domingo, 21 de noviembre de 2010

Los abandonados mineros chilenos y la gloria de los desenterrados

Alfredo Saavedra

Más de doscientos mineros quedaron sin trabajo y otros 200 subcontratistas la pasarán mal con el cierre de la mina San José, en Copiapó, Chile, después del salvamento de los 33 enterrados por el derrumbe y que tras su espectacular rescate han sido protagonistas de un suceso convertido al final en una parodia.

Pocos días después de la salida a la superficie de los 33 mineros, en un acontecimiento calificado de milagroso y que mantuvo por medio de la televisión la atención mundial, se produjo un desfile de los mineros cesantes, donde destacaba una pancarta que de manera significativa decía: “¿Y a nosotros, quién nos sacará del hoyo?”

Aunque se congratulaban de la suerte de sus compañeros rescatados con vida luego del desastre que los hubiera dejado enterrados para siempre, manifestaban su preocupación ante la incertidumbre de su porvenir con el cierre de la mina del infortunio, pues la cesantía se convertía en falta de recursos económicos para enfrentar las necesidades cotidianas.

Mientras tanto para los 33 mineros salvados, el resultado del desastre se traducía en un abanico de inesperadas sorpresas que iban desde el ofrecimiento de una jugosa compensación monetaria, hasta la expectativa de transformar sus existencias en un venero de posibilidades que hasta desembocó en que en algunos de ellos se despertaran rasgos de codicia. Ello porque al hablarse de los ofrecimientos de algunos medios de comunicación de compensar con sumas generosas la primicia de entrevistas y la probabilidad de publicar libros y hasta hacer películas, los motivó a programar la captación de fondos mediante la contratación de un contador que fiscalizaría los supuestos ingresos.
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La familia de Mario Gómez, de 63 años, el de más edad del grupo, dijo haber recibido una oferta de 105 mil dólares por parte de un periódico de Alemania, como pago por una entrevista exclusiva. Familiares de Víctor Segovia, otro de los mineros rescatados, dijeron que habría recibido no menos de 150 solicitudes de la prensa internacional, que pagaría con esplendidez las entrevistas. El capataz Luis Urzúa, el último de los 33 mineros que emergió de la mina, y quien al momento de salir le echó un discurso al presidente Sebastián Piñera, diciéndole que se debería tener más cuidado en la protección a los trabajadores de las minas, recibió oferta por exclusividad del diario The Guardian, pero su hermano Franklin, actuando como representante, dijo que se concederían entrevistas a los medios que pagaran mejor.

La lluvia de ofertas de dinero, que haría nuevos ricos a los mineros del rescate, comprendió la factibilidad de contratos para publicar libros y hacer películas, lo que los convertiría en autores literarios y hasta actores de cine. Como los famosos 15 minutos de fama de los mineros del salvamento se han ido desdibujando, no se sabe si hasta el momento ha sido realidad tanta belleza.

Sin embargo fueron numerosos los mineros salvados que no fueron tentados por esas gratuitas expectativas y declararon que su único interés era retornar a sus actividades en la minería, que por cierto constituye la principal industria en Chile y la fuente prioritaria de trabajo para una mayoría. También prevaleció la sensatez de la mayoría de salvados que expusieron su preocupación por la probabilidad de falta de trabajo para ellos y el resto de mineros que formaban parte de la fuerza laboral de la mina San José.

La prensa, de manera insospechada, convirtió en un espectáculo el suceso y por consiguiente de alguna forma es responsable de la publicidad, buena o mala, proyectada en el desarrollo de los acontecimientos luego del rescate.

El suceso no dejó de estar matizado de situaciones pintorescas que se iniciaron con la emotiva salida de Mario Sepúlveda, el segundo rescatado de los 33. Bautizado por los medios como El Gran Mario, fue el entusiasta minero que emergió gritando feliz con una bolsa llena de pedruscos que repartió entre sus salvadores, incluyendo al presidente Piñera, quien le llevó de obsequio a la reina de Inglaterra las piedras que le tocaron.

Fue Yonny Barrios, el que al principio alcanzó gran popularidad, por el intríngulis originado por una relación extraconyugal que fue la comidilla de la prensa. La esposa se negó a concurrir, como lo hizo la mayoría de mujeres de los rescatados, al procedimiento de rescate, debido a que previamente hubo un pleito callejero con la amante en disputa por el hombre. La amante hizo acto de presencia al rescate y en el encuentro acarició con ternura al avergonzado minero, en una escena que pareció un anticipo de la proyectada película si es que la habrá. Otro elemento de discordia se presentó cuando ya estando Yonny en el hospital para su restablecimiento, la amante se opuso a que entrara a verlo una amante extra que apareció inusitadamente. Ya en su casa, la casa de la amante número 1, con la que ha convivido por varios años, el polígamo minero se encerró y mandó al demonio a los periodistas que intentaban entrevistarlo, no importando cuánto dinero le ofrecieran.

Hubo otro perfil humorístico, cuando Sepúlveda, el de las piedras, en reunión donde estaba el omnipresente gobernante Piñera, dijo a un reportero del Daily Mail, que era totalmente falso el rumor de que (los mineros) habían tenido sexo entre sí durante su permanencia en el refugio. “Estábamos sumamente preocupados por sobrevivir y nuestro pensamiento estaba concentrado en eso”, ratificó Sepúlveda, haciendo algunos chistes con su natural sentido del humor. También negaron los mineros que hayan previsto la eventualidad de practicar canibalismo, en el extremo de carecer de alimentos. En ese sentido un comediante en los Estados Unidos, durante su programa de televisión al comentar la especulación, dijo que sobre el particular había que preguntarle al minero número 34.

Al final quien ganaría el estrellato de toda esa saga, sería el minero Edison Peña, quien viajó a Nueva York para participar en la maratón de 42 kilómetros el sábado 6 de noviembre, que aunque no ganó logró cubrir en récord de 5 horas, 40 minutos y 51 segundos. Previamente estuvo en un show televisivo muy popular, donde cantó imitando a Elvis Presley, ganando aplausos ante una audiencia de millones de espectadores. Edison Peña, quien hizo práctica de carrera y de canto durante su permanencia de 67 días en el refugio, ha sido propuesto como modelo de heroísmo, coraje y perseverancia. Méritos que, con humildad, dijo compartir con los otros mineros de la aventura.

La Quinta Pata, 21 – 11 – 10

La Quinta Pata

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