Beto Lanatti
, 13 – 02 – 11“Es un hecho aislado”, señaló el gobernador de Mendoza con referencia a las torturas a internos del penal de San Felipe por parte de un grupo de agentes penitenciarios.
Aún intentando la más rústica ingenuidad, es difícil suscribir semejante afirmación.
Aunque si le damos la derecha (la que más le gusta) al gobernador, podríamos asegurar que el “hecho aislado” lo constituye el acontecimiento de haberse hecho públicos los videos realizados por los propios torturadores.
Pero para peor, surge un exegeta del primer mandatario a explicar que es un hecho aislado “porque está fuera de la norma, porque no está dentro de las pautas impuestas por la política carcelaria” del gobierno, demostrando una desconcertante transfiguración del sentido.
Hace ya 40 años Michel Foucault advertía acerca del funcionamiento del sistema punitivo en tanto que los regímenes modernos abandonaron los suplicios públicos reemplazándolos por un castigo invisible, en las sombras: las cárceles.
Dice Foucault, entonces que el castigo tenderá, pues, a convertirse en la parte más oculta del proceso penal. Lo cual lleva consigo varias consecuencias: la de que abandona el dominio de la percepción casi cotidiana, para entrar en el de la conciencia abstracta; se pide su eficacia a su fatalidad, no a su intensidad visible; es la certidumbre de ser castigado, y no ya el teatro abominable, lo que debe apartar del crimen; la mecánica ejemplar del castigo cambia sus engranajes.
Y aparecieron los videos, lo que es nada más ni nada menos que hacer visible el teatro abominable que se intenta ocultar. Aquí el verdadero “hecho aislado”.
Leer todo el artículo
No hay comentarios :
Publicar un comentario