Sebastián Moro
Todo el mundo parece cansado. El Señor 2 además lo está realmente, a pesar de permanecer tan activo. No en vano y con orgullo será proclamado “mendocino del año”. Arduamente dispuso el escenario para una guerra. Durante el año cometió buenas acciones, unas tras otras libró batallas: transó y aprovechó negociados provinciales, clamó por privatizaciones, empuñó los brazos en V de Cobos y de Narváez, defendió rabioso pantallas e impunidad, amenazó a la presidente por cadena cuasinacional, apretó a diputados y ministros, agitó huracanes golpistas, intentó despedir al diez, teje y desteje lobbies y complots, y ahora la ruptura frontal precipitando las recurrentes caídas de Jaque como despótica venganza frente al gobierno nacional. Altivo y desafiante, el señor 2 actúa como soberano. Acumuló como siempre y apareció en la tele más que nunca. El señor 1 también está cansado, pero si 2 actúa, él piensa y manda actuar. Y se pregunta: ¿Se puede tener absolutamente todo? Por acaparar tanto ¿es que estamos en crac con amigotes, socios y cortesanos? Robar para la corona ¿era más fácil que serlo?
Algo de cansancio también se nota en los dirigentes provinciales, los señores 17, 47 o 138, lo mismo da, salvo 1 y 2 no hay jerarquías. Son muchos años de manitos y sobres, de salvajadas y extorsión, de “todo lo que usted quiera, Señor”, “¿funcionario del casino, del EPRE, legislador, juez? con gusto, Señor.” Difícil saltar ahora, difícil quedarse quieto. También la plebe debería estar extenuada porque los Señores 1 y 2 nunca frenaron en su ambición. Atropellando por más poder y bienes parece como si de golpe todo lo tuvieran. Casi siempre lo supimos. Cada vez que se quedaron con algo lo supimos. Poco dijimos, cómodos en nuestra mansedumbre. Ya nadie recuerda cómo ni en qué orden conseguían tanto, pero cuando obtuvieron las señales, “tienen los caminos” advertimos; cuando las tierras, las ideas; cuando los pozos, la luz; cuando la luz, la energía; cuando las aguas, el sino; cuando el trabajo, la gente; y cuando los gobiernos, el paquetito completo, la ofrenda total. Tal vez la historia haya empezado por allí, desde la fuente de donde mana tamaño poder: el Señor 1 y su habilidad para manipular paquetitos. Al fin y al cabo, desde un principio todos han estado ahí todo el tiempo. Ahí permanecen: políticos de distintos colores pero tan parecidos, gobierno o no, democráticos o no, conservadores o conservadores, audaces como lechugas pero buenos para poner las mesas y hacer las camas para empresarios y testaferros. Serviles. Mendoza linda como un reino, nos dicen desde Uno, el tribuno de los reyes. Sí, un reino.
Río de Palabras, 15 – 12 – 09
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