Eduardo Galeano
1914
Campos de Morelos
y suenan como derrumbamientos de montañas los ecos de los truenos y los balazos. El ejército de Zapata, abajo haciendas, arriba pueblos, se abre camino hacia la ciudad de México.
Junto al jefe Zapata, cavila y limpia su fusil el general Genovevo de la O., cara de sol con bigotones, mientras Otilio Montaño, anarquista, discute un manifiesto con el socialista Antonio Díaz Soto y Gama.
Entre los oficiales y asesores de Zapata, hay una sola mujer. La coronela Rosa Bobadilla, que ganó su grado en batalla, manda una tropa de hombres de caballería y les tiene prohibido que beban ni una gota de tequila. Ellos la obedecen, misteriosamente, aunque sigan convencidos de que las mujeres nomás sirven para adornar el mundo o hacer hijos y cocinar maíz, chile, frijoles y lo que socorra Dios y dé licencia.
Memoria del fuego III. El Siglo del viento, México: Siglo XXI, 1987, pág.47
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