Pablo Stefanoni
En su página semanal en El País –y reproducida en La Razón de Bolivia, La Nación de Argentina y otros medios- Mario Varga Llosa no solo se hace un poco de auto publicidad como juez de la buena y mala literatura – terreno en el que nadie dirá que no tiene competencia – sino que ensaya un elogio súper entusiasta a la trilogía Millenium, del sueco Stieg Larsson y a sus personajes justicieros, especialmente Lisbet Salander, esa mezcla de autista cibernética, nerd, bisexual, víctima de todo tipo de abusos y heroína vindicativa.
Los justicieros de este best seller de izquierda tienen como flanco más visible de ataque la violencia contra las mujeres – bajo un retrato oscuro y poco difundido del a menudo idealizado Estado sueco, incluyendo toda una serie de instituciones estatales secretas de extrema derecha, conspirativas, fuera de control democrático y abiertamente criminales construidas bajo el paraguas de la lucha contra el comunismo. También recorren sus páginas los dilemas del trabajo periodístico en la figura del periodista y detective aficionado Mikael Blomkvist.
Pero, sobre todo, y esto Vargas Llosa no lo captó, o al menos, no lo incluyó en su largo artículo: el capitalismo salvaje y fraudulento, financiero e industrial, que se está apoderando incluso de sociedades que –como la sueca – aun conservan un Estado de bienestar heredado del antiguo pacto socialdemócrata.
Es decir, el sistema que el escritor peruano pregona en sus machaconas columnas de los sábados, frente a todos los populismos reales o imaginarios… a excepción del más “populista” de todos en Europa, Silvio Berlusconi, a quien absuelve bajo el simpático apodo de “caudillo democrático”.... a veces de tanto leer se pasan de largo algunos detalles.
La Quinta Pata, 21 – 09 – 09
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