domingo, 12 de abril de 2015

La aristocracia del trabajo no quiere pagar

Luis Real*

Hay que señalar que no sería posible la sobrevivencia de una sociedad -de un pueblo- si el Estado, o sea el gobierno que lo representa, no contara con una herramienta vital para la realización de las obras que se le exigen, que es lo que recauda mediante el cobro de impuestos, la mayoría de ellos por los servicios que ese gobierno tiene el deber de prestar. Al respecto, están también los llamados impuestos indirectos, que son los que gravan a los artículos de primera necesidad como los comestibles, medicamentos, gas, luz, etc. Estos se vuelven más equitativos cuando se cobran a partir de un determinado consumo.

Y tenemos los impuestos directos que son los que gravan a las propiedades y las rentas de las personas. Estos impuestos son algo más que equitativos debido a que normalmente gravan a los que más ganan o más tienen. Al afirmar que a los impuestos hay que pagarlos, también importa cómo se administran, en qué se gastan, o mejor dicho, en qué se invierten, y eso depende de los gobiernos. Los gobiernos progresistas y populares lo administran a favor de los más desfavorecidos y de la sociedad en su conjunto. Lo contrario, los de derecha lo hacen a favor de los que más tienen, que son los más pocos.

El llamado impuesto a las ganancias, se aplica en todo el mundo, de una u otra forma. Quiero resumir cómo se aplica en España y cómo se paga este impuesto allí, que lo tiene que cumplir todo aquel que tiene una NOMINA, o sea un bono de sueldo. Se le descuenta el I.R.P.F, que son las siglas de "impuesto a la renta de las personas físicas" y lo paga todo asalariado, y ya viene en la nómina. Pero el que demuestra, por ejemplo, que tiene hijos a su cargo o paga hipoteca o alquiler de la vivienda, se le cobra menos. Este impuesto es progresivo y, como digo, grava a todo asalariado, o sea que estamos hablando que lo paga el que tiene el salario mínimo o el máximo. Al principio del año siguiente se hace lo que se llama la declaración de la renta y si demuestra que los gastos por hijos, hipoteca, etc. exceden los que se llaman LOS BAREMOS que haya determinado el gobierno, te devuelven lo que hayas aportado el año anterior, todo o una parte, según el caso. Pero si no llegas a cubrir los BAREMOS, hay una serie de normas y circunstancias que tiene en cuenta el gobierno para gravarte más o devolverte lo que se estima que te corresponde. Como ser, en caso de un matrimonio en que trabajan los dos, las desgravaciones son sobre un solo sueldo.

En el caso de los autónomos o monotributistas, pagan el 25% de lo facturado después de haber deducido los gastos de insumos propios de la actividad. Un ejemplo: si un plomero factura 12.000 euros, más IVA, por trimestre, que es lo que es más o menos lo que se factura, y tiene gastos por 4.000 euros en materiales, debe pagar el 25% de 8.000, o sea 2.000 euros por el trimestre más todo el IVA que haya facturado, que es el 21%, deduciendo el que haya soportado al comprar los materiales.

En comparación, en el caso de Argentina, lo pagan a partir de un determinado sueldo, y no todos los asalariados. Y no todos los monotributistas, o sea la inmensa mayoría, no paga y hay que señalar que la forma de redistribución es mucho más equitativa, llámese salario universal por hijo, educación gratuita, y diferentes planes de integración social que todos conocen.

Hay que haber perdido una de las grandes condiciones humanas, como es la solidaridad de clase, para no estar de acuerdo con esto.

En nuestro país históricamente quien más se ha opuesto al pago de este impuesto ha sido la rancia oligarquía terrateniente, fielmente representada por la Sociedad Rural y desgraciadamente hoy se le ha unido una parte de la aristocracia obrera y de la burocracia sindical.

Que a este impuesto haya que regularlo mejor, es harina de otro costal. Pero otra cosa es negarse a pagar, que es negarse a la SOLIDARIDAD DE CLASE, que es una de las más nobles tradiciones de la clase trabajadora argentina.

*El autor es un argentino, obrero, que tuvo que optar por el exilio económico en los años de la imposición del más crudo liberalismo de los 80/90. Entonces se radicó en España.

La Quinta Pata

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