domingo, 20 de junio de 2010

Poder judío en Norteamérica castiga a dos prominentes mujeres

Alfredo Saavedra

Helen Thomas, la matriarca del periodismo en Washington y la líder alternativa del Nuevo Partido Democrático, de Canadá, Libby Davies, han sido defenestradas de sus posiciones, en hechos separados, por sus comentarios de crítica a Israel, en lo que se interpreta como actos de complacencia para con el gobierno y poder económico de ese país y sus ramificaciones por Norteamérica.

La influencia que tiene el judaísmo sobre la política y los patrones sociales y económicos en otras áreas del mundo y en particular en Estados Unidos y Canadá, afuera del marco geográfico de Israel, no es un hecho mitológico establecido por el prestigio que cobró ese movimiento, a partir de la finalización de la II guerra mundial y principalmente luego de la creación del estado sionista en 1948.

Ha sido vox populi que el judaísmo ha tenido ascendiente en el mundo de las finanzas, del espectáculo y hasta en las redes militares de diversas zonas de influencia del orbe. Wall Street con su bolsa de valores, Hollywood con su industria del cine, el armamentismo de los gobiernos represivos de Latinoamérica, el brazo policiaco en los casos del histórico Adolf Eichmann y más recientemente la ejecución de un líder palestino en Dubai, se encuentran en ese escenario del dominio israelita en el mundo.

Los medios de comunicación inclinan sus políticas de información en favor de Israel, en una conducta que se interpreta como obediencia, a partir de que son empresas en su mayoría dominadas por el capital judío, pero también se da la dependencia de medios separados de ese contexto, subyugados por intereses económicos ya sea mediante salario, subvención, congraciamiento o soborno, en un accionar subterráneo fuera del dominio público.

La periodista Helen Thomas, decana de los cronistas de la Casa Blanca, se ha significado por su carácter independiente en sus opiniones personales, con una inclinación aun objetivismo que se aparta de la doctrina periodística del sistema. En sus columnas se ha perfilado con criterios a favor de las causas justas, apartándose del modelo de opinión prevaleciente en la prensa estadounidense.

La señora Thomas ha representado a diversos medios en el palco de prensa de la Casa Blanca, desde la época del presidente Kennedy y se ha distinguido por su agudeza en las conferencias de prensa con un estilo incisivo para indagar, lo cual no pocas veces ha irritado a los gobernantes. A los 88 años, aún activa representando a la Cadena Hearst, la semana pasada al ser entrevistada sobre los últimos sucesos en el conflicto entre Israel y los palestinos, dijo sin ambages: “Que Israel se vaya al infierno” y al pedirle una definición de esa declaración manifestó que “Israel debe irse de donde llegó, Alemania, Polonia…”.
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Eso bastó para que periodistas, medios y funcionarios de gobierno pusieran el grito en el cielo y casi por unanimidad condenaran la declaración, con lo que se le exigió una disculpa, un suceso que ocupó la atención de los medios de comunicación para júbilo del gobierno de Israel, complacido con los resultados que culminaron con la separación de la prestigiosa periodista, que en todo caso ya preparaba si retiro.

En el caso de la diputada Davies, de Canadá, el revuelo se armó luego de que en una demostración de simpatizantes palestinos, la semana pasada, declaró a un noticiero de televisión que “Israel está ocupando territorio que le pertenece a los palestinos” lo cual estuvo en servicio de la reacción en cadena que venía de los Estados Unidos con las declaraciones de la señora Thomas. Y es que las opiniones de ambas damas, de alguna forma se encuadran dentro del perfil histórico reciente, ya que Israel no se conformó con el territorio que se le adjudicó en Palestina para la formación de su estado, sino que ocupó por “conquista de guerra” otros límites, con el colmo de que continúa una invasión progresiva ya repudiada por la comunidad internacional.

El Primer Ministro canadiense Stephen Harper, como de costumbre, tuvo nueva oportunidad de manifestarse en favor de Israel, al condenar con excesiva publicidad las declaraciones de la señora Davies, ubicada en la oposición a su gobierno. Pero además, el líder del partido de la representante Davies, señor Jack Layton, le dio un tirón de orejas a la diputada, en lo que demuestra de qué forma hasta los partidos de la plataforma progresista son dependientes del patrón oficial vinculado al sionismo.

El epílogo ha sido ominoso pues tanto la periodista Thomas, en Estados Unidos, como la señora Davies, en Canadá, fueron obligadas a un mea culpa, aunque la opinión pública internacional tenga un concepto de encomio para con ambas prominentes mujeres.


La Quinta Pata, 20 – 06 – 10

La Quinta Pata

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