Hugo De Marinis
…la próxima vez que enfrentemos una situación difícil
por pérdida de conquistas,
represión o lo que fuere, nos volveremos a encontrar...
(Reflexión electrónica de un compañero del centroizquierda ante los incidentes por las elecciones de la CTA en Mendoza)
Mírenla a Mendoza: punta de lanza del quilombo por las irregularidades en las elecciones de la CTA, que luego – el quilombo –parece haberse esparcido por casi todo el país.
No hay en la provincia – como en varias otras – figuras y alternativas electorales o rebeldes potencialmente masivas y/o atrayentes. Que en la entidad que encarna como pocas el espíritu de la resistencia al neoliberalismo suceda un entrevero digno de mejores campos de combate es un bajón que de todos modos revela a una sociedad en ebullición y que algo, más allá de politiqueros y politiquería, pasa. Aún en Mendoza.
Damos que hablar, quién lo duda, y no siempre por las mejores razones: Olga Pura de Arrabal, Enrique Thomas, Julio César Cleto Cobos, Luis Francisco Miret, Otilio Romano y compañía, pulpos multimediáticos, entre otros, nos pusieron dentro del mapa nacional en el rincón reaccionario más empedernido.
Lo de la CTA es un manchón que viene a desdibujar la ristra de prudentes buenas ondas semanales provenientes del gobierno nacional y de los medios que lo defienden, y a agregar incertezas por esas posiciones ambivalentes de la actual gestión en, por ejemplo, cuestiones de “estética” – al decir de oficialistas natos – en política exterior. Por un lado, para mujeres y hombres de izquierda, el incómodo flirteo con el Estados Unidos del pobre Barack Hussein Obama – y de rebote, vía cancillería, con el lobby norteamericano israelí en funciones. Por otro, esa parte del discurso de la presidenta que tocó la economía y mostró posibilidades diferentes a las empedradas recetas de ajuste y a la mal llamada racionalización que implementan hoy en día las sociedades opulentas para paliar sus crisis.
Se puede pecar de no-serio si se expresan reservas en cuanto a la legitimidad de ese relato, al que por lo menos se le tendría que considerar el nombre de nacional, popular y progresista, para no desenterrar términos pasados de moda (= posiciones de izquierda) y naturalizados, aún entre los del palo, como anacrónicos. Pero que el ex presidente Néstor Kirchner se colocara a la izquierda de la presidenta cuando esta pronunciaba su punzante pieza oral, no es un dato menor. Al respecto Kirchner chancearía que estuvo ahí –sentado a la izquierda– para despejar cualquier dilema.
En lo que se refiere a los codazos y cornadas entre los que no debieran no hay que apesadumbrarse más de la cuenta ni caer en ingenuidades puristas. Esos percances se constituyen en componentes inalienables de la práctica política. Es decir: que nos peleemos entre nosotros, que quienes nos representan den un paso adelante y dos hacia atrás, no tiene tanto de esencial ni compromete lo más destacable del camino – modelo –elegido. Además, somos argentinos. En otras latitudes se debate la historia en cenáculos mínimos, exclusivos. Quién sabe qué darían los extranjeros díscolos/resistidores por un involucramiento parecido al de estos lares; nosotros nos apasionamos, y aunque muchas veces se nos vaya la mano, se participa y el asunto es celebrar el momento, celebrar esa opositora crispación tan temida, sacarle ventajas, avivarse.
La actividad política se ha venido cerniendo sobre buena porción de nuestra población en los últimos tiempos, cosa que en la mayor parte del mundo presente – salvo en un puñado de naciones latinoamericanas – no ocurre. Bienvenida sea.
La Quinta Pata, 26 – 09 – 10
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