domingo, 24 de abril de 2011

No somos ángeles

Viviana Demaría y José Figueroa

Porque la palabra nos funda y promueve subjetividad, es que estamos escribiendo hoy estas líneas. Porque no da lo mismo enarbolar el horror y la muerte, que la vida y la esperanza. La palabra no es inocente y nuestro paso por este mundo nos invita a construirlo con aquellas que despierten los espacios más luminosos de la condición humana.


Es por ello que la medida dispuesta por la Ministra Nilda Garré, resuena en todos los registros de nuestra cotidianeidad. Y al reverberar, demuele la violencia, la oscuridad y el espanto dando paso a la emergencia de nuevas significaciones que convocan a los derechos humanos, al cuidado y a la vida dentro de aquellas instituciones en las que se seguirán formando los ciudadanos que lleven adelante el poder coactivo en la administración del estado.

La Escuela Superior de Policía denominada "General de Brigada Cesario Ángel Cardozo" cambia su nombre por el de "Comisario General Enrique Fentanes"



Fentanes, el pensador vernáculo
En 1968 Enrique Fentanes publicaba “La policía judicial. Teoría y realidad”. Curioso y preocupado, leía a Otto Mayer y Adolfo Posada. De hecho, consideraba definitoria la influencia del derecho administrativo francés y la ciencia de policía estudiada en aquel país. Buscaba en el viejo continente herramientas que le ayudaran a fundamentar su tesis sobre el “principio de unidad funcional” de la policía como precepto doctrinario contrario a la separación de funciones de seguridad y judiciales.

El registro institucional de la policía no le resultaba ajeno. Y en otro de sus textos - “Tratado de la Ciencia de Policía” – pone de manifiesto que “La ciencia de la policía tiene por objeto el estudio sistemático y metódico de la policía como institución y como estructura”.
En absoluto ajeno a los espacios de poder que se conjugan en la labor policial, Fentanes – siendo uno de ellos – puso en palabras sus preocupaciones sobre una institución que desde hace mucho tiempo merecía escuchar estas inquietudes brindándose una autocrítica que la lleve nuevamente hacia sus orígenes: un cuerpo de civiles a los que se les otorga el uso de armas y que tienen la función de proteger a la sociedad.

Por su parte, la Escuela de Cadetes, denominada "Coronel Ramón Lorenzo Falcón" pasa a llamarse "Comisario General Juan Ángel Pirker"


¡Murió Pirker!
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Fue una tarde de febrero de 1989 mientras cruzaba la plaza. Iba hacia un café, creo. De pronto lo veo al Chango. Venía al encuentro (me dí cuenta); agitado y preocupado me dice: ¡Murió Pirker! Me quedé en silencio. En ese instante lo vi todo con mucha claridad. Recuerdo que pensé: ¡Listo! Se jodió todo. Esto se cierra y no se abre más.

Los acontecimientos del 10 de junio de 1987 revoloteaban en el aire. Ya en 1988 había muerto en circunstancias poco claras el juez Jaime Far Suau uno de los integrantes de la investigación de la profanación de la bóveda donde descansaban los restos del presidente Juan Domingo Perón y la mutilación de su cuerpo.

Se decía que el ataúd que contenía los restos de Perón estaba resguardado dentro de un nicho de acero empotrado de más de dos metros de ancho por 90 centímetros de alto y otro tanto de profundidad. Como refuerzo le había sido colocado un cristal blindado engarzado en un marco rectangular de acero diseñado de tal forma que de romperse totalmente el vidrio el féretro no podría ser sacado. El blíndex tenía una cerradura en cada una de sus puntas y para abrir cada se cerrojo se necesitaban tres llaves y doce en total para quitar todo el conjunto.

O los que lo profanaron tenían las llaves o …

Pirker estaba a cargo de la Policía dado el prestigio que había adquirido como comisario además de la confianza que el presidente Alfonsín había depositado en su figura. Junto al Juez Jaime Far Suau y los integrantes de la SIDE eran los que más datos tenían del caso. Evidentemente, sabían demasiado.

Dice la historia oficial, que en febrero su corazón dijo basta. Un ataque de asma detuvo la vida de Pirker y junto con ella la prosecución de la investigación que estaba llevando adelante.


Por último, la Escuela Federal de Suboficiales y Agentes "Comisario General Alberto Villar" pasa a llamarse "Don Enrique O’Gorman"



El hermano de Camila
Enrique O’Gorman dirigió la fuerza entre 1867 y 1874, la mayor parte del tiempo, bajo la presidencia de Sarmiento.

Quizás por su propia convicción, quizás por lo residuos de dolor que dejó en su alma la historia de su hermana, una de sus primeras tareas fue disponer que dejaran de aplicarse barras y cepos a los detenidos en comisarías por considerarlos instrumentos de tortura.

A poco de asumir le tocó actuar durante la epidemia de cólera de 1867 y 1868, que según las cifras oficiales costó a la ciudad 1580 muertos. En enero de 1870 creó el Cuerpo de bomberos voluntarios de la provincia de Buenos Aires. En 1868 proyectó y logró la aprobación del reglamento general del departamento de policía de la ciudad de Buenos Aires y ese mismo año editó un Manual del vigilante para el personal subalterno.

Cuando en enero de 1871 el comisario de la sección catorce detectó en San Telmo los primeros casos de fiebre amarilla, O'Gorman informó con celeridad a las distintas áreas intervinientes y recibió la orden de apoyar al consejo de higiene en el desalojo de las manzanas afectadas. No obstante la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires se extendió imparable por la ciudad.

La intervención de la policía y personalmente de O'Gorman fue constante, con riesgo de su propia vida e incluso cuando enfermó gravemente su propia esposa, al igual que la de su hermano Eduardo O'Gorman.

Metarrelatos
Porque no somos ángeles, sino integrantes de una cadena generacional que nos significa como sujetos y nos humaniza, es que los nuevos estudiantes que serán los herederos de estos nuevos nombres, de estas biografías mucho más comprometidas con la dignidad, el honor y la solidaridad, darán cuenta en el futuro de estos otros valores que ahora sí – por voluntad democrática – están escritos en los frontispicios de sus edificios.

La Quinta Pata, 24 – 04 – 11

La Quinta Pata

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