Alberto Atienza
"El guía existe por la necesidad del guiado. Es su razón de ser.
No es concebible imaginar a uno sin la presencia del otro.
Son parte de una misma expresión de realidad".
Rómulo Pertiaga
El guía avanzaba por una estrecha vereda flanqueada por viñedos cargados de racimos, bajo un bello sol de oro. Le marcaba el sendero a Recuana. Cumplía con su misión, llevarlo hacia un horizonte promisorio. A veces discurseaba. Se inflamaba prometiendo hechos que no se concretaban, que adquirían solo existencia oral, por un instante. Cuando hablaba de él, se presentaba como el artífice de un destino superior. A veces sus dichos se traducían en obras. Y en esos casos se generaba la polémica, por lo incomprensible de algunas resoluciones, lo faraónico de ciertos proyectos y los desmesurados gastos en viajes, cemento, plantines y propaganda. Le extrañó a Recuana, el largo silencio que tiñó buena parte de la marcha. Y el guía habló.
- Yo no sé por qué me pasa esto. Logré lo que me propuse. Una casa grande y hermosa. Vacaciones en la costa argentina o en el Caribe. Una moto muy cara para mí adorado hijo. La tranquilizante cuenta bancaria en el exterior. Hice exitosas inversiones en Chile, en mi propia tierra. Poseo estaciones de servicio, campos. Soy socio del aspirante a prócer, del número uno en las sombras y hasta le tiro algunos billetes en publicidad a su toallero. Tengo una hermosa familia y una amante de treinta años. Ahora, mando. Dispongo. Declaro. Los escribas me rodean, solícitos por el óbolo que mes a mes les deslizo en sus bolsillos. Cuando manejo mi 4x4 me siento pleno. El parque automotor que me rodea en los semáforos, en las avenidas, es obsoleto y execrable. Autos de los 70, de los 80. Y los nuevos, esos diminutos sin cola ni baúl, económicos. No me imagino en el habitáculo de uno de esos cochecitos impulsados por gas natural comprimido. Pequeños y a gas. Es como desplazarse en un encendedor de cigarrillos. Todos los días me siento bien, por haber subido hasta donde estoy. Usé mi inteligencia y si las papas quemaban, metí los codos. Soy rico. Amo y me aman. Mi esposa aguanta a mi novia, nunca me gustó la palabra amante, aunque es bella, deriva de amor. Me banca la veterana porque no le hago faltar nada. Es un convenio tácito. Déjame ser feliz. Anda. Compra lo que quieras, sé feliz.
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