Sergio Peralta
*"No es posible un compromiso verdadero con la realidad y con los hombres concretos que en ella y con ella están, si de esta realidad y de estos hombres uno tiene una conciencia ingenua. No es posible compromiso auténtico si, al que se piensa comprometido, la realidad se le presenta como si fuera algo dado, estático e inmutable".
Paulo Freire
Hay quienes asignan a un asesor de Bill Clinton durante la campaña para presidente del año 1992, la frase “es la economía estúpido”; más precisamente a James Carville. Esta frase estaba como eje de campaña junto a dos propuestas más de manera de volcar a los votantes que pensaban reelegir a Bush padre.
Educación y futuro (I)
Tomando prestada parte de esta mítica frase podríamos decir hoy que en Argentina “es la educación estúpido” una de las herramientas que sirven para alejarnos del infierno al que hacía referencia en sus discursos Néstor Kirchner. Por eso es importante acentuar y profundizar la política educativa que lleva adelante el gobierno de Cristina Fernández.
Hoy llegan a las aulas los hijos de los chicos que en la década infame del noventa tenían como referente político a un presidente que seducía y se lucía por el mundo con impecables y brillantes trajes de alta costura, el mismo que se mostraba conduciendo una Ferrari a toda velocidad por la autopista que une Buenos Aires con Pinamar sin detenerse en los peajes y aceptada como regalo al empresario Máximo del Lago.
La educación técnica de esa nefasta época tenía los días contados. Un grupo de asesores educativos en muchas provincias del país afirmaban que no era necesario tener estas escuelas, “¿para qué?”, si estábamos entrando triunfalmente al primer mundo, en donde se compraban las cosas hechas en Taiwán. El voto licuadora daría inclusive una reelección a Menem, la gente endeudada en dólares volvió a votarlo con el temor de una corrida cambiaria. Sabemos el resto de la historia y cómo llegamos al dos mil uno.
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