Joseph Stiglitz
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Tanto la derecha como la izquierda dicen que están por el crecimiento económico. ¿Entonces los votantes que intentan decidir entre las dos, simplemente tendrían que considerar su elección como una alternativa entre equipos de gerenciamiento?
¡Si solo los problemas fueran así de sencillos! Existen grandes diferencias en estrategias de crecimiento que tornan con mucha probabilidad resultados diferentes.
La primera diferencia tiene que ver en cómo el mismo crecimiento es concebido. El crecimiento no es solo cuestión de aumentar el Producto Bruto Interno. Debe ser sustentable: el crecimiento basado en la degradación del medio ambiente, un consumo excesivo financiado con deuda o la explotación de los escasos recursos naturales, sin reinvertir las ganancias, no es sustentable.
El crecimiento debe ser inclusivo; por lo menos la mayoría de la población tendría que beneficiarse. La economía del “efecto goteo” no funciona: un incremento en el PBI puede dejar a la mayoría de la población peor que antes. El crecimiento reciente de los Estados Unidos no ha sido económicamente sustentable ni inclusivo. La mayoría de los estadounidenses se encuentran peor en el presente que hace siete años.
Pero no se necesita un canje sin más entre desigualdad y crecimiento. Los gobiernos pueden intensificar el crecimiento fomentando la inclusión. El recurso más valioso de un país es su gente. Por lo cual, es esencial asegurar que cada uno pueda desarrollar su potencial, situación que requiere oportunidades educativas para todos.
Leer todo el artículoUna economía moderna también requiere que se corran riesgos. Los individuos se sienten más inclinados a correrlos si existe una aceptable red de seguridad social. De lo contrario, los ciudadanos exigirían protección contra la competencia extranjera. La protección social es más eficaz que el proteccionismo.
Fracasar en la promoción de la solidaridad social puede tener otros costos, como por ejemplo los gastos sociales y privados que se precisan para proteger propiedades y encarcelar criminales. Se estima que dentro de unos pocos años, Estados Unidos va a tener más gente trabajando en las agencias de seguridad que en la educación. Un año en prisión puede costar más que un año en Harvard. El costo de encarcelamiento de dos millones de estadounidenses – uno de los porcentajes per cápita más altos del mundo – debe observarse como una sustracción del PBI, y sin embargo se suma.
Una segunda diferencia importante entre la izquierda y la derecha tiene que ver con el rol del estado en la promoción del desarrollo. La izquierda entiende que el rol del gobierno en proveer infraestructura, educación, desarrollo de tecnología y aun hacer el papel de empresario, es vital. El gobierno sentó las bases para el desarrollo de la Internet y para las revoluciones de la biotecnología moderna. En el siglo XIX l la investigación en las universidades apoyadas económicamente por el gobierno de Estados Unidos proveyó la puntada inicial para la revolución en la agricultura. El gobierno aportó estos adelantos a millones de campesinos estadounidenses. Los préstamos a los pequeños empresarios fueron fundamentales para crear no solo nuevos emprendimientos sino enteras nuevas industrias.
La última diferencia puede parecer rara: la izquierda ahora entiende el papel que los mercados pueden y deben jugar en la economía. La derecha, especialmente en los Estados Unidos, no. La Nueva Derecha, personificada en la administración de Bush y Cheney, es realmente el viejo corporativismo con un nuevo disfraz.
En contraste, la nueva izquierda trata de hacer funcionar los mercados. Los mercados sin trabas no operan bien por sí mismos – una conclusión ratificada por la debacle financiera presente. Ningún gobierno se puede quedar sentado sin hacer nada mientras un país marcha hacia la recesión o la depresión económica, aún cuando esta ha sido causada por la voracidad sin límites de banqueros o por criterios erróneos en la evaluación de riesgos por parte de los mercados de valores y de las agencias calificadoras. Pero si los gobiernos van a pagar las facturas de hospital de la economía, deben actuar cuanto antes para asegurarse que la hospitalización sea menos probable. El mantra de la desregulación que sostiene la derecha estuvo simple y llanamente equivocado y ahora nosotros estamos pagando el precio que, en términos de rendimiento perdido, podría alcanzar más de de un billón y medio de dólares solo en los Estados Unidos.
Es fácil ser el anfitrión de una fiesta. Por el momento, todo el mundo se puede sentir bien. Promover el crecimiento sustentable es mucho más difícil. Hoy en día, en contraste con la derecha, la izquierda tiene un programa coherente, que ofrece no solo mayor crecimiento sino justicia social. Para los votantes, la elección debería ser fácil.
* Joseph Stiglitz ganó el Premio Nobel en economía en 2001. Es coautor junto a Linda Bilmes de
The Three Trillion Dollar War: The True Cost of the Iraq Conflict.
The Toronto Star, 25 – 08 – 08
Traducción para La Quinta Pata:
Hugo De Marinis
La Quinta Pata
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