Dra. Stella Maris Martínez
De nuestra mayor consideración,
Nos dirigimos a Ud. a fin de ponerla en conocimiento de algunas situaciones que se están reiterando en nuestra ciudad y que nos resultan altamente preocupantes.
Nos referimos particularmente a la actuación de algunos de los defensores públicos que han asumido la representación de los genocidas que se están juzgando en Rosario.
Consideramos muy grave que desde la Defensa Oficial, se planteen defensas ideológicas, que pasan el límite del debido proceso, que implican presiones, claras intenciones de confundir a las víctimas en la audiencia, puesta en duda de las versiones de las víctimas en relación a la gravedad de los tormentos sufridos. Esto es una re-victimización de quienes ya han sufrido la represión, tienen la disposición de volver a revivir la tortura en público y frente a los represores, y encima tienen que soportar el hostigamiento innecesario de algunos defensores.
Todo esto se instala en el triste terreno del respaldo a las mentiras que durante décadas envenenaron a nuestra sociedad, en la negación del genocidio, y que agregaron indignidades a las múltiples sufridas por las víctimas de delitos de lesa humanidad.
Resulta destacable que respetamos el derecho de defensa a ultranza, desde las organizaciones de DDHH reclamamos durante todos estos años la realización de juicios justos y no existe un solo acto de venganza personal a pesar de la gravedad de los hechos y la gran cantidad de víctimas alcanzadas por el accionar del estado terrorista.
Es más, creemos que la defensa no solo tiene el derecho sino el deber de realizar los planteos que consideren de rigor.
Pero ellos no incluyen las defensas a las que hacíamos mención y mucho menos confraternizar en lo personal con los imputados y hacerlo público. Nos referimos a actitudes personales que incluyen besos y abrazos, chistes y carcajadas en público en los cuartos intermedios, ante la azorada mirada de las víctimas y familiares presentes en la sala de audiencias, como hacen los defensores Mariana Grasso, y Héctor Galarza Azzoni.
También denunciamos que en los momentos más álgidos del juicio oral, es decir cuando los testigos están brindando su testimonio las torturas y tormentos más atroces sufridas por ellos, sus compañeros y hasta sus familiares, ingresa sin ningún problema un mozo a servir café a los asesinos de lesa humanidad, provocando la interrupción del testimonio, el profundo malestar del testigo, hasta sentirse intimidado por la actitud del juzgado, que no pone límites a esta situación de falta total de respeto hacia los testigos y de todos aquellos que esperamos por tantos años estos juicios, con el decoro y la ética necesaria. Esta actitud de los jueces, doctores Otmar O. Paulucci, Jorge L. Venegas Echagüe y Beatriz C. de Barabino, hace pensar en una connivencia explícita entre los jueces y los represores.
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