domingo, 27 de junio de 2010

Medidas preventivas terroristas en Canadá contra protestas por cumbre mundial

Alfredo Saavedra

Las exageradas medidas de seguridad ordenadas por el gobierno fomentaron un clima de tensión en algunos sectores participantes en la protesta ante la cumbre G-20 realizada en Canadá este fin de semana, que desembocó el sábado en actos de violencia con la quema de vehículos de la policía y daño a edificios de corporaciones financieras en la ciudad de Toronto.

El brote de violencia fue atribuido al denominado Bloque Negro y según información de noticieros de televisión, la chispa que encendió los ánimos fue el arresto de un hombre sordo que no entendía las órdenes de la policía que exigía a transeúntes no circular por el área restringida con motivo de la reunión de los líderes gubernamentales. Esa restricción comprendió un amplio perímetro de la ciudad donde previo a la cumbre fue tendida una cerca de metal y cemento. La semana pasada causó revuelo la aprehensión de varias personas, incluyendo un matrimonio prestigioso en círculos culturales.

La policía en Toronto recibió “poderes especiales” y se advirtió a la ciudadanía llevar adecuada identificación personal bajo apercibimiento de ser objeto de arresto de no tenerla. Grupos de derechos humanos habían recurrido a instancias legales para detener el eventual uso por parte de la policía de unos dispositivos que emiten cargas masivas de decibelios para el combate de posibles disturbios, pero que según los activistas pueden “reventarle” los oídos al público causando una sordera irreversible. La jefatura de policía desmintió ese riesgo.

Las noticias sobre los preparativos de la fuerza pública para enfrentar probables desórdenes en las manifestaciones de protesta, rebasaron la importancia de la finalidad de la cumbre de jerarcas de estado. El público vio con expectación esos preparativos que incluyeron prácticas con perros y caballos de ataque y la demostración de los recursos de la policía para contener disturbios callejeros.

El sábado una manifestación multitudinaria que incluyó la participación de sindicatos de la industria automovilística, grupos de derechos humanos, representaciones eclesiásticas, ligas contra la pobreza y sectores ambientalistas, terminó en los disturbios descritos que los noticieros de televisión atribuyeron al denominado Bloque Negro, absolviendo a las organizaciones formales de las que elogiaron su desfile ordenado y pacífico.
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La protesta organizada con anticipación al evento mundial, no tenía una participación homogénea y la base central de organización estaba conformada por sectores locales y del exterior de reconocida solvencia y cuyas metas se definen en el cuestionamiento al proceso de globalización con tendencia a prioridades que van en perjuicio de los conglomerados empobrecidos del mundo. Ambientalistas formaban un núcleo importante, enfatizando la necesidad de salvar al planeta del progresivo deterioro causado por la contaminación industrial. También las organizaciones cuestionantes de la cumbre mundial enfatizan su esfuerzo en criticar las políticas económicas y fiscales que hacen más dependientes a los países pobres y afirman en sus proclamas que la humanidad está más expuesta a la pobreza y las enfermedades en un mundo donde las desigualdades son ahora más profundas.

Se estima en sectores de opinión que el gobierno de Canadá ha dado un amplio reconocimiento al movimiento mundial contra la globalización, con las extremas medidas para la eventual represión de las manifestaciones que de alguna manera le arruinaron la fiesta a los líderes de la Cumbre G20, que reunió a igual número de gobernantes de diferentes naciones del orbe. La noche del sábado fue suspendida una cena de gala en uno de los céntricos hoteles ofrecida a los 20 líderes mundiales que incluyó por Latinoamérica a los presidentes de Argentina, Brasil y México.

Una minicumbre con la denominación de G-8 se realizó simultáneamente el sábado en la pequeña ciudad de Huntsville, donde se reunieron igual número de gobernantes de las más poderosas naciones de la Cumbre de los 20. No se conocían los resultados de ninguna de esas reuniones, pero la de Huntsville se significó por un homenaje de la población, autoridades y ciudadanos, al presidente estadounidense Barack Obama, con el consumo de cornucopias de nieve, golosina favorita del gobernante. Eso fue lo más destacado de la televisión, exhibiendo heladerías y consumidores sorbiendo los conos en lugar de hacer disturbios en una ciudad más bien conocida como dormitorio.

El evento, que principió el viernes, para una jornada de 3 días, le ha significado al gobierno canadiense un gasto de un billón de dólares, distribuidos en su mayor parte en gastos de seguridad que se ha convertido en un alarde de fuerza, con preparativos semejantes a lo que supone un estado de alarma por guerra. De ese billón de dólares, se ha derrochado una buena parte también en el costo de alojamiento y alimentación de las comitivas, siendo una de las más grandes la de Estados Unidos, con el presidente Obama y su esposa a la cabeza y un séquito de más de cien personas. Las otras delegaciones no eran menos numerosas, para disfrutar ese gasto de mil millones que se agregan al enorme déficit del gobierno canadiense que lo dejará como deuda por pagar a generaciones que se pueden prolongar hasta mediados de este siglo.


La Quinta Pata, 27 . 06 – 10

La Quinta Pata

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