domingo, 1 de febrero de 2015

La vida sigue, y el cristinismo también

Ramón Ábalo

Para la contra deshilachada y bullanguera, en el marco de su acendrada vocación neoliberal y antidemocrática, el enemigo principal es el Estado de Bienestar en su versión kirchnerista-cristinista-peronista-izquierdista-revolucionario en camino al Socialismo del Siglo XXI, el que proclamara entonces Hugo Chávez. Los ataca la fobia antipopular y antinacional con gestos, hechos y decires que se aproximan a la irracionalidad política pero que se enanca en la racionalidad ideológica de desplazar al gobierno sin esperar a octubre. La mascarada de la violencia implícita es el discurso de la defensa de la institucionalidad. Lo de Nisman, por ejemplo, y por la resonancia que lógicamente ha tenido, y tiene, para convertirlo en la herramienta que concretara el objetivo: golpe de Estado blando. El desarrollo histórico de las políticas destituyentes en nuestra Latinoamérica encuentra en estos tiempos de ira y de virajes ideológicos las posibilidades de aplastar al enemigo, al gobierno, a la Cristina, a los sectores populares que levantan las banderas de la soberanía política, económica y social -claro, desde el primer peronismo- hoy como nunca.

Lo que los enfurece más -por lo tanto, más peligrosos- es que las respuestas no se hacen esperar, las que devienen desde la cúpula de la Casa Rosada como de las mismas bases, que al interior del justicialismo se identifican ideológicamente en Unidos y Organizados: peronistas-camporistas, comunistas, humanistas, solidaridad e inclusión, y muchos más. Son respuestas contundentes de ese "enemigo" remiso a irse por la puerta trasera. Lo dijo aquella vez Kirchner: "No dejo los sueños ni las utopías en la puerta...". Lo dijo al momento de entrar a la Casa Rosada y ocupar el sillón de Rivadavia, dispuesto rescatar los valores de la soberanía popular y nacional como identidad de un proceso institucional con visión de internacionalismo latinoamericano. Consciente de tener que dar batallas políticas con una oposición identificada y dependiente del imperialismo yanqui, profundizó una alianza con los sectores del trabajo, la producción y promovió las políticas de derechos humanos hasta el nivel de reivindicar y poner en caja lo que los organismos levantaban como banderas inclaudicables: MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA, y prácticamente la Argentina volvió a ser aquello del Estado de Bienestar.

Es claro que el ex-fiscal Nisman, cuya muerte es aún dudosa, fue un elemento dependiente de los objetivos de las políticas desestabilizantes del capitalismo en versión imperialista y terrorista de los Estados Unidos. Era una pieza del conglomerado constituido por una oposición política y de clase que responde a lo peor de la esencia humana, esa porción que se expresó delirante de fobia en las exequias del fallecido Nisman. Y para esta especie, sobre llovido mojado: La Presidenta, en su clásica estrategia de dar batalla, el jueves abrió su alocución mediática -para colmo en cadena nacional- para anunciar en el primer lugar una enumeración detallada de decisiones del obrar institucional para beneficio de millones de argentinos, el aumento de las jubilaciones y pensiones, de un 18,20 por ciento, por lo que así el haber mínimo será de $ 3.821,73, y el medio $ 5.759. Sumado al aumento del mes de setiembre último, se llega a un aumento anual de un 38,61. La medida beneficia a 7,6 millones de jubilaciones y pensiones, la mayoría personas mayores de 60 años de edad, abuelas y abuelos. Cuando el nuevo plan de inclusión se complete, 9,9 de cada 10 personas en edad de jubilare estará cobrando. Y también anunció un arreglo con las provincias por deudas con la Nación, como asimismo la concreción de un acuerdo financiero con China para la construcción de dos represas en el Sur, además de la puesta en marcha de unidades ferroviarias de última generación, prosecución de las obras del aeropuerto Almirante Zar, de Trelew.

Ya se sabe, el capitalismo como sistema está en contradicción permanente e insoluble con el pueblo y su identidad nacional soberana. Y por ello la lucha de clases es una constante, porque, como decía nuestro amigo y camarada Lenin, LA LUCHA DE CLASES ES EL MOTOR DE LA HISTORIA.

La Quinta Pata

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