domingo, 22 de marzo de 2015

Profundizar la democracia igualitaria, solo posible con el socialismo libertario

Ramón Ábalo

En la Calle Larga y en la Media Luna, hace tiempo -algo más de medio siglo- y no tan lejos -aquí en Mendoza- la virilidad entre los vagos era tema cotidiano, que se demostraba con dichos y ademanes expresivamente gráficos: "...Negro, si te gusta la mina... si estás metido hasta las verijas, te la tenés que robar porque el gringo -el padre- tiene un bufoso listo para cagar a cualquier macho que se le acerque…" Y el Paco Revuelta un muchacho laburante con ascendencia identidaria comunista, le agregaba: "...eso...eso... la Romilda es como una mina de oro para Don Pepe... para lograrla hay que hacer lo que dice Don Mirón... a los que acaparan la guita... llegado el momento hay que afanársela... ojo! si somos revolucionarios tenemos que decir, que se la apropiamos..."

Y esto viene a cuento porque tras las elecciones, ésta para intendentes, gobernadores, presidentes y toda una retahíla de senadores, diputados y concejales, nos corroe una duda cruel: si gana el cristinismo, lo seguro es que se van a profundizar las políticas nacionales y populares, lo que va a profundizar, paralelamente, es la fobia de la contra deshilachada a niveles más que destituyentes. Imaginemos a lo que llegará esa fobia si, además, las exigencias populares apuntan a destruir los rezagos del fascismo ideológico enquistado en la corporación judicial. Y ello debe ser parte de la gobernabilidad, de la agenda de la segura continuidad -en meses más- del cristinismo. Un proceso que vaya destruyendo los elementos que en el sistema capitalista, en su esencia, es totalmente represivo, responde a la profundización democrática con la violencia. Y parte de esa estructura ideológica no son solamente las llamadas fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad. Por encima de ellas, en el marco de la lucha por el poder del Estado, son las leyes, administradas por la subjetividad de clase de la judicatura, el llamado poder judicial, los juzgados, las cámaras, los tribunales, los jueces, los fiscales, los camaristas, los secretarios/rias. En concreto la familia judicial, algo parecido a lo que gobernaba en esta provincia, desde la constitucionalidad hasta la década infame, o sea el poder político oligárquico al que se le llamaba "oligarquía de familia", apuntalado así por el real poder del continuismo sanguíneo en la totalidad de los pliegues del Estado burgués.

En octubre se define buena parte de la contradicción fundamental de la etapa política en América Latina: entre la profundización de los cambios que encabezan los gobiernos populares o la restauración conservadora-imperialista. Ante esto resulta indispensable que en nuestro país el gobierno, en continuidad con políticas nacionales y populares, tome acciones verdaderamente transformadoras, medidas que serán posibles si se cuenta con un amplio respaldo popular organizado. La construcción de una fuerte autonomía del movimiento social y político sólo podrá ser si se constituye el sujeto de los cambios de fondo, o sea el bloque popular, que puede hacer irreversibles las conquistas logradas e ir por más, bregando incluso por una nueva Constitución emancipadora, como en Venezuela, Bolivia y Ecuador. En definitiva, el SOCIALISMO LIBERTARIO de este siglo.

La Quinta Pata

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