domingo, 20 de febrero de 2011

Hablar por hablar

En esta fotografía se puede apreciar la “nube minera” sobre San Juan. Compárela con la nube natural arriba a la derecha de la imagen.

José Figueroa y Viviana Demaría

Oye, por qué no te callas?
La Presidenta Cristina Fernández acaba de anunciar el “Acuerdo Nacional de Promoción del Diálogo Social en la Industria Minera”. Pero en dicha oportunidad aconsejó que sobre estos temas no hay que “hablar por hablar”(?). Por su parte, El Sr. Gobernador de San Juan sobre minería, no dialoga; ni siquiera es un intolerante…censura o directamente reprime. Si criticamos la política minera se contesta que le hacemos el juego a la derecha, si se defienden los derechos ambientales se contesta que somos funcionales al grupo Clarín, si se reclaman los derechos a decidir cómo queremos vivir y qué tipo de actividades productivas queremos en nuestros territorios, se nos dice que parecemos “agentes de la mesa de enlace”. Si de este modo se invita a dialogar…

Imaginemos
Imaginemos por un momento un escenario donde en algún parlamento del pasado, se discuta sobre la abolición de la esclavitud. La vida humana -es obvio- tenía entonces un precio y este solía subir y bajar según las condiciones de oferta y demanda. Imaginemos que para dicha reunión, se invitara a los esclavistas a dar su opinión. Seguramente, estos habrían esgrimido muchos argumentos en favor de seguir con el comercio de esclavos, en tanto la utilidad de dicho negocio: desde la industria naviera para el transporte hasta la metalúrgica con que se elaboraban las cadenas y así. Quienes por el contrario se hubiesen manifestado en favor de la abolición, se los hubiera tratado de refractarios al crecimiento económico por rechazar tan apreciable actividad mercantil.

Imaginemos ahora un escenario actual: en promedio – según el estudio de impacto ambiental de la Meridian Gold – un día de explotación en una mina de oro a cielo abierto supone el uso de 7 toneladas de explosivos para volar 42.000 toneladas de roca (lo que genera alrededor de 14 toneladas de partículas en suspensión diaria) y luego 6 toneladas de cianuro; 400 kg de ácido clorhídrico; 400 kg de soda cáustica; 46 kg de litargirio; 23.300 kg de cal; 2.500 kg de azufre y 1 millón de litros de agua. Si esto lo multiplicamos por un año de explotación, los valores serían los siguientes:
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Un año de explotación
365 millones de litros de agua
2.190 toneladas de cianuro.
900 toneladas de azufre.

Liberará una energía cuya equivalencia en kilotones está más cerca de la verdad: es como hacer estallar bombas de Hiroshima en la cordillera…sin la radioactividad.

Luego de 20 años de explotación minera, toda la zona tardaría en lavarse por efecto de lluvias y/o nevadas, entre 100 y 500 años, tiempo que excede la escala humana de monitoreo y control del material tóxico allí encerrado. Sería muy interesante que nos dijesen sin tapujos toda la verdad sobre el impacto ambiental, así la sociedad civil podría decidir sobre el futuro de su medio ambiente.

Pero más allá del problema ambiental, otro de igual importancia consiste en la excesiva permisividad de la legislación minera, hecha para favorecer la extracción de recursos no renovables con un aporte mínimo de capital y puestos de trabajo. Esta legislación -la ley 24.196 y sus modificaciones- establece un máximo de 3% a las regalías provinciales, no sobre el producido final (valor del producto) sino del valor a bocamina, mucho más bajo.

Este monto es inferior al reintegro del 5% que el Estado paga por embarcar el producto en puerto, sin consideración por el valor agregado, así que en realidad los argentinos estamos pagando a los exportadores para que se lleven la riqueza de nuestro subsuelo – si lo desean, sin valor agregado alguno – a cambio de unos dólares miserables. La ley también prevé que las empresas pueden deducir de los impuestos a las Ganancias un máximo de 5% para mitigación de impactos ambientales, pero deja a su criterio lo que deban hacer en tal respecto. Las empresas gozan de toda clase de ventajas impositivas, lo cual sirve para alentar la actividad con ganancias muy superiores a las normales, que van más allá del valor de venta del producto. Además, se les permite capitalizar hasta el 50% de las reservas, lo cual equivale a la enajenación a priori del subsuelo nacional.

América Latina fue históricamente objeto de pillaje por parte de las potencias coloniales y la historia da cuenta que la extracción del oro y la plata fue posible merced a la muerte de millones de esclavos. Esta política de apropiación de nuestra naturaleza, hoy es llevada adelante por las multinacionales más poderosas del mundo. Pequeños y valientes pobladores defienden la soberanía. Esas gentes contrastan con quienes pretenden justificar con argumentos económicos, la comisión de uno de los crímenes más atroces e imposibles de imaginar.

Por otro lado, la Presidenta dijo que deberíamos aprender de Alemania: aprendamos entonces:“Considerando la economía, conservación del agua, química y protección de la naturaleza, las minas de oro usando cianuro a cielo abierto no es autorizado bajos las leyes de Alemania y de la Comunidad Económica Europea” (Declaración de Berlín sobre la Contaminación con Cianuro en la Minería).

¿Cuando se comprenderá que este mundo es un préstamo realizado por las generaciones futuras a la actual?, ¿Cuándo que este mundo debería devolverse en igual o mejores condiciones?

Del Sr. Gobernador de San Juan, no debería esperarse nada vinculado con la democracia, eso está claro. Pero de nuestra Presidenta ¿podemos esperarlo? Como expresó Mempo Giardinelli… no quisiéramos votarla bajo protesta ambiental.

La Quinta Pata

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