Sebastián Moro
“Castigados jóvenes de la Patria: presten atención, dejen de lado la bolsita de poxi, la caja de vino y la música ensordecedora. Abandonen la pereza y el crimen en el que seguro incurrirán para asustar a los buenos ciudadanos que pagan sus impuestos, mientras ustedes largan la escuela y sus padres se timbean las asignaciones universales regaladas por puro clientelismo. Aprovechen esta opción para pobres, sean hombres de bien, acepten la mano firme, recta, derecha que se les ofrece. Sepan que en los cuarteles están el pasado y el futuro de la Nación. No en la educación, ni en el acceso tecnológico, ni en la posibilidad de derechos humanos, trabajo y libre expresión para todos. Esas son patrañas que idealistas malintencionados meten en sus cabezas duras y negras. Sean protagonistas de esta historia que no los excluirá, siempre y cuando entiendan que ese es vuestro lugar. Carne de cañón o carne de presidio, ¿qué prefieren?...”.
Ficción o no, lo cierto es que el Servicio Cívico Voluntario para niños, agitado por los sectores y medios más rancios de la sociedad, demuestra que la exclusión y el prejuicio se ejercen desde el poder económico, vía políticos profilácticos, a fin de resguardar los intereses y bienes propios contra el falso peligro del aluvión. Escudados en su odio de clases, que nunca es miedo real, disfrazan de buenas intenciones planes que solo buscan estigmatizar y marginar a las víctimas sociales producidas por el mismo sistema que esos empresarios, propietarios y políticos, sin respiros ni quiebres durante décadas, han potenciado.
Como no podía ser de otro modo, el SCV es también hito de la brillantez dirigencial mendocina. Se basa en la (pésima) experiencia del Cobos gobernador, obsesionado por vigilar y castigar. Y fracasar, como en su “lucha contra la inseguridad” y su criminal política carcelaria. La eminente socióloga y pedagoga Laura Montero y el especialista en pobreza y minoridad Sergio Pinto, son los cruzados del Liceista Cleto –siempre firme contra el pueblo. De la difusión estratégica de estas ideas del siglo XIX, bien se encargan MDZ y periodistas matinales de radio UTN, envasados en origen.
Pero como la estupidez y el gorilismo no son solo radicales (se sabe, en este país no hay monopolios), para no ser injustos hay que señalar la cabeza del león: la restauración del Servicio Militar Encubierto es un viejo anhelo de Duhalde en alianza con la Iglesia Católica, en un marco mayor de políticas represivas y de Defensa directamente alineadas a designios estadounidenses y golpistas internos. Todo se reflota ahora, pero no se olvida: el Ajusticialismo de Duhalde, su gobierno, terminó justamente con dos chicos, pobres y militantes, muertos.
Río de Palabras 31, 07 – 10 – 10
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