Évelin Torre
La iglesia católica como institución siempre ha sido un engranaje importante en el mecanismo mundial de dominación planetaria y mercantilista. Lejos de cumplir una función de contención para evitar injusticias, exclusión y pobreza, se ha mostrado sostenedora, multiplicadora y beneficiaria del sistema que las genera.
Sin promover una lucha sincera para combatir aquellos flagelos que afectan a las mayorías, ha mantenido una retórica en defensa de los valores cristianos llegando, en algunos casos, a niveles de irracionalidad. Un ejemplo paradigmático es el del cura malargüino Jorge “Pato” Gómez, quien nos sorprendió hace unos meses cuando afirmó que "es diez mil veces más grave violar las convicciones sacerdotales que a un menor". Es el mismo personaje nefasto que hace un tiempo atrás sostuvo, en un programa televisivo para niños, que a los indios había que matarlos por malos, porque, a su entender, “no querían dejar los demonios ni los falsos dioses ni querían convertirse, querían seguir siendo malos”.
Este cura jamás fue sancionado por sus declaraciones, y ello evidencia que su discurso coincide con el de las cúpulas eclesiásticas, sostenedoras de la cultura de la intolerancia, la cultura de la muerte. En este sentido, ya es conocida la complicidad de muchos religiosos y de las autoridades de la iglesia católica con la última y más sangrienta dictadura que azotó nuestro país.
Apoyando las pretensiones neoliberales y convirtiendo al capital en su dios, actuaron con un grado de responsabilidad pecaminosa al apoyar la represión, cuyo alcance y dimensión no podían desconocer, como han pretendido los distintos miembros de la curia que han sido citados a declarar tanto en el juicio que se llevó a cabo en San Rafael como en el que se está sustanciando en la ciudad de Mendoza.
Así, en el sur provincial encontramos al cura Revérberi, quien será investigado luego de que varios testigos lo acusaran de haber presenciado las sesiones de tortura. Este cura dice no haber cobrado nunca sueldo alguno del estado, pero él mismo declaró y reconoció haber sido capellán militar (que implica un sueldo estatal) desde 1980, aunque niega tener conocimiento de las torturas perpetradas a los detenidos. Además, y como si esto fuera poco, algunos militantes de la APDH-San Rafael afirman, que el padre Revérberi también es acusado de acoso sexual contra los colimbas cuando era capellán militar, hechos por los que también está siendo investigado.
Leer todo el artículoPor su parte, monseñor Rey, quien en la década del ‘70 era capellán del Ejército y una de las máximas autoridades de la Iglesia mendocina, dio su declaración ante el tribunal que actualmente juzga a algunos de los represores, sin embargo, no pudo aportar absolutamente nada porque no recordaba o no sabía. Difícilmente, un cura de alto grado como Rey, no pudiera comprobar la veracidad de lo que a diario decenas de familiares de presos, secuestrados, asesinados y desaparecidos denunciaban ante él y su superior, monseñor Maresma, en la sede del arzobispado. Él mismo reveló que confeccionó una lista de detenidos, que luego destruyó porque consideró “que todo aquello había terminado”.
Otra muestra emblemática de la complicidad de la curia con los represores pudo presenciarse el pasado jueves en los tribunales federales, con motivo de la declaración del presbítero Oscar Moreno, designado capellán mayor de la policía provincial en julio de 1976. El testigo negó tener conocimiento de lo que acontecía en el D2 y al concluir su testimonio y luego de elogiar a los imputados Smaha y Lucero, pidió permiso para abrazar a “los muchachos”, dando cuenta, no solo de su complicidad, sino de una larga amistad con los genocidas.
Las evidencias de que Moreno conocía lo que acontecía en el D2 son demoledoras. En este sentido, el mismo jefe de ese CCD, Sánchez Camargo, aseguró que los detenidos eran tratados correctamente, gozaban de control médico y “asistencia espiritual a cargo del padre Moreno”. A este hecho hay que sumarle que el cura, junto a Carlos Rico y otros represores, recibió seis ciclos de formación en lucha antisubversiva en Buenos Aires.
En suma, este repaso de declaraciones vertidas recientemente por religiosos en nuestra provincia da cuenta de que su conducta no difiere sustancialmente de aquellos inquisidores que en la edad media perseguían a quiénes consideraban “brujas” y “herejes”, aquellos que se oponían a una religión establecida. Claro que en el discurso actual, se presenta como una iglesia moderna y actualizada, pero en esencia es la misma institución opresora que impone sumisión, silencio y ejercicio de la obediencia ciega y sin réplica a la autoridad eclesial.
Muestra clara de esta neo-inquisición es el caso del padre Alessio, quien fue expulsado por mostrarse abiertamente a favor del matrimonio igualitario, confirmando que cualquier discurso que implique evolución y progresismo, no solo es rechazado por la iglesia, sino también duramente castigado en defensa de una ideología autoritaria y medieval, olvidando que no hay que respetar todas las ideas pero sí a todas las personas.
La Quinta Pata, 22 – 05 – 11
La Quinta Pata
2 comentarios :
Coincido totalmente con vos ya es hora de que ciertos sectores sociales se saquen la careta y se hagan cargo de sus acciones.
Muy buena la nota. Un abrazo desde Anillaco, La Rioja. Si quieren pueden visitar el blog de Radio La Bocona, la radio comunitaria de la región. Le dejo el enlace de lo que fue hoy un acto de desagravio a Angelelli. http://radiolabocona.blogspot.com/2011/06/acto-de-desagravio-monsenor-angelelli.html
Ramón Cabello
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