Roberto Vélez
Amadeo Frúgoli, ex ministro de la dictadura, reivindica públicamente al ingeniero Gabrielli. Dice que fue “un estadista”…“hacedor de cosas”, perteneciente “a todos los mendocinos libres de prejuicios ideológicos o mezquindades…” y que era un pragmático con “limites dados por principios éticos”.
Primera cuestiónFrúgoli debiera callarse la boca. Los golpistas, represores y sus cómplices civiles, no tienen la más mínima autoridad moral para opinar sobre asuntos públicos desde una perspectiva democrática.
SegundaHitler y Videla, alguna obra pública hicieron. Esto nada tiene que ver con la cuestión principal. Se trata de autoritarios, cuando no asesinos que usurparon el poder político. Y cometieron crímenes de lesa humanidad que fueron investigados por la CONADEP y hoy son juzgados.
TerceraGabrielli y sus jefes de policía reprimieron desde su asunción en junio del 70 hasta abril del 72. Particularmente a estudiantes. Lo sucedió Luis Gómez Centurión que había estado a cargo de la VIII Brigada de Montaña durante el Mendozazo. Asesinatos, vejaciones y detenidos en las mazmorras de Comunicaciones fue el trágico saldo nunca investigado.
En una solicitada del PD de esos días leemos:
“El extremismo de izquierda ha logrado romper la paz de la provincia. La ciudad inerme a merced de un reducido pero organizado grupo de terroristas. Enfrentar aquí y ahora al extremismo”.
El viejo cuento de siempre, esgrimido como justificativo por los conservadores de distinto signo, en todas las épocas. Nunca identificaron a guerrillero ni a terrorista alguno. Y detuvieron a centenares de personas.
Después de Gómez Centurión vino otro demócrata: Félix Gibbs. Acompañado por muchos de sus correligionarios.
CuartaLeer todo el artículoEn el 76 ese mismo lugar fue utilizado como campo de concentración y tortura. Esta vez a cargo de, entre otros, los militares Puebla, Largacha, Miño y Peralta. Un suboficial Pajella al mando de Gómez Saa y de Dopaso torturaba. El jefe operativo era un oficial de la aeronáutica.
Entre muchos otros acompañaron a la última dictadura Bonifacio Cejuela, Alberto Aguinaga, Ariosto Falaschi, Horacio Arnut, Raúl Salvador Llano, Lorenzo López Aragón, Alberto Ignacio González, Carlos Eduardo Aguilar, Alfredo Ramón Acosta, Isauro Pedro Guevara, Eliseo Joaquín Vidart Villanueva, Jorge de la Reta, y el propio Frúgoli a nivel nacional (sucesivamente ministro de bienestar social, de justicia y de defensa).
Quinta: Muchos civiles del PD., aceptaron ofrecimientos de los golpistas para ocupar cargos en la suprema corte. Fueron virtuales escribanos de las atrocidades que vivió la provincia, frente a las que, como ocurrió con la justicia federal, no movieron un dedo.
Seguramente este es el acompañamiento cómplice de los demócratas que se corresponde con los principios éticos de Frúgoli.
En una carta que le envía Carlos Aguinaga el 26 de setiembre de 1988 a “Mi querido amigo Ángel Bustelo” comentando la salud a fines del 76 de Benito Marianetti, días previos a su fallecimiento, dice:
“Estaba inmerso en una honda, evidente y acuciante preocupación por las circunstancias que vivía el país y porque su amigo, Ángel Bustelo, necesitaba una gestión casi imposible para que terminara la injusticia, agravada por la intolerancia y la soberbia, que es propia del poder ilegítimo”.
Cuando estas sean las posiciones que los demócratas reivindiquen, cuando dejen de lado las autocríticas de ocasión, cuando deje de levantarse a Gabrielli como estandarte, cuando dejen de pertenecer al partido tantos fascista que integran sus filas, cuando Frúgoli sea sancionado por su accionar golpista y cuando se comprometan definitivamente a ser demócratas consecuentes, empezaremos a creer que ese partido dejó atrás su tradición no democrática.
Hasta tanto eso ocurra, los dichos de Frúgoli serán siendo los del PD.
Despreciables por cierto.
La Quinta Pata, 08 – 05 – 11
La Quinta Pata
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