El depuesto régimen egipcio hizo lo posible para asegurarse de que los palestinos de Gaza se mantuvieran dentro de los muros del campo de concentración custodiado por los israelitas. Durante la guerra de Israel contra Gaza – diciembre de 2008 a enero de 2009 – el ministro de relaciones exteriores del anterior régimen, Ahmed Abou Elgheit declaró simbólicamente la guerra unos días antes del ataque al efectivizarse la visita en El Cairo de su entonces homólogo israelí, Tzipi Livni. En ese momento se obsesionó con " romperles los huesos a todos aquellos que violaran la seguridad nacional de Egipto. "
Se refería a los niños, hombres y mujeres hambrientos de Gaza que, en un acto de heroísmo sin precedentes en enero de 2008 derribaron el muro en la frontera entre Egipto y Gaza e inundaron las calles de la ciudad egipcia de Al Arish para comprar alimentos , leche y medicinas, y luego tranquilamente regresaron a sus hogares. Voceros del antiguo régimen y analistas políticos sin ninguna vergüenza hicieron lo suyo para demonizar a los habitantes de Gaza. Lanzaron acusaciones tales como "terrorismo", "vandalismo" y "amenazas a la seguridad nacional" a fin de justificar el cierre del paso de Rafah, el único lugar oficial de cruce entre Gaza y Egipto.
Tanto miedo tuvo de sus vecinos de Gaza el ex Ministro del Interior de Egipto, ahora detrás de las rejas, que se entregó a la denuncia histérica de que la reciente revolución popular egipcia, había sido causada por "algunos infiltrados de Hamas." El mismo despiadado ministro había acusado a los palestinos de Gaza, de estar detrás del atentado contra una iglesia cóptica en Alejandría en la víspera del año nuevo, en el que murieron 21 personas. De hecho es ahora el mismo el-Adly y la policía de seguridad estatal egipcia que están bajo sospecha e investigación de llevar a cabo este y otros ataques.
La revolución egipcia terminó con esa farsa política. Nadie puede negar que este levantamiento es una revolución social por excelencia, una revolución contra la corrupción, el despotismo y la tiranía. Pero esto es Egipto después de todo: el corazón del mundo árabe, el polo del panarabismo. Si hay revueltas en Egipto, el mundo árabe contiene la respiración ya que sus consecuencias son incalculables y se dejarán sentir en las próximas décadas.
Sin embargo, Egipto está también "embrujada" por la cuestión palestina. Uno desde aquí tiende a estar en desacuerdo con la opinión prevaleciente de que la revolución de Túnez fue la única inspiración catalística de la revuelta en Egipto. Este enfoque ahistórico ignora algunos hechos sociales y geopolíticos sobre la naturaleza acumulativa de los factores que conducen a las revoluciones. Las protestas y las huelgas de los trabajadores de Mahalla, indudablemente, desempeñaron un papel importante en la conciencia revolucionaria egipcia, una conciencia que, como se sabe, está caracterizada ya por un legado muy rico de rebeliones contra la opresión.
El régimen de Mubarak se basó en gran medida en las herramientas de opresión que facilitó Estados Unidos. Es importante notar que ni un solo movimiento pro-democracia en el mundo árabe ha sido apoyado por EE.UU., de ahí la confusión y las declaraciones contradictorias hechas por funcionarios de ese país sobre la revolución egipcia. Esta es una revolución por la democracia, la dignidad personal y colectiva y en contra de los conocidos niveles de corrupción y nepotismo egipcios.
Y aún así, no importa lo mucho que el régimen de Mubarak y la autoridad palestina con sede en Ramalá tratara de silenciar y suprimir los vínculos de simpatía y afinidad entre los pueblos palestino y egipcio, estos vínculos siempre han estado ahí.
Y aquí es donde debo apartarme de los analistas que toman la gran revolución de Túnez como el catalizador de la rebelión egipcia. Cuando un tercio del pueblo palestino – los que viven en la Franja de Gaza y Cisjordania – fueron a las urnas en el 2006, y votaron: en contra de los acuerdos de Oslo, la solución racista de los dos estados y en contra un deformado régimen mini-árabe a ser creado bajo estos acuerdos. La mayoría de los observadores internacionales consideran estas elecciones las más limpias y transparentes que se llevaron a cabo en Medio Oriente. Estos comicios llevaron a la organización Hamas al gobierno y se plantearon cuestiones que vienen de mucho tiempo atrás en cuanto a la idea orientalista de la incompatibilidad de la democracia con la cultura árabe.
En un revelador cambio de postura desde su discurso en El Cairo en junio del 2009, el presidente estadounidense Barack Obama ha hablado desde entonces de la democracia sin afirmar el derecho de los palestinos a elegir libremente a sus líderes. Sin embargo, más serios debates y profundas preguntas se habían iniciado en el mundo árabe, especialmente en los países vecinos: si los palestinos, bajo la ocupación, podrían votar libremente ¿por qué no nosotros, entonces?
Huelga decir que los resultados de las elecciones palestinas de 2006 no fueron lo que Israel, EE.UU. y sus aliados árabes estaban esperando. De ahí la imposición de un sitio sin precedentes a Gaza por el temor de la propagación de la verdadera democracia al estilo de América Latina – una democracia en la que las personas son libres para elegir partidos cuyas ideologías no coinciden necesariamente con los intereses de EE.UU. e Israel.
El más feroz rechazo vino de los llamados "moderados" de los regímenes árabes encabezado por el depuesto gobierno egipcio. Israel decidió cerrar las seis puertas de Gaza, y el régimen egipcio hizo lo mismo mediante el cierre de Rafah, la única salida de Gaza hacia el mundo exterior. Este bloqueo, hasta el momento, causó la muerte de más de 600 personas con enfermedades terminales cuyas vidas podrían haberse salvado si se les hubiera permitido la entrada a Egipto. A esto hay que agregar la devastación que ha causado a la sociedad de Gaza y a su economía.
Pero el sitio fracasó en su intento de obligar a los palestinos de Gaza – una prisión al aire libre – a rendirse. Esto llevó a Israel a lanzar la guerra genocida que fue prefigurada por la presencia de Tzipi Livni en el corazón de El Cairo. Ninguno de los objetivos de la guerra fue logrado, para consternación de los "moderados" de los regímenes árabes.
Después de la guerra, Egipto comenzó a construir bajo la supervisión estadounidense un monstruoso muro de acero subterráneo bloqueando los túneles debajo de la frontera, única vía de escape que los palestinos de Gaza pudieron crear.
Los intentos del régimen egipcio para cubrir su complicidad con Israel y los EE.UU. fueron, por desgracia, apoyados por la aceptación de los dirigentes palestinos de iniciar las interminables rondas de diálogo nacional en El Cairo, una vez más, patrocinadas por el gobierno egipcio. El fracaso de los dirigentes palestinos de todas las facciones por desvincularse del régimen egipcio y adherirse a las demandas de los palestinos de Gaza ayudó, indirectamente, a prolongarle la vida.
Esto es un reflejo de la naturaleza elitista - por no decir la falta de visión - de los dirigentes palestinos, que por tiempo han creído que el camino a seguir es aliarse a los regímenes, en lugar de las fuerzas populares y la sociedad civil. De ahí, la falta de solidaridad con los egipcios, tanto en Ramalá como en Gaza en los primeros días de la revolución.
El régimen de Mubarak no solo cerró el paso fronterizo de Rafah y erigió el Muro de la vergüenza, sino también evitó todo tipo de solidaridad y apoyo procedentes de activistas internacionales decididos a romper el sitio. El convoy Viva Palestina y la Marcha por la libertad de Gaza fueron tratados brutalmente por los servicios de seguridad egipcia.
La única manera de llegar a Gaza es por mar y ya nueve activistas turcos perdieron la vida como consecuencia de la masacre a sangre fría cometida por Israel el pasado mayo a bordo del Mavi Mármara, uno de los buques de la Flotilla por la Libertad de Gaza.
Pero la pregunta que se planteó fue la responsabilidad indirecta de Egipto: abierto el paso para todos, esas nueve preciosas vidas se hubiesen salvado. La masacre condujo a la decisión de Egipto de "parcialmente" abrir la puerta de Rafah sin finalizar el sitio. Este paso, irónicamente, coincidió con la decisión de Israel de "distender" el bloqueo ¡permitiendo la entrada de más chocolate suizo en Gaza!
El pueblo egipcio, con sus activos movimientos de base, la juventud y los sindicatos observaron con impotencia y con consternación cómo sus hermanos palestinos sufrían lo que llevó a Richard Falk ,relator especial de las Naciones Unidas para los Territorios Ocupados, a describirlo como "un preludio al genocidio", con la complicidad - si no la participación directa - del régimen egipcio. Pero también vio la firmeza palestina frente a este asalto.
La complicidad del régimen egipcio, sin duda jugó un papel crucial en la radicalización de la conciencia egipcia. La naturaleza catalítica de la complicidad de Mubarak con la opresión israelí, por razones incomprensibles, ha sido ignorada por los principales medios de comunicación. El concepto de dignidad, colectiva y personal, como lo entendemos, fue inspirado en las fogosas palabras del líder revolucionario egipcio Gamal Abdel Nasser, al terminar la revolución de 1952 ejecutada contra un monarca corrupto, el rey Faruk, y sus aliados, el colonialismo británico.
El lema "Levanta la cabeza, hermano, los años de sometimiento han terminado", no es solo parte de la conciencia moderna de Egipto y el sentido de la dignidad nacional, sino también la de todo el mundo árabe en general, y de los palestinos en particular. Por otra parte, Palestina, para la mayoría de los egipcios, es parte de la psique nacional de su país, y a pesar de todo el parloteo sobre "la paz" y "la reconciliación” existe una profunda herida, que forma parte del ser nacional y que aún no está cicatrizada.
Esto, sin embargo, se suponía que iba a cambiar con la apuesta del ex presidente egipcio Anwar Sadat - el tratado de paz con Israel en 1979 - que dejó a Egipto firmemente amarrado al campo estadounidense. El discurso oficial egipcio echó la culpa de muchos de los problemas del país a los palestinos. De ahí, los malos tratos a los palestinos, los habitantes de Gaza en particular, en manos de los conocidos servicios de seguridad del estado egipcio. No es de extrañar, entonces, que la última decisión tomada por el gobierno depuesto fue prohibir a todos los palestinos que entraran a Egipto.
Ahora la pregunta que pide una respuesta es sobre el futuro de las relaciones egipcio-israelíes. El cruce de Rafah está "parcialmente" abierto a unos pocos pasajeros, pero no se permite la entrada de mercancías, comida o medicinas. A Algunos palestinos se los manda de vuelta y todavía se encuentra en vigor la decisión adoptada por el gobierno anterior de no conceder la entrada a los habitantes de Gaza en el aeropuerto de El Cairo. El sentimiento en las calles de Palestina, como es natural, ha apoyado las revoluciones en el mundo árabe, cosa que ocurre a pesar de la posición adoptada por las dos partidos que controlan la Franja de Gaza y Cisjordania de prohibir toda manifestación de solidaridad con tales rebeliones.
El cambio radical en Egipto significaría uno aún más radical en Palestina, así como un Egipto a favor de Palestina significaría el fin del sitio de Gaza. ¿Pero cuándo vamos a ver eso? ¿Es mucho pedir? ¿Tenemos que "entender" las dificultades por las que atraviesan los nuevos gobernantes de Egipto, mientras nos morimos de hambre y continúa sitiada nuestra Gaza? Si este es el caso, ¿por qué los palestinos de Gaza, tenemos que pagar el precio? ¿Están todos los demás pasos y los puestos fronterizos de Egipto "parcialmente" abiertos como la puerta de Rafah? ¿Y por plantear estas preguntas, somos nosotros considerados "una amenaza a la seguridad nacional de Egipto?"
* Haidar Eid es profesor asociado de literatura postcolonial y postmoderna de la universidad al-Aqsa en Gaza y asesor político de Al-Shabaka, the Palestinian Policy Network.
La Quinta y The Electronic Infitada, 23 – 03 – 11
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