Personalidades vinculadas a la cultura, la educación, el periodismo y las ciencias expresaron un decidido respaldo al Ejecutivo. Fue en el marco del lanzamiento de un espacio de debate y reflexión en torno al preocupante clima político que se ha instalado en la Argentina, a raíz del lock out patronal del sector agrario.
Del lanzamiento del espacio, presentado este martes en la librería Ghandi, participaron personalidades de distintos ámbitos, entre ellos, el filósofo José Pablo Feinmann; la actriz, Cristina Banegas; el periodista Horacio Verbitsky y el actor y diputado nacional, Claudio Morgado.
También estuvieron Ricardo Forster, Federico Schuster, Oscar Baradel, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, Eduardo Jozami, entre otros.
Durante el lanzamiento del grupo de personalidades autoconvocadas, que ya viene realizando encuentros todos los sábados en la Biblioteca Nacional se dio lectura a la Carta Abierta presentada días atrás que lleva la firma de 750 profesionales de la educación, el periodismo, las ciencias, el cine, las artes y la literatura, entre otras disciplinas.
Horacio González dijo que este tipo de reuniones con el volumen de las firmas y la calidad de los firmantes revela que es un espacio de discusión que llama a todos los comprometidos con las últimas décadas con el drama político nacional. "No es un polo partidario no lo induce el gobierno es un grupo textual que busca incidir en la opinión colectiva del mundo cultural.
Leer todo el artículo - CerrarPor su parte, José Pablo Feinmann dijo que ”lo que está molestando al establishment es la política de derechos del gobierno nacional; esto es una excusa para tratar debilitarlo y condicionarlo", afirmó al participar de la presentación del espacio de intelectuales que apoyan al gobierno nacional.
El filósofo y escritor atribuyó el lock out patronal del campo a que al establishment le molesta la política de derechos humanos del gobierno nacional.
En tanto, el periodista Horacio Verbitsky opinó que la reunión se trata de un grupo de intelectuales, artistas buscando dar respuesta a una situación inaceptable de cuestionamiento a las medidas tomadas por un gobierno recién elegido por los argentinos.
Medidas que fueron propuestas durante la campaña electoral y votadas por el pueblo argentino y frente al cual hay una repuesta autoritaria con la intención de cercar con hambre a las ciudades argentinas y imponer con una pueblada agraria un cambio de modelo político y económico.
La intención de este grupo es generar un espacio de participación para la discusión y la intervención de y en las políticas públicas, en defensa de un gobierno democrático popular amenazado, preservando la libertad de crítica.
Hoy asistimos en nuestro país a una dura confrontación entre sectores económicos, políticos e ideológicos históricamente dominantes y un gobierno democrático que intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía, señala la misiva.
Los firmantes consideran que la oposición a las retenciones dio lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre para el resto de la sociedad y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional que tiene el gobierno de Cristina Fernández para efectivizar sus programas de acción, a cuatro meses de ser elegido por la mayoría de la sociedad.
En ese sentido agregan que un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones.
Sobre los motivos que dieron origen al grupo señalaron que esta atmósfera política, que trasciende el ‘tema del agro’, ha movilizado a integrantes de los mundos políticos e intelectuales, preocupados por la suerte de una democracia a la que aquellos sectores buscan limitar y domesticar.
Critican además la actuación de los medios de comunicación más concentrados en el conflicto agrario, al señalar que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan.
En ese sentido, añadieron que la reacción de los grandes medios ante el Observatorio de la Discriminación en radio y televisión muestra a las claras un desprecio fundamental por el debate público y la efectiva libertad de información.
Redacción La Quinta Pata y Télam, 14 – 95 – 08
La carta
Como en otras circunstancias de nuestra crónica contemporánea, hoy asistimos en nuestro país a una dura confrontación entre sectores económicos, políticos e ideológicos históricamente dominantes y un gobierno democrático que intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía. La oposición a las retenciones -comprensible objeto de litigio- dio lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre para el resto de la sociedad y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional que tiene el gobierno de Cristina Fernández para efectivizar sus programas de acción, a cuatro meses de ser elegido por la mayoría de la sociedad.
Un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones, y sobre todo un muy reconocible desprecio por la legitimidad gubernamental.
Esta atmósfera política, que trasciende el «tema del agro», ha movilizado a integrantes de los mundos políticos e intelectuales, preocupados por la suerte de una democracia a la que aquellos sectores buscan limitar y domesticar. La inquietud es compartida por franjas heterogéneas de la sociedad que más allá de acuerdos y desacuerdos con las decisiones del gobierno consideran que, en los últimos años, se volvieron a abrir los canales de lo político. No ya entendido desde las lógicas de la pura gestión y de saberes tecnocráticos al servicio del mercado, sino como escenario del debate de ideas y de la confrontación entre modelos distintos de país. Y, fundamentalmente, reabriendo la relación entre política, Estado, democracia y conflicto como núcleo de una sociedad que desea avanzar hacia horizontes de más justicia y mayor equidad.
Desde 2003 las políticas gubernamentales incluyeron un debate que involucra a la historia, a la persistencia en nosotros del pasado y sus relaciones con los giros y actitudes del presente. Un debate por las herencias y las biografías económicas, sociales, culturales y militantes que tiene como uno de sus puntos centrales la cuestión de la memoria articulada en la política de derechos humanos y que transita las tensiones y conflictos de la experiencia histórica, indesligable de los modos de posicionarse comprensivamente delante de cada problema que hoy está en juego.
En la actual confrontación alrededor de la política de retenciones jugaron y juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados, tanto audiovisuales como gráficos, de altísimos alcances de audiencia, que estructuran diariamente «la realidad» de los hechos, que generan «el sentido» y las interpretaciones y definen «la verdad» sobre actores sociales y políticos desde variables interesadas que exceden la pura búsqueda de impacto y el raiting. Medios que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan.
Esta práctica de auténtica barbarie política diaria, de desinformación y discriminación, consiste en la gestación permanente de mensajes conformadores de una conciencia colectiva reactiva. Privatizan las conciencias con un sentido común ciego, iletrado, impresionista, inmediatista, parcial. Alimentan una opinión pública de perfil antipolítica, desacreditadora de un Estado democráticamente interventor en la lucha de intereses sociales.
La reacción de los grandes medios ante el Observatorio de la discriminación en radio y televisión muestra a las claras un desprecio fundamental por el debate público y la efectiva libertad de información. Se ha visto amenaza totalitaria allí donde la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA llamaba a un trato respetuoso y equilibrado del conflicto social. En este nuevo escenario político resulta imprescindible tomar conciencia no sólo de la preponderancia que adquiere la dimensión comunicacional y periodística en su acción diaria, sino también de la importancia de librar, en sentido plenamente político en su amplitud, una batalla cultural al respecto.
Tomar conciencia de nuestro lugar en esta contienda desde las ciencias, la política, el arte, la información, la literatura, la acción social, los derechos humanos, los problemas de género, oponiendo a los poderes de la dominación la pluralidad de un espacio político intelectual lúcido en sus argumentos democráticos. Se trata de una recuperación de la palabra crítica en todos los planos de las prácticas y en el interior de una escena social dominada por la retórica de los medios de comunicación y la derecha ideológica de mercado. De la recuperación de una palabra crítica que comprenda la dimensión de los conflictos nacionales y latinoamericanos, que señale las contradicciones centrales que están en juego, pero sobre todo que crea imprescindible volver a articular una relación entre mundos intelectuales y sociales con la realidad política.
Es necesario crear nuevos lenguajes, abrir los espacios de actuación y de interpelación indispensables, discutir y participar en la lenta constitución de un nuevo y complejo sujeto político popular, a partir de concretas rupturas con el modelo neoliberal de país. La relación entre la realidad política y el mundo intelectual no ha sido especialmente alentada desde el gobierno nacional y las políticas estatales no han considerado la importancia, complejidad y carácter político que tiene la producción cultural. En una situación global de creciente autonomía de los actores del proceso de producción de símbolos sociales, ideas e ideologías, se producen abusivas lógicas massmediáticas que redefinen todos los aspectos de la vida social, así como las operaciones de las estéticas de masas reconvirtiendo y sojuzgando los mundos de lo social, de lo político, del arte, de los saberes y conocimientos. Son sociedades cuya complejidad política y cultural exige, en la defensa de posturas, creencias y proyectos democráticos y populares, una decisiva intervención intelectual, comunicacional, informativa y estética en el plano de los imaginarios sociales.
Esta problemática es decisiva no sólo en nuestro país, sino en el actual Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales, en el Ecuador de Correa, en la Venezuela de Chávez, en el Chile de Bachelet, donde abundan documentos, estudios y evidencias sobre el papel determinante que asume la contienda cultural y comunicativa y las denuncias contra los medios en manos de los grupos de mercado más concentrados. Es también en esta confrontación, que se extiende al campo de la lucha sobre las narraciones acerca de las historias latinoamericanas, donde hoy se está jugando la suerte futura de varios gobiernos que son jaqueados y deslegitimados por sus no alineamientos económicos con las recetas hegemónicas y por sus «desobediencias» políticas con respecto a lo que propone Estados Unidos. Reconociendo los inesperados giros de las confrontaciones que vienen sucediéndose en esta excepcional edad democrática y popular de América Latina desde comienzos de siglo XXI, vemos entonces la significación que adquiere la reflexión crítica en relación a las vicisitudes entre Estado, sociedad y mercado globalizado.
Uno de los puntos débiles de los gobiernos latinoamericanos, incluido el de Cristina Fernández, es que no asumen la urgente tarea de construir una política a la altura de los desafíos diarios de esta época, que tenga como horizonte lo político emancipatorio. Porque no se trata de proponer un giro de precisión académica a los problemas, sino de una exigencia de pasaje a la política, en un tiempo argentino en el que se vuelven a discutir cuestiones esenciales que atraviesan nuestras prácticas. Pasaje hacia la política que nos confronta con las dimensiones de la justicia, la igualdad, la democratización social y la producción de nuevas formas simbólicas que sean capaces de expresar las transformaciones de la época.
En este sentido es que visualizamos la originalidad de lo que está ocurriendo en América Latina (más allá de las diferencias que existen entre los distintos proyectos nacionales) y los peligros a los que nos enfrentamos, peligros claramente restauracionistas de una lógica neoliberal hegemónica durante los años noventa. Teniendo en cuenta esta escena de nuestra actualidad, nuestro propósito es aportar a una fuerte intervención política –donde el campo intelectual, informativo, científico, artístico y político juega un rol de decisiva importancia – en el sentido de una democratización, profundización y renovación del campo de los grandes debates públicos. Estratégicamente se trata de sumar formas políticas que ayuden a fecundar una forma más amplia y participativa de debatir. Nos interesa pues encontrar alternativas emancipadoras en los lenguajes, en las formas de organización, en los modos de intervención en lo social desde el Estado y desde el llano, alternativas que puedan confrontar con las apetencias de los poderes conservadores y reactivos que resisten todo cambio real.
Pero también que pueda discutir y proponer opciones conducentes con respecto a los no siempre felices modos de construcción política del propio gobierno democrático: a las ausencias de mediaciones imprescindibles, a las soledades enunciativas, a las políticas definidas sin la conveniente y necesaria participación de los ciudadanos. Una nueva época democrática, nacional y popular es una realidad de conflictos cotidianos, y precisa desplegar las voces en un vasto campo de lucha, confiar, alentar e interactuar. En este sentido, sentimos que las carencias que muchas veces muestra el gobierno para enfocar y comprender los vínculos, indispensables, con campos sociales que no se componen exclusivamente por aquellos sectores a los que está acostumbrado a interpelar, no posibilitan generar una dinámica de encuentro y diálogo recreador de lo democrático-popular.
Creemos indispensable señalar los límites y retrasos del gobierno en aplicar políticas redistributivas de clara reforma social. Pero al mismo tiempo reconocemos y destacamos su indiscutible responsabilidad y firmeza al instalar tales cuestiones redistributivas como núcleo de los debates y de la acción política desde el poder real que ejerce y conduce al país (no desde la mera teoría), situando tal tema como centro neurálgico del conflicto contra sectores concentrados del poder económico. Todo lo expresado y resumido da pie a la necesidad de creación de un espacio político plural de debate que nos reúna y nos permita actuar colectivamente. Experiencia que se instituye como espacio de intercambio de ideas, tareas y proyectos, que aspira a formas concretas de encuentro, de reflexión, organización y acción democrática con el gobierno y con organizaciones populares para trabajar mancomunadamente, sin perder como espacio autonomía ni identidad propia. Un espacio signado por la urgencia de la coyuntura, la vocación por la política y la perseverante pregunta por los modos contemporáneos de la emancipación.
Firmas:
Mónica Abella Gustavo Abrevaya Nilda Actis Goretta Leonor Acuña Sergio Leandro Agoff Nelson Agostini Horacio Mario Aguilar Silvia Agulleiro Norberto Alayón Andrés Aldao Carlos J. Aldazábal Julio Alemán Jorge Alemán Fernando Alfón Jorge Aliaga David Aljanati Héctor Jorge Alvaro Ana Amado Ana Amorosini Federico Andahazi Leandro Andrini Eduardo Anguita Nora Aquín Javier Araujo Alejandro Archain Gloria Arcuschin Ricardo Arias Nicolás Arispe Diego Baccarelli María Bagnat Alejandro Balazote María Eugenia Ball Lima Carlos Barbarito Domingo Andrés Barrado Ricardo Bartís Cristina Bartolucci Alcira Bas Roberto Baschetti Domingo Basile Vicente Battista Horacio Walter Bauer Tristán Bauer María Cristina Bazerque Martín Becerra Cristina Béjar Marta Bellardi Rodolfo J. Beltramini Luis Benítez Silvia Berajá Ana Berezin Adolfo Bergerot Olga Beriachetto Carlos Berman Jorge Bernetti Emilio Bernini Marta Bertolino Marcelo Bertuccio Graciela Biagini Augusto Bianco Gabriel M. Bilmes Hugo Biondi Fernando Birri Rafael Blanco David Blaustein Jorge Boccanera Vilma Bonetto Jorge Booth Enrique Borcel Gabriela Borgna Rubén Borre María Victoria Bourdieu Carlos Boyle Rodolfo Braceli Andrea Bragas Nora Britos Matías Bruera Mario Burgos Mario Burkun Roberto O. Bustos Elena Cabrejas Cecilia Calandria Sergio Caletti Rubén M. Calmels Pilar Calveiro Edith Cámpora María Elia Capella Darío Capelli Julio Carabelli Pablo Esteban Carabelli Diego Caramés Alfredo Juan Manuel Carballeda Teresa Caretti Joaquín Caretti Ríos Jorge Carpio Ricardo Carrena Carlos Carrique Ana Castaño Cristina Castello Leopoldo "Teuco" Castilla Mariana Casullo Nicolás Casullo Gisela Catanzaro Ana Cauerhff Aníbal Cedrón Susana Cella Matías Cerezo Elda Cerrato Susana Checa Silvia Chejter Alejandro Cherep Magdalena Chiara María Cristina Chillida Leandro Chulak Noemí Ciollaro Gerardo Codina Javier Cófreces Patricio Contreras Ivonne Copetti Roberto Tito Cossa Ricardo Costa Américo Cristófalo Diana Cruces Fernando Cukierman Cristina Curuchelar Claudia Dagostino Rodrigo Daskal Emiliano De Bin Hugo De Cristóforis Carlos De Feo Carlos De Lorenzo Diego De Menech María De Pauli Oscar A. 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