domingo, 19 de septiembre de 2010

La insolente opulencia de unos pocos contrastada con la miseria de muchos

Alfredo Saavedra

El rey Abdullah, de Arabia Saudita, adora hoy más a sus caballos que a las treinta esposas que tuvo en el pasado, pues a los 85 años tras haber perdido ya la pasión que pudo haber tenido por sus dos docenas y media de mujeres, ahora la derrocha en sus equinos mejor cuidados que a las ya olvidadas cónyuges.

Los caballos se cuentan por cientos, con costo algunos por varios millones de dólares y son cuidados en ambientes refrescados por aire acondicionado, en la comodidad de sus establos de la finca Al Janadryah, rodeada de dunas no lejos de Riyadh, donde la temperatura normal de verano pasa a veces de los 40 grados centígrados. Caballos que tendrán que desquitar su costo natural y de mantenimiento, en las carreras que hacen las delicias del rey, que se goza una vida tranquila con solo la preocupación por el bienestar de sus cuadrúpedos más que por sus súbditos que ya verán cómo se las arreglan.

El Rey Abdullah estuvo recientemente en la ciudad de Toronto, con motivo de la conferencia de los 20 Grandes y según contaba la crónica de un periódico, contrató un hotel completo para alojar a su comitiva de unas 200 personas. Durante la conferencia, mientras en el foro los participantes debatían cómo evadir a la turba que en las afueras protestaba en contra de los ricos, el monarca aguardaba el retorno al hotel de los emisarios (eunucos a lo mejor) que había enviado a las tiendas – Victoria Secret incluida – para la compra de regalos para las esposas ya jubiladas, en un alto gesto de altruismo para con su familia.

Y es que al Rey Abdullah no le faltan sus centavos pues es poseedor de una fortuna calculada en la bicoca de 20 billones de dólares, solo sobrepasado en riqueza por el sultán de Brunei y el Emir Abu Dhabi, que averigüe Vargas quiénes son, pero así lo informa la revista Forbes. Dolaritos obtenidos del petróleo, que tantos dolores de cabeza da a los consumidores, pero que redunda en vida regalada para sus explotadores.

Mientras tanto en otra latitud del mundo, la cantante canadiense Celine Dion le acaba de obsequiar a su hijito René Charles, de 9 años, un parque con costo de varios millones de dólares, en el traspatio de una residencia de 20 millones, en la exclusiva Isla Júpiter, al norte de Palm Beach, Florida, donde residen los individuos con mayores ingresos monetarios en los Estados Unidos, según lo marca una noticia del diario Toronto Star.
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Celine Dion era una cantante que vestía con el decoro que demandaba la época de cuando se hizo famosa, en su natal Québec, allá por los años 80 pero como nadie es profeta en su tierra, se mudó para Las Vegas, hace algo así como una década e inició una carrera que en poco tiempo la hizo millonaria, aunque, para estar a la altura de la competencia, con el sacrificio de mostrar las piernas, que en aquel tiempo solo le conocía el marido. La dulce Celine ahora, cuando canta, danza y se levanta la saya, contrario a su hábito anterior de solo hacer los inequívocos movimientos, sin deshonestidades, de las baladas somnolientas como el bolero El poder del amor.

El marido, don René Angelil, tan mayor que ella que lo toman por su padre, no la deja ni a sol ni a sombra y se distrae, mientras ella hace la lucha por ganarse la vida, jugando a las máquinas traganíqueles, un entretenimiento que alguna vez causó un escándalo, cuando se dijo que estaba perdiendo en esas tragamonedas hasta un millón de dólares por semana, chisme que la esposa se apresuró a desmentir diciendo que se estaba abultando la cifra.

Los esposos Dion, con su hijito único, tienen de vecinos a otros no menos célebres en la farándula, el deporte y la riqueza, como Tiger Woods, Gary Placer, Nick Price, el cantante Alan Jackson y el actor Burt Reynolds. Todos ellos favorecidos por el cuerno de la abundancia, con cuentas bancarias que con los intereses crecen en progresión geométrica.

En todo caso, la fortuna de la feliz cantante canadiense considerada en $200 millones, a lo mejor se queda chiquitita comparada con las de otros artistas de igual talla en términos de popularidad, porque la chapudita Mariah Carey, anunció en fecha reciente que adquirirá en Beverly Hills, una mansión por el ínfimo costo de $140 millones, que significará la compra de una de las propiedades de más alto costo en la historia de las adquisiciones en el mundo del espectáculo. Y si la famosa cantante hará esa inversión, significa que su fortuna estará proporcionalmente mucho más sobre esa cifra.

Mientras tanto las Naciones Unidas acaban de publicar un informe en el que se dice que con tanto desastre natural, las guerras y otras calamidades en el mundo, la pobreza se ha incrementado en la humanidad, al grado de que será materialmente imposible resolver necesidades de alimentación y salud en la mayor parte de naciones del orbe.

Pero en muchos países tal vez no haya dinero para comprar ropa y comida, pero sí los discos que hacen ricos a los artistas y consumir la gasolina (y esto sí podrá ser inevitable) para que reyes como el soberano de Arabia Saudita pueda tener tantas mujeres y caballos como él quiera.


La Quinta Pata, 19 – 09 – 10

La Quinta Pata

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