Alberto Corona
Bogotá. La elección de Javier Cáceres, de Cambio Radical, como presidente del Senado colombiano, y de Edgar Gómez, de Convergencia Ciudadana, al frente de la Cámara, supone hoy una ruptura de pactos políticos que pone en apuros a la coalición gubernamental.
Para muchos, la presente legislatura, la última del actual cuatrienio, podría anticipar una recomposición del mapa político no solo dentro del Congreso, sino a lo interno de las fuerzas partidarias que disputarán las elecciones presidenciales el venidero año.
Esas consideraciones parten de que el recién instalado período legislativo es considerado decisivo para impulsar el camino hacia una eventual reelección consecutiva del presidente Álvaro Uribe en 2010.
Precisamente, la aprobación de un referendo dirigido a habilitar a Uribe para un tercer mandato quedó pendiente en la legislatura anterior, pese a los esfuerzos de la mayoritaria bancada oficialista, debido -entre otros factores- a la apertura de una investigación a 86 congresistas que votaron a favor de esa iniciativa en diciembre pasado.
En este contexto, el presidente saliente del Senado, Hernán Andrade, admitió la posibilidad de que la tramitación del referendo fracase, no sólo por el temor de los legisladores a las investigaciones de la Corte Suprema, sino también por falta de tiempo.
Al respecto, las autoridades electorales han advertido sobre el escaso margen que queda para organizar la consulta, toda vez que además del trámite en el Congreso, su texto debe pasar el examen de la Corte Constitucional antes de que los colombianos lo voten en las urnas.
Por otro lado, a pesar de la atención que concentra el mencionado referendo, la bancada de Uribe deberá superar diversos escollos, a fin de impulsar proyectos que el gobierno considera clave.
Entre estos se encuentra el trámite de la nueva reforma tributaria, con la cual el gobierno pretende recaudar fondos que necesita para su denominada política de seguridad democrática, entre otros programas.
Leer todo el artículoTambién se añade un proyecto de ley estatutaria que reglamentará, con carácter de urgencia, dos temas considerados capitales de la reforma política que entró en vigencia.
Uno de esos asuntos tiene que ver con la financiación y los anticipos para las campañas, mientras el otro con las sanciones para los partidos y sus directivos cuando otorguen avales a políticos que resulten investigados por nexos con grupos al margen de la ley.
Asimismo, de acuerdo con fuentes parlamentarias, el gobierno presentará la próxima semana un proyecto para modificar la Constitución, la cual está dirigida a cambiar la forma en que se definen las categorías de los municipios.
A su vez, el oficialismo tratará de sacar adelante tres iniciativas que afectarán la aplicación y la financiación de la justicia.
Ante este complejo panorama y la elección de las mesas directivas que dirigirán la Cámara y el Senado se augura una intensa batalla política dentro del Congreso.
De hecho con esta nueva nomenclatura -Cáceres obtuvo 96 votos, de 98 posibles, y Gómez 82 de las papeletas, de 161- la mayoría de los congresistas decidió apartarse de lo que los partidos pactaron cuando comenzó este Congreso a legislar, en 2006.
Los candidatos que estaban postulados según los acuerdos previos, eran para la presidencia del senado Gabriel Zapata, de Alas Equipo Colombia, y para la Cámara Miguel Amín, del Partido de la U.
Ello significa un posible resquebrajamiento de la mayoritaria coalición oficialista, o al menos una relación más tensa entre el gobierno y el legislativo, en opinión de observadores políticos.
Desde que comenzó a rumorearse el incumplimiento de los pactos políticos, algunos legisladores advirtieron que este hecho podría afectar al oficialismo, dado que la conformación de las mesas directivas sería distinta a la prevista, lo cual podría interpretarse como un triunfo de la oposición.
A tono con esa posición, el vocero del Partido Liberal, Juan Manuel Galán, dijo momentos antes de la elección que el respaldo de su partido a Cáceres constituía una expresión de rechazo al proyecto de referendo para la reelección presidencial, que deberá conciliarse en esta legislatura.
Entretanto, el gobierno trató de hallar una salida a su favor, al plantear que los aspirantes a la presidencia del Senado se repartieran el mandato por seis meses, pero Cáceres declinó el ofrecimiento y dijo preferir que se hiciera una elección según lo acostumbrado.
A su vez, Zapata, quien hacía parte del acuerdo inicial, declinó su postulación al ver que no contaba con los votos necesarios para su aspiración.
Lo cierto es que Cáceres le ganó el pulso en el Senado al congresista antioqueño Zapata, quien desde un comienzo se daba como ganador, pero para muchos el incumplimiento de los pactos políticos de hace dos años y la "volteada" de no pocos uribistas le dieron el triunfo.
De ahí que ante esta nueva conformación legislativa muchos no descarten el fracaso del citado referendo reeleccionista y otras políticas impulsadas por el gobierno y no sea raro ver a candidatos presidenciales del oficialismo retomar la iniciativa y observar a varios partidos recomponer sus fichas.
PL, 21 – 07 – 09
La Quinta Pata
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