viernes, 29 de febrero de 2008

Año 1 Nro. 7 - El virus de la crisis ataca la economía de Estados Unidos

Para tener una dimensión exacta de esta crisis es importante tener en cuenta qué es lo que esta en juego realmente hoy. Y estamos refiriéndonos nada más y nada menos que al papel del dólar billete en las tres funciones que cumple el dinero. Es decir como unidad de cuenta, como medio de intercambio (la inutilidad del dólar en ambas resulta evidente debido a continuas devaluaciones y su inestabilidad como medidor de precios internacionales) y fundamentalmente como reserva de valor.

Mediáticamente la crisis financiera que se desató en Estados Unidos tuvo su inicio a mediados del 2007. Un banco que tenía activos respaldados por hipotecas inmobiliarias de alto riesgo de Estados Unidos quedó insolvente. Pero esto fue la punta del iceberg que con el correr de los meses se fue extendiendo a todo el sistema financiero. Entonces fue innegable sincerar el análisis de lo evidente y así salieron a la luz las verdaderas causas de lo sucedido.
Leer todo el artículo - CerrarLa conservación del papel del dólar como moneda de reserva mundial, o sea como forma de atesorar riquezas ha sido el pilar principal de la economía estadounidense a lo largo de estas décadas, incluso por encima de la inmensa superioridad militar del gigante del norte en relación al resto del mundo. Recordemos que sus gastos en defensa para el presente año superan a la suma combinada de los presupuestos militares del resto de los países del globo.

Pero para tener una mejor comprensión del real alcance que puede tener esta crisis que sin dudas es estructural y no coyuntural, es necesario remontarse a los comienzos del actual sistema monetario mundial.

El Acuerdo de Bretton Woods alcanzado al término de la Segunda Guerra Mundial consistió no sólo en la creación de los grandes Organismos Multilaterales de Crédito como el FMI y el BM sino que también sentaron las bases del Patrón Oro. Este acuerdo benefició excepcionalmente el papel del dólar de Estados Unidos como la moneda de reserva mundial. El valor de las divisas de los países miembros del FMI debían ser fijadas en relación con el valor del dólar. Por su parte, Estados Unidos asumía el compromiso de no emitir excesivamente y se obligaba a entregar oro a cambio de sus dólares tanto a gobiernos como a Bancos Centrales extranjeros que lo solicitasen. De esta forma cuando los países europeos tenían excedentes comerciales, estos eran colocados en dólares y no en oro porque podían ganar una tasa de interés y porque los dólares podían ser siempre reconvertidos en oro.

Bajo la presidencia de Lyndon Johnson los astronómicos costes de la guerra de Vietnam elevaron el déficit presupuestario a niveles récord. El dólar se volvió vulnerable a una corrida sobre el oro y entonces fue necesario tomar medidas de fondo para no perder el lugar hegemónico de la divisa norteamericana en la escena mundial. Se manipularon las estadísticas económicas como de hecho se hace hasta el día de hoy (cualquier parecido con nuestro país es pura coincidencia). Los principales indicadores económicos como la tasa de desempleo, la inflación, hasta el PIB norteamericano fueron retocados a fin de ocultar la crisis en ciernes.

Sin embargo en 1971 las reservas de oro monetario habían caído a un nivel alarmante debido al aumento constante del déficit en el comercio exterior. La reserva federal de Estados Unidos ya no estaba en condiciones de garantizar (respaldar) con oro la creciente cantidad de dólares emitidos. Entonces quedó claro que tener el monopolio de la máquina de hacer dinero ya no implicaba salir indemne de cualquier coyuntura. Norteamérica no podía darse el lujo de perder más reservas en oro si no quería perder el papel del dólar como la moneda de reserva mundial. De esta forma Nixon decretó el fin del Patrón Oro suspendiendo la convertibilidad del dólar en oro.

A partir de ese momento comienza a jugar un papel primordial la influencia de la órbita militar sobre el resto de los sectores, entre estos el de las finanzas. Habiendo perdido Estados Unidos a partir de los 70´ su papel de acreedor y ya como creciente deudor neto del resto del mundo debido a abultados déficits en sus cuentas, entendió que la única forma de conservar su poder imperial era reforzando su papel de gendarme mundial. De esta manera presionó al resto de los países para que con sus excedentes comerciales en dólares compraran bonos del tesoro norteamericano si no querían quedar fuera de su paraguas atómico, esto por supuesto en el contexto de la Guerra Fría.

La crisis del petróleo de 1973 y la presión de Estados Unidos sobre OPEC para realizar transacciones exclusivamente en dólares en el mercado petrolero salvó una vez más al dólar de perder su papel central en las finanzas y comercio internacional.
Luego, Alan Greenspan a cargo de la Reserva Federal, fue quien durante casi 20 años jugó un papel decisivo en alcanzar una amplia desregulación del sistema financiero norteamericano. La titularización de las hipotecas de alto riesgo, hoy en el tapete, fue una de sus herencias.

Con el visto bueno del gobierno y la Reserva Federal, el sistema financiero fue desarrollando una capacidad asombrosa en términos de ingeniería financiera para, a través de sus Bancos Privados y Fondos de Inversión, alcanzar crecientes beneficios en operaciones especulativas de muy alto riesgo. La falta de controles en el manejo de estos flujos financieros no hizo otra cosa que exacerbar una burbuja tanto financiera como inmobiliaria que se ha vuelto insostenible en el tiempo. Esta insostenibilidad se deriva de una ecuación básica: no se puede hacer dinero del dinero eternamente si detrás de estas operaciones no hay en definitiva una actividad productiva que la respalde. Entonces en determinado momento estas operaciones ficticias hacen explotar la burbuja. Y es allí cuando el peligro arrecia ya que la crisis se traslada indefectiblemente al resto de la economía. Bancos y Fondos de Inversión quiebran o simplemente retiran sus fondos a la espera de que pase el temporal.
Actualmente los números hablan por si solo de la alarmante inestabilidad del sistema financiero estadounidense y las desastrosas consecuencias que podría tener en el resto del mundo. La cuenta corriente mide el superávit comercial neto o déficit de un país, más los pagos internacionales de intereses, royalties, dividendos, capital de ganancias, etc. Su déficit de cuenta corriente en 2006 fue de 800.000 millones de dólares, 8 veces más deficitario que España quien le sigue en este listado. Desde que George W. Bush llegó al poder, la deuda se ha incrementado en casi un 50%, explicada principalmente por los gastos militares. Esto resulta insostenible en el tiempo.
Es un hecho que el dólar está perdiendo sus cualidades para cumplir las funciones arriba mencionadas. La Unidad Monetaria Asiática, la reconversión de las reservas de los países árabes en euros y su comercio de petróleo en una canasta de monedas, el intercambio de bienes y servicios dentro del MERCOSUR que comienza a hacerse en las monedas de sus países, son todos signos de un mismo horizonte: el abandono del dólar como divisa mundial por excelencia y una tendencia general a una regionalización financiera. Así se está produciendo un cambio radical en las monedas en las que se guardan las reservas internacionales, con un dólar perdiendo terreno en forma acelerada a manos de otras monedas, principalmente el euro.
La razón principal se deriva de lo anteriormente dicho: el valor del dólar ha caído como fruto del inmenso déficit estadounidense y la pérdida de confianza en la solidez de su economía. Para entender la pérdida de confianza en el dólar basta analizar el precio del oro que desde enero del año 2003 a la fecha ha casi triplicado su valor.

Será entonces necesario prepararse para las consecuencias que traerá una recesión que afectará indudablemente al resto de los países y una creciente debilidad del dólar. Por razones estructurales éste, más temprano que tarde abandonará su lugar como divisa de referencia mundial. Y así, la autonomización regional llegará también a las finanzas con el surgimiento de fuertes monedas regionales. Es en este sentido donde el MERCOSUR debe consolidarse como bloque económico con la fortaleza suficiente para defender una moneda propia y un sistema financiero que responda a los intereses de la región y no a compañías Multinacionales del primer mundo. El Banco del Sur puede ser el punta pie inicial en un proyecto para dar el nacimiento definitivo a lo que Bolívar llamó La Patria Grande.

Sergio Papi - Asesor económico de APyME Mendoza

La Quinta Pata

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