domingo, 24 de enero de 2010

Trabajadoras no reconocidas

M. Luz Gómez

Trabajo, dignidad e igualdad son ideas que parecen relacionarse bastante bien cuando se habla de derechos humanos pero no tanto cuando al desgranar un poco la idea de “humano” advertimos que las mujeres también entramos en ella.

La situación laboral de una mujer resulta ser siempre conflictiva y de gran complejidad. Ésta ha implicado el enfrentamiento entre un tradicional modelo patriarcal que históricamente ha impuesto no sólo las formas en que la mujer debe pensarse sino también el rol y sitio que debe ocupar, y todo aquel intento de reflexión y acción que promueva el quiebre que necesariamente debe hacérsele a este modelo hegemónico.

Si bien a lo largo de la historia la lucha de la mujer por un trabajo digno y en iguales condiciones y oportunidades ha sido respaldada por varios acuerdos y leyes que indican un avance, pocas veces éste deja de ser teórico para pasar a ser práctico, de acción verdadera. En Argentina, es sabido pero bien ignorado que el acceso, la participación y la permanencia de mujeres en puestos de trabajo formal es mucho menor que en el caso de los varones, y que existen grandes diferencias entre éstos y las mujeres no sólo en cuanto a la remuneración del trabajo sino también, y especialmente, en cuanto a las condiciones del mismo que abarcan todas las caras de la violencia de género, explícita o implícita, conciente o inconsciente, como lo son la discriminación, la subestimación y denigración, el abuso y el maltrato, etc. Pero en la problemática mujer-trabajo no debe sólo analizarse lo que respecta al reducido grupo de mujeres que poseen y luchan por un puesto laboral sino también a la gran cantidad de mujeres que por diversas y casi siempre injustas razones han quedado fuera de esto.

Si el trabajo y el desarrollo de la persona son derechos inalienables de todo hombre, justo es que se reconozca la violación que de ellos se les ha hecho a miles de mujeres que violentadas por un contexto machista se vieron limitadas en sus deseos de desarrollo y progreso profesional y/o laboral; y justo es que incorporando a toda ama de casa al sistema integrado de jubilaciones y pensiones se realice un reconocimiento al trabajo silencioso e indebidamente vilipendiado de miles de mujeres que desde su hogar han servido a su familia.

La problemática de la mujer y el mundo laboral se reanuda y requiere de nuevas políticas y acciones que busquen deconstruir y modificar los patrones que desde siempre han legitimado la dependencia, subordinación y discriminación de la mujer ignorando los derechos que por su condición humana le son propios.


Río de Palabras Nº 12, 14 - 01 -10

La Quinta Pata

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