y miles de automóviles. La medida, que provocó el desabastecimiento de alimentos básicos y que tenía como claro propósito la caída de Allende, se vio frustrada por la resistencia de gran parte del pueblo que terminó desgastando el paro patronal.

Lo que la derecha no consiguió por la fuerza tampoco lo logró en las elecciones. La Unidad Popular ganó las legislativas de 1973 con el 44% de los votos, frustrándose así el intento de la oposición de alcanzar dos tercios del parlamento para destituir al médico presidente.

Sin embargo, tres meses después de la conformación del nuevo Congreso, las bombas de las fuerzas armadas chilenas impactaron sobre La Moneda, empujando al presidente Allende a terminar con su vida.

El resentimiento de los reaccionarios, el libre juego de los intereses norteamericanos articulados por la burguesía local y el pánico de los sectores más acomodados habían triunfado sobre el sueño de la revolución socialista democrática.

Septiembre de 1973. Santiago de Chile ensangrentada. Tanques de guerra la emprenden contra los ingresos de la Casa de Gobierno. Se abre la puerta al genocidio neoliberal en Sudamérica.

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