viernes, 29 de febrero de 2008

Año 1 Nro. 7 - Relaciones peligrosas

Cristina recibió al embajador yanqui con lo que, según se dice, se van a recomponer las “tirantes relaciones” que se tenían. Todo es posible en la dimensión conocida, o sea, una amistad con la que uno da y el otro se lo lleva.


Es posible que sea un acto simplemente protocolar, simbólico, de esos para la galería. Pero no tanto, porque el imperio no juega a la semiótica de los tiempos, ni le apetecen solo los buenos gestos, menos ahora que en los vientos le traen resonancias o hecatombes, o al menos, pesadillas. Y con nuestro país añoran las “relaciones carnales” del menemismo, el de la imposición del neoliberalismo a rajatablas. La realidad le es muy otra – al imperio – cuando desde Latinoamérica, la “del patio trasero”, es decir, su última gran reserva para sus políticas de latrocinio, las señales también son rojas, el color de la rebeldía.
Leer todo el artículo - CerrarEspecíficamente se rompió con esas “relaciones carnales”, lo mismo con el consenso de Washington, cierta firmeza en la política exterior, del brazo de Venezuela, Bolivia, Ecuador y el resto de los países que se esfuerzan en romper con la decadencia neocolonial de las potencias hegemónicas. La firme disposición a no dejarse chantajear por el episodio de la “valija” y denunciar la actividad de los servicios norteamericanos, sin declinar el camino por un remedo de “tercera vía”, algo así como aquel peronismo de la tercera posición que finalmente llega a convertirse en una pata de los enemigos de la Nación y de sus sectores nacionales y populares. De todos modos, no es poca cosa, cuando de lo que se trata es de esforzarse por la debida liberación política y económica. No nos olvidamos del papel que se jugó en la tarea humanitaria por los prisioneros de las FARC, dejando malparado al cipayo de Uribe y el fortalecimiento de la Venezuela bolivariana. Sin embargo, lo que se califica como recomposición de las relaciones con los yanquis puede tener sus bemoles en el tejido de las relaciones exteriores con los países de la región, en cuanto las aproximaciones hacia un costado es el alejamiento para con el otro. Así, por ejemplo, mientras se agudizaban las tensiones con el imperio, se multiplicaban los guiños amorosos con Venezuela, Ecuador y Bolivia. Sería tremendamente peligroso que el péndulo encuentre, ahora, el campo fértil en el del enemigo.

Representación de la burguesía
No se trata de exaltar al gobierno kirchnerista, ni desconocer su condición de representante de la burguesía local, la que se esfuerza por autocalificarse de nacional.

Sino de reconocer hechos que han cambiado notoriamente el simbolismo de la década del 90, de entrega del patrimonio nacional, cuyos responsables orillan la calificación de traidores a la patria.

Volviendo a lo que significa el imperialismo para nuestros países, es decir penetración política, económica y cultural, con aliados al interior muy fuertes, asoma una derecha con cierto ímpetu y que obtuvo un territorio importante, como lo es la ciudad de Buenos Aires por Macri y su partido PRO, lo que le da pie para intentar, por fin, lograr una fuerza hegemónica y orgánica con perspectiva a futuro. Debe ser la Argentina uno de los pocos países donde la derecha, políticamente, no tiene una estructura que la proyecte en el tiempo. Los intentos de Alzogaray y otros, como la Nueva Fuerza por ejemplo, naufragaron. Claro, se expresa fuertemente en los sectores hegemónicos de la economía y finanzas, el de los monopolios y las inversiones especulativas; los que tienen las facultades de lobby en su más alto nivel de seducción por medio de la más cruda y descarada práctica de corrupción. Y este es el gran peligro, porque son las fuerzas de la desestabilización, de las acciones antidemocráticas, que abren el camino para el derrumbe de la representatividad republicana. A esto de la derecha debemos agregar desde la dialéctica, la derechización del peronismo, el que se identifica en el justicialismo y en el sindicalismo burocrático. Siempre el peronismo asumió el discurso de la defensa de los intereses de los trabajadores, de los pequeños y medianos productores, e incluso impulsó la composición de una fuerte burguesía nacional, pero lo fue, muy moderadamente la primera etapa del 43 al 52. Después vendría la descomposición de ese discurso con, incluso, etapas políticas antipopulares y antinacionales e impulsos mafiosos, que viene a ser, en definitiva, la esencia del justicialismo.

Algo es algo, pero…
Se nota una recuperación y el crecimiento del trabajo, como también del salario, aunque solamente para ciertos sectores, pero se mantiene un alto porcentaje de trabajo en negro, alrededor de un 45%, como también la precariedad del mismo. Los llamados planes para jefas y jefes, que se mantienen, son anémicos y tienen, más que nada, un alto porcentaje de clientelismo electoral.

Además, los indicadores de pobreza, que también han disminuido, lo que queda, unos 10 millones de pobres y unos 3 millones de indigentes, no se condicen con el crecimiento del PBI, lo que significa que se mantiene una injusta distribución de la riqueza. No se tocan los intereses de las privatizadas ni asoman medidas o disposiciones que den una señal de una necesaria recuperación. Tampoco se reforma el sistema fiscal, con lo que el que gana más sigue pagando como el que gana menos.

En este plano de las políticas oficiales lo que queda claro es que el kirchnerismo es una etapa del capitalismo nativo instalado para asegurar la gobernabilidad en un momento en que viene padeciendo, universalmente, sacudones cada vez más profundos, que lo llevan, sin metáforas, a una crisis estructural, lo que no quiere decir que vaya a se su fin en días más.

Ni vanguardismo ni autoflagelación
Pese a la continuidad de la matriz distributiva propia del neoliberalismo sería hasta torpe y necio políticamente, no mirara este nuevo momento donde aparecen elementos ciertos de recuperación socio-económica, y que impactan con razón y fuerza, en la conciencia de importantes sectores y organizaciones populares. El pueblo está de buen humor, no obstante algunas dificultades colectivas, como el problema energético, real pero al mismo tiempo potenciado por la derecha y sus medios comunicacionales masivos, la mayoría defensores de los intereses antinacionales.

Por eso, la representación política de los auténticos sectores populares, no está en una autopostulación vanguardista, con una pretendida pureza ideológica cuando se considera que “solamente la clase obrera” debe ser la protagonista de los cambios profundos – revolucionarios – para la transformación de la realidad, actitud que se aproxima al maniqueísmo del pensamiento único.

Como contrapartida, están los que interpretan los resultados electorales como la imposibilidad de romper el cerco del capitalismo imperialista y sus representaciones políticas nativas. En gran parte son los que devienen de la militancia en partidos o movimientos o estructuras que aparecen con un ropaje progresista, o el seguidismo a figuras que aparecen también con ese perfil. En su momento el Partido Intransigente (PI) con Oscar Alende, el radicalismo alfonsinista, el FREPASO con el Chacho, el mismo delarruismo, y cuantos más, con cuales y con quienes creían que iban a alcanzar el cielo con las manos. Más que las derrotas fue la decepción política e ideológica las que los han sumido en el escepticismo como una autoflagelación por sus errores.

El momento exige a los sectores populares insertos en las opciones auténticas o de real alternativa al sistema capitalista e imperialista a una militancia compleja que exige, a su vez, firmeza estratégica y amplitud. Que requiere de construcción a mediano y largo plazo, pero también de eficiencia y planificación. Que exige razonamiento dialéctico y, por lo tanto, desprovisto de todo tipo de dogmatismo y visión cerrada de la realidad.

Ramón Ábalo

Cristina en Mendoza en medio de una borrasca de derechos humanos

Al gobernador Jaque no le ha quedado, con la presencia de la presidenta de la Nación en Mendoza nada para festejar. En todo caso, las clásicas fotos. Y ello es así, porque en las alforjas de la ilustre visitante no vino nada de peso. Para peor, ésta se encontró en un remolino de protestas y demandas por parte de los organismos de derechos humanos que ya han trascendido las fronteras locales. Las que pudo palpar personalmente cuando las protestas subieron desde la misma concentración que enmarcó su presencia, muy breve por cierto, en la bodega anfitriona. Sin embargo, a los organismos, en un inmediato balance les ha parecido positivo que Cristina en un momento tuvo un acercamiento en el que manifestó que el reclamo va a tener solución. Ello sería algo así como que los días de Carlos Rico están contados. Por otro lado, el optimismo se basaría, también en que este caso, está en un nivel de una profunda contradicción entre la Nación y la Provincia.


La Quinta Pata

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