domingo, 25 de octubre de 2009

La rebelión de los cascos o la insoportable levedad de la democracia

Marcelo Padilla

¡Qué barullo genera la noción de democracia! ¿Cuál es el modelo, dónde referenciarse, cuál teoría será la correcta para interpretar sus formas materiales en cada nación? Es un tema apasionante y delicado, polémico y generador de múltiples ensayos. ¿Cuántos libros se escribieron sobre ella? 1000, 2459, 7000. Tal vez más, en el mundo. Pero en Argentina, foco de nuestro interés, no logramos todavía dar con un modelo consensuado, un proyecto democrático inclusivo, abierto y protector.

Creo firmemente en el “carácter emancipador” de la democracia, en tanto esta, no solo perfeccione sus instituciones y aliente la participación ciudadana, sino además y por sobre todas las cosas, genere políticas de Estado que tiendan a la eliminación de las desigualdades políticas y económicas (si no se da esto, es solo democracia formal).

Su “contenido” es el que está en discusión desde hace 200 años, y no salimos del laberinto. Poder votar cada dos años es “una de sus formas”, pero no todo debería quedar allí. Si hay pobreza, la democracia es débil, si hay indigencia, allí no habrá democracia que valga. La democracia debe ser generadora de derechos, también de obligaciones, y, fundamentalmente, un camino hacia la socialización de la riqueza que genera un país.

Y es el conjunto social (Estado y sociedad civil) quienes deben asumir el rol de liderazgo. Instituciones tradicionales y organizaciones emergentes tienen que establecer el diálogo fecundo para insuflar ánimo social, para neutralizar la anomia, la apatía, el desencanto. Hoy por hoy tenemos un gobierno nacional que fue electo en democracia, al cual se le juzgará en el 2011 en las urnas. No obstante en el camino, la organización social es la que fortalecerá el tránsito, porque la vida es, al final de cuentas, un tránsito permanente y en él se nos va la misma.

La gente, siempre, al final, decide. Pero no podemos obviar que la propia gente no asume verdaderamente la necesidad de una democracia profunda y radical, como postularan Laclau y Mouffe en su ya clásica obra “Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la democracia”. No obstante, pocos se hacen cargo de tal problemática, y miran cómo pasa el toro con sus astas, contoneándose, esperando su destino, como a Godot.
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A veces creo que esto no tiene salida por donde se lo mire. Sobre todo cuando los niveles de conflictividad, desarticulados, proliferan como constelaciones en el universo, apáticas, unas de las otras. También la democracia es conflicto porque la sociedad construye sus conflictos y sus rupturas con viejos órdenes. Y ello no debería asustarnos. Más bien, entusiasmarnos haciendo de la necesidad una oportunidad.

Un ejemplo. Los motoqueros hicieron la “Gran Harley” contra la iniciativa del Viti que intentaba grabarle los cascos. Los muchachos se hicieron sentir, enquilombaron como pocos la ciudad y consiguieron su propósito. Está bien, y es legítimo, como reclamo sectorial.

Ahora me pregunto. ¿Cuántos de ellos marcharían contra el hambre y la pobreza? ¿Cuántos en contra de la trata de blancas que suma 600 mujeres y niñas desaparecidas en democracia? Cuántos. Lo mismo equivaldría para los que marchan contra la inseguridad. Su reclamo es justo desde el dolor, aunque el primitivismo espontáneo de la conciencia gobierne las más de las veces las consignas y los pedidos de justicia.

Democracia también significa derechos humanos en democracia. Juicio a los asesinos y colaboradores de la dictadura pero además aparición con vida de Julio López, aparición con vida de las niñas y niños secuestrados por redes de pornografía infantil.

¿Por qué no se animan de una vez a allanar todos los prostíbulos en una acción coordinada para empezar a destrabar la maraña? Hay complicidades en la democracia. Hay inequidades en la democracia. Hay corrupción en la democracia. Porque la democracia no es un sistema puro sino manipulable según los intereses de los grupos poderosos en cada coyuntura. Y hoy, las formas democráticas priman sobre los contenidos que deberían ser el foco de atención.

MDZ Online, 25 – 10 – 09

La Quinta Pata

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