domingo, 14 de septiembre de 2014

La clase obrera va al paraíso (-III-)

Ramón Ábalo

El contenido de las notas anteriores suponen una pregunta que define el objetivo de nuestro discurso: ¿es posible que desde el sindicalismo, la clase trabajadora argentina -también el dilema sirve para el resto del sindicalismo mundial- en este sistema capitalista globalizado vaya en camino de ganar el paraíso mediante la lucha sindical? Pero antes nos permitimos una digresión con respecto a la represión de las épocas de una organización sindical, aunque incipiente, tenía un componente libertario casi excluyente. Hasta la llegada del peronismo, en que paulatinamente se trasforma, política e ideológicamente, en lo que también en Europa la vieja se repite en organizaciones mutantes hacia lo que fue -y sigue siendo- la socialdemocracia.

Antes de seguir, pero concomitante con la temática, nos referiremos a lo que significó la llamada Ley Cané, o sea la ley 4144 de 1902, aprobada por el Congreso nacional. Ella permitió al gobierno expulsar a inmigrantes sin juicio previo, para reprimir la organización de los trabajadores en sindicatos, los que de inmediato se pronunciaban por programáticas totalmente dispuestas a marcar la contradicción con la patronal como un desarrollo libertario de la lucha de clases. Se expulsaba principalmente a anarquistas y socialistas. Surgió a pedido de la UIA, en 1899, a raíz del cual el entonces senador Luis Cané presentó el proyecto de la dicha ley. Durante sus 56 años de vigencia se utilizaron diversos criterios de expulsión, pero fundamentalmente dirigidos contra los movimientos de resistencia de la clase obrera. Fue derogada en 1958, durante el gobierno de Frondizi.

Pero con leyes o sin ellas, los trabajadores de entonces eran duramente reprimidos, se implantaba sin tapujos el estado de sitio, se perseguía a la dirigencia y militancia de socialistas y anarquista, y se allanaban los locales de la FORA, (Federación Obrera de la República Argentina) una de las organizaciones predecesoras de la CGT, y se prohibía la edición de los periódicos partidarios, o sea La Vanguardia, del P. Socialista y La Protesta, del anarquismo. En plena era del primer irigoyenismo se produjo la matanza de obreros de la metalúrgica Krieger - Vasena conocida como la “Semana Trágica”, y después la de los ovejeros de la Patagonia, reprimidos impunemente por el Ejército.

El peronismo, gracias a esa alianza de clases, pudo cooptar a dirigentes radicales en lo político y socialistas en lo sindical. Ya con fuerte presencia en los sindicatos, el comunismo fue un duro enemigo del peronismo, pero después del triunfo de Perón y su elección como presidente de la República, el comunismo hizo un viraje y también se constituyó, partidaria y orgánicamente, en un aliado crítico. Vale señalar al respecto, que en Mendoza, en 1948, el comunismo llegó a tener cuatro diputados provinciales en las figuras de Marianetti, Ángel Bustelo, Federico García (médico) y el dirigente del gremio de la Construcción Agustín Viadana. Lo mismo ocurrió un año después, cuando las reformas a la Constitución, también con cuatro diputados constituyentes. Mientras tanto, y a partir de las políticas inclusivas en lo social, el peronismo convierte al sindicalismo en una organización política-economicista, que coopta a gran parte de la clase trabajadora con líderes como Espejo, en el principio de la CGT peronista también. Fue el mismo Perón que proclamó aquello de que la "los trabajadores eran la columna vertebral del movimiento", o sea del peronismo. Después del 55 vendrían los líderes como Vandor, que fundan -aunque ya era esencia de ese sindicalismo peronista: la ortodoxia transformada en "los burócratas", una historia que proseguiremos en una próxima y última nota.

Primera parte de la nota
Segunda parte de la nota

La Quinta Pata