domingo, 12 de octubre de 2014

Escribiendo

Rolando Lazarte

Creo que siempre vale la pena insistir en algo a lo cual le damos mucho valor. En este caso, me estoy refiriendo a lo que uno va consiguiendo de transformación personal a través del ejercicio de la lectura y de la escritura. Algo que me ha venido llamando poderosamente la atención, es que a través del escribir continuo, del escribir como una forma de vida, uno va, de hecho, dándole forma a su propia vida. Uno va haciendo el mundo en el que vive.

El mundo va perdiendo una cualidad de distante, ajeno, extraño o aún hostil, para pasar a ser algo propio, placentero, unificado, integrado. Ayer u hoy, no recuerdo bien, recientemente, al fin, me pasó de estar mirando unas nubes por la ventana, y sentir esa nube como algo familiar. No era familiar en el sentido de algo conocido o frecuente, sino en un sentido más íntimo.

Ya debo haber de algún modo incorporado varias partes del mundo externo, las cuales cuando las veo, ya no son en absoluto externas. Ya son mías, un mío grande, como cuando uno era chico (pero esta memoria no la tengo firme o cierta). Otra cosa que me llama la atención es que al escribir, y al recibir comentarios o impresiones sobre lo que escribo, también las personas van pasando a formar parte de mi mundo interno. Ya no están tan afuera, ya no tan lejos, o nada lejos, en absoluto.

Se van borrando las fronteras, siempre tan dolorosas, entre yo y los demás, entre yo y el mundo exterior. El mundo exterior y yo, el mundo interior y la gente, al final son barro de la misma hechura. Todo está hecho de trabajo, de manos, de intercambio, de construcción colectiva. En el diario vivir, también percibo aún otro resultado del quehacer de escritor, de la vida de lector, que están estrechamente entrelazadas. Escribir y leer son dos lados de una misma realidad.

Me refiero a que mis pensamientos y sentimeintos, mis acciones y reacciones, están como que contenidas en un universo simbólico y de significados, hecho tanto por mí, como por los escritores y escritoras que forman parte de mi mundo interno. De este modo, cuando estoy hablando con alguien, y siento lo que la persona está diciendo o la reacción que me viene (de decir o de pensar), como algo contenido en un universo más grande, hecho tanto por experiencias mías, como por las lecturas leídas. Creo que cada lector o lectora, cada escritor o escritora, podrán agregar muchas más experiencias a este breve inventario.

La Quinta Pata

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