domingo, 30 de noviembre de 2014

Dirigentes sindicales contra los trabajadores

Ramón Ábalo

Desde las 5 de la mañana hasta las 9, fue el paro del transporte automotor de pasajeros, el jueves pasado, juntamente con camioneros, taxis, y otros servicios del ramo. Pero, claro, el horario de paro fue precisamente en el horario pico o clave en que gran parte de los laburantes de todo tipo salen de sus hogares, esperan un ómnibus o trole para llegar a su trabajo. Es decir, los dirigentes como Moyano y sus seguidores, el paro lo hicieron contra los mismos trabajadores y no contra la patronal. O sí, contra el gobierno, para lo cual sacrificó a sus propios afiliados sindicales.

Pero claro, Moyano y sus secuaces en los otros gremios del transporte, se destacan por ser, fundamentalmente, empresarios del transporte, o sea patronales. Tampoco menguaron sus intereses crematísticos con la huelga que ellos decretaron. Preguntarse, de todos modos, por qué, los subalternos, es decir, los choferes acataron la decisión de parar. Como respuesta algunos podrían afirmar que son rehenes de una estructura que aparece como la contrafigura de la explotación. Es posible que ello contenga algún grado de realidad porque, es indudable, es una estructura -el sindicalismo- que es consecuencia de las largas, dolorosas y sangrientas luchas que devienen desde siempre en la historia del trabajo humano. No solamente fue esclavizado para ser explotado en su dimensión laboral, sino que fue considerado a ser una cosa, apenas una herramienta para el cultivo de la tierra. Aquel hombre de la gleba, que era un patrimonio del dueño de la tierra, es decir, era parte de ella. En momentos, ese explotador hasta fue el dueño y señor de la virginidad de las hijas. El derecho de pernada era ejercido por el dueño de la tierra en la noche misma del matrimonio.

Y cuando el explotado empezó a adquirir conciencia de que lo que aportaba como trabajo, sudor y lágrimas siempre, era de su pertenencia e identidad humana, parte de su esencialidad, su piel y sangre, pensamiento y sangre, espíritu y sangre, arriesgó lo que no se le podía enajenar: la rebeldía.

Hacemos un salto temporal, en Mendoza y en la Argentina toda, la clase obrera cultivó la rebeldía como esencialidad, incluso la devenida también de la liberación nacional. En 1813, tres años después de proclamada la revolución libertaría de Mayo, se legisla sobre aspectos sociales, como la libertad de vientre contra la esclavitud... Y qué fueron las montoneras sino la pelea popular por la tierra, para que fuera para quien la trabaja... Pero fue Caseros el quiebre, después Pavón, Mitre, Sarmiento, Alberdi hasta que el método fue Roca, el aniquilamiento del originario y la instalación de la oligarquía., el terrateniente, el Rémington y la cruz, y el segundo gran genocidio latinoamericano, argentino. Predecesora de los derechos del ciudadano/na y del trabajador/ra en esta parte del mundo, la Asamblea de aquel año 13, decretó:

- la libertad de vientre y de todos los esclavos que llegaran en adelante;
- eliminación de la mita y el yanaconazgo a los indios;
- prohibió el uso de instrumentos para atormentar a los reos o presuntos delincuentes;
- igualdad social: abolió todos los títulos que denotaran nobleza de sangre;
- abolió los escudos nobiliarios que pudieran establecer diferentes categorías sociales;
- los bienes hereditarios dejaron de ser patrimonio exclusivo del hijo mayor sino de todos;

Después de Caseros, después del 17 de octubre, también los Moyanos, los momo Venega, los arrionuevo. Y aquí y ayer, la Raquel y el Macho, el Calcagno, las patas del sindicalismo neoliberal y desestabilizador.

Sin revolución no hay liberación - sin clase obrera no hay revolución

El neoliberalismo pretendió borrar al sujeto de las transformaciones revolucionarias de los pueblos, cual es la clase obrera al decretar su exclusión social mediante la supresión de sus derechos laborales, o sea el salario, la salud, la educación. No lo ha logrado porque hay resistencia. No lo logrará porque la historia universal marca un rasgo permanente de la condición humana: el de la lucha por la libertad y como avanzada la lucha de clase. Esto se avizora en la Gran Patria Gran Latinoamericana, tal como se viene debatiendo y militando en espacios que la clase obrera va marcando el rumbo. Uno de ellos, el de la CTA, que recientemente fue a elecciones para elegir las conducciones nacional y provincial. Lo ha sido en un momento en que la derecha cierra filas en toda América Latina para restaurar el neoliberalismo. Por eso es fundamental la centralidad de movimiento obrero en el escenario político, movilizada y en la calle. Una central cada vez más clasista, combativa y mejor organizada participando del conflicto social. No hay revolución si los trabajadores no participan activamente en su conquista.

La Quinta Pata

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