domingo, 27 de abril de 2008

Noticias- Cultura: Se presentó novela de Sonnia De Monte

Sonnia De Monte

La reconocida dramaturga mendocina Sonnia De Monte acaba de publicar ...y dáselo al fuego, la novela es una especie de road book en el que hace un exquisito viaje al pueblo de su infancia: Bowen.


Acabo la entrevista y ya no me caben dudas: a Bowen se lo puede buscar y hallar en dos sitios. Uno es el mapa de General Alvear. Otro, el corazón de Sonnia de Monte.

Es Bowen, ese pueblo de mis tíos Olga y Antonio, el que se alza como una referencia ineludible de …y dáselo al fuego, la novela que esta escritora mendocina acaba de editar y presentar ante los suyos, el viernes pasado en Mendoza.

En ese libro (algo así como una road movie o, estrictamente, un road book) una mujer viaja hacia ese sitio que, sin nombrarlo, reconocemos. Pero en el camino, claro, va encontrándose de lleno con algo más: los recuerdos que se despliegan ante ella como la ruta tendida bajo las ruedas del auto.

…y dáselo al fuego es la segunda novela que De Monte publica, pero la primera que escribió. La escritora (nacida en Alvear en 1958) dice que “novelista” es el mote que mejor le cuaja, y sin embargo, a más de uno esta publicación puede sorprenderle: ¿no es acaso Sonnia la dramaturga más prolífica y representada de la última década en Mendoza?
Leer todo el artículo - Cerrar–Sos actriz y licenciada en Arte Dramático. Aunque decís que sos sobre todo narradora, uno podría pensar que tus obras de teatro son lo usual y una novela la excepción…
–Sí, es cierto. Lo que sucede es que la escritura de teatro se dio por mi gusto por la actuación. Y porque el teatro me ha contenido, allí escribo acompañada por actores y directores. La escritura de la novela es una escritura de soledad. Pero a mí me apasiona la novela, y no es fácil escribir una. A mí, seguro, se me interponen recursos de la dramaturgia y del cine. No por nada creo que, por ejemplo, …y dáselo al fuego es una novela perfectamente adaptable a un guión de cine. Pero, en fin, soy dramaturga porque me apasiona el teatro. Tengo facilidad para escribir diálogos, tal vez por el “entrenamiento” en mi pueblo, me encanta escuchar lo que habla entre sí la gente, en el micro, en la calle. Porque tengo una marca lírica pero siempre me pongo como desafío traducir en mis obras el lenguaje cotidiano.

–¿Cómo aparece y qué cuenta …y dáselo al fuego?
–Parte de un viaje. Yo volvía en micro desde Buenos Aires, por la ruta 188, y de pronto advertí que “venían” a mí imágenes de mi pueblo, Bowen. Ése fue el disparador. Me pregunté qué pasaría si alguien proveniente de un pueblo así, pero convertida en una persona urbana, se viera de pronto invadida por los recuerdos de su lugar de origen. Así que el libro propone un viaje, en el que una mujer, a medida que avanza, va reconstruyendo su pueblo. Y en la novela, aunque no es el punto central, aparece el tema de la dictadura.

–Una dictadura que parece haberse ensañado con Bowen, ¿no?
–Es un lugar que tuvo una cantidad de detenidos-desaparecidos muy grande en proporción a su cantidad de habitantes. Bowen ha sido un lugar muy particular. A pesar de ser un pueblo pequeño, había allí una enorme ebullición cultural. Tenía una gran biblioteca popular, que por distintas razones terminaría al cuidado de mi padre en la época de los militares. Tenía teatro, cine, lecturas. Y con el proceso militar fue muy golpeado, allí se logró lamentablemente el objetivo a la perfección. Hoy Bowen es un lugar muy tranqui, hermoso, pero ese lujo cultural se ha perdido.

–Esta cuestión ha sido referencia constante en tus obras de teatro…
–Sí, pero no excluyente. Mi postura ideológica no es obligatoria en mis obras, no es que esté signada por el tema. Yo tengo obras casi esteticistas, como Mares de luna, aunque puedan aparecer en ellas temas también urticantes, como la problemática de la condición femenina en nuestra sociedad.

–Me dijiste que te apasionaban las novelas y que te sentís antes que nada, novelista. ¿Por qué aparecen recién ahora estos libros?
–Por algo muy simple. Ahora puedo escribir en una computadora, que antes no tenía. Si antes no había escrito novelas era por esto. Podía escribir obras de teatro en papel, pero no algo así tan extenso. Por eso idolatro a tipos como Cervantes, que escribieron todo a mano… Aunque, claro, los tiempos han cambiado.

–La prologuista de este libro es Liliana Bodoc, otra gran narradora mendocina. Ella decía hace poco que a pesar de nombres como el de Antonio Di Benedetto, Mendoza seguía siendo escasa en cuanto a narradores y era, como es común decirlo, más bien “tierra de poetas”. ¿Coincidís con eso?
–Que haya pocos narradores quizá tiene que ver con que hubo figuras enormes, como Tejada Gómez, Fernando Lorenzo o Ramponi, y esto le dio gran relevancia a nuestra poesía. Incluso, el Nuevo Cancionero Cuyano pudo tener que ver, porque demostró que la poesía, o las letras de canciones, eran un instrumento útil. Pero si uno mira, por ejemplo, las novelas de los mismos Fernando Lorenzo o Tejada Gómez (en España es más conocido por su novela que por su poesía), y ni hablar de Iverna Codina o de Di Benedetto, se da cuenta de la gran narrativa que tenemos en Mendoza.

Fuente: Fernando Toledo, “Escenario” Diario Uno

La Quinta Pata

1 comentario :

Anónimo dijo...

He tenido la suerte y el placer de leer la novela de Sonnia De Monte. No puedo menos que destacar la profundidad de los sentimientos, el compromiso inalterable y el magistral manejo del idioma de la autora. Espeeramos, mis amigos y yo, mas obras suyas. BEATRIZ

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