domingo, 31 de octubre de 2010

Grosero abuso de autoridad yanqui con prisionero en Guantánamo

Alfredo Saavedra

Esta semana continuó en Guantánamo el viciado juicio en contra del canadiense Omar Khadar, capturado en Afganistán hace siete años, cuando tenía 15 de edad, durante un encuentro con fuerzas estadounidenses, en el que murió un soldado yanqui supuestamente por una granada lanzada por el joven Khadar, quien también resultó herido de gravedad en el combate.

El jueves, Khadar ahora de 22 años, frente a la corte unilateral que lo enjuicia, fue obligado a pedirle perdón a la viuda del soldado muerto en el mencionado combate, en lo que constituye una grotesca acción de los Estados Unidos, cuyos soldados de ninguna manera serán inducidos a “pedirle perdón” a los millares de viudas en Irak y Afganistán, donde las tropelías de las tropas yanquis han sido responsables de los más abominables crímenes.

Para comprobar lo anterior basta con observar lo narrado por el soldado estadounidense Joshua Key, resistente de la guerra, ahora refugiado en Canadá, quien en su libro The Deserter’s Tale, relata que estando de patrullaje en Irak pudo ver cómo dos civiles eran decapitados y cómo soldados “americanos” pateaban las cabezas como jugando fútbol. ¿Exigirá el ejército yanqui a esos soldados “pedir perdón” a los familiares de esas víctimas? Por supuesto que no, como nunca lo harán los soldados que incendiaron viviendas, torturaron, violaron mujeres y asesinaron a decenas de civiles en la ciudad de Falujah, en oprobioso hecho denunciado en su momento ante la opinión pública mundial.

En el combate en el que se alega que el joven Khadar dio muerte al recluta estadounidense, era una cuestión de medida de fuerzas en la que Khadar pudo haber sido el muerto atacado por el soldado en cuestión, que ahora de ninguna manera tendría que “pedir perdón” a los familiares del canadiense, quien defendía su propia causa también.

Khadar, de padres afganos, resultó involucrado en la guerra promovida por Estados Unidos, y su captura se produce cuando tenía solo 15 años, lo que dio lugar a que organismos internacionales, basados en la Convención de Ginebra, reclamaran que se le considerara un soldado niño, pero el gobierno estadounidense se obstinó en contradecir esa tesis asegurando que no se le podía considerar un combatiente pues no pertenecía a las fuerzas regulares de Afganistán.
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Ha surgido también dentro de la mascarada de juicio de los Estados Unidos, el testimonio de un siquiatra del Pentágono, quien la semana pasada aseguró que el joven Khadar es un “peligroso criminal nato” que merecía ser encarcelado de por vida. Qué genial declaración. También serán peligrosos criminales natos los soldados del relato de la decapitación y todos los implicados en los millares de crímenes en las guerras de Irak y Afganistán, incluyendo al soldado que según noticia reciente fue absuelto de responsabilidad por el asesinato de un combatiente Talibán al que remató estando herido con posibilidades de salvarlo. En su defensa ese soldado declaró que había rematado al Talibán, “por compasión” en una de las tantas ridículas justificaciones que se dan en los artificiosos juicios para el ejército yanqui.

Examinada la conducta del joven Khadar, en cuyo caso el gobierno canadiense, aliado de los Estados Unidos, se ha negado a participar, se deduce que ha sido objeto de manipulación psicológica, que en términos de la filosofía yanqui se llama lavado de cerebro. ¿A qué tipo de procedimientos habrá sido sometido el prisionero como para que todas sus últimas actitudes hayan sido de sometimiento, favorables a sus enjuiciadores? Porque primero rechazó la defensa supuestamente legal a la que tendría derecho. Dentro de esa extraña conducta rechazó también la asesoría legal canadiense y últimamente se declaró culpable en todas las instancias, culminando todo eso con el “pedido de perdón” a la viuda estadounidense.

¿Sería el joven Omar sometido al “tratamiento” del Tercer Grado?, porque en apariencia, modificada ya la política de la actual administración del presidente Obama, se asegura que ha sido suprimida la tortura por inmersión, patrocinada por el ex presidente Bush y su vicepresidente, entusiasta defensor del “magnánimo” proceso de hundirle la cabeza en el agua a los prisioneros hasta el límite de la asfixia.

No habrá sido así, porque a Khadar hasta lo han vestido a la última, con corbata y todo y hasta proveído de una computadora portátil, para que siga muy de cerca todo el proceso que al parecer le hará el “gran favor” de perdonarle la vida.

La Quinta Pata, 31 – 10 – 10

La Quinta Pata

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