domingo, 1 de mayo de 2011

La voluntad

Viviana Demaría y José Figueroa

Cuando está de veras viva,
la memoria no contempla la historia,
sino que invita a hacerla

Eduardo Galeano

“La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan la experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones anteriores, es uno de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo XX. En su mayor parte, los jóvenes, hombres y mujeres, de este final de siglo crecen en una suerte de presente permanente sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo en el que viven”.

Con estas palabras Eric Hobsbawm expone el desafío al que nos empuja este milenio: cómo formar parte de este mundo. Crítica y memoria se convierten entonces en los materiales necesarios para esta labor imprescindible.

El material humano
Si nuestra biología fue dicha por Carl Sagan con la poesía suficiente como para maravillarnos al escuchar que éramos “polvo de estrellas”, es tiempo ya de reconocer que nuestra subjetividad está constituida por el mismísimo material de los sueños. De los singulares y los colectivos.

Es nuestro paso por este mundo – las huellas que dejamos en él – la pluma con la cual se escriben las hojas de la historia. Historia que luego garabatea sobre lo colectivo y lo singular a través de sus relatos de presencias y ausencias, de sus recuerdos y sus olvidos. De este modo, psique y sociedad, se entrelazan produciendo humanidad.

En este sentido, los actos del recuerdo siempre están al servicio de las acciones presentes. Se recuerda para poder sentir, evocar, imaginar, desear, sentirse impelido a hacer algo, aquí y ahora, o en un futuro más o menos próximo. Lo importante es tener a disposición una red significante donde hacer pie en nuestra vida cotidiana. Sea a través de los grandes relatos colectivos, de las mínimas historias familiares o de nuestra cotidiana narrativa identitaria. Lo menos importante es, en definitiva, la exactitud término a término entre el recuerdo y el acontecimiento o el objeto a recordar. Ese territorio pertenece a la pretensión de objetividad que “el pasado” de la Historia – como disciplina científica – intenta restituir.
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Hay otro modo de historiar, más ligado a nuestra humana condición, y es aquel propio del emanado de los efectos de la memoria colectiva. Ella dispone cotidianamente del recuerdo y del olvido. De otro modo no habría manera de entender por qué cada nueva generación necesita tanto de los testigos de una parte importante de la historia como en encontrar de quien se siente heredera. Es por esta condición que la historia no puede reemplazar a la memoria colectiva.

Sin Ombligo
Las palabras de Hobsbawm al iniciar este escrito, se convierten a esta altura, en una clara advertencia. Un profundo y explícito modo de decir sus preocupaciones respecto de nuestro paso por este mundo.

Umberto Eco piensa en sintonía con la descripción que realiza nuestro historiador acerca de esta desligadura. Y se escandaliza cuando recuerda aquella famosa encuesta donde gran parte de los niños de Nueva York estaban convencidos de que la leche era un producto como la Coca Cola.

Claro que la cuestión no son los niños de NY.

Son los signos que nos fueron dando los tiempos acerca de cómo los recién llegados a este mundo eran menos recibidos por la historia y más por la inmediatez; menos por la ternura y más por la desolación; menos por la alegría de la inclusión en un colectivo y más por la despótica desafiliación.

Es por eso que los aun testigos, los pertinaces “lugares de la memoria” – al decir de Pierre Nora – insisten en la tarea de aportar, aunque más no sea en mínima medida y a fuerza de pura voluntad, algo que sirva a la reconstrucción de esa cadena que permita ligar este presente con gotitas de nuestro pasado y así enlazar el sentido de la existencia para que las nuevas generaciones lo hagan propio, se incluyan en la historia, se resignifiquen y relancen hacia el futuro sueños que sean las nuevas utopías de la humanidad.

La Quinta Pata, 01 – 05 – 11

La Quinta Pata

1 comentario :

Laura Capella dijo...

Muy bueno queridos amigos, en esa tarea estamos empeñados. Abrazo y buen comienzo de semana

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