domingo, 15 de mayo de 2011

Querer ser

Penélope Moro

El precedente es la mayor conquista alcanzada en materia de derechos civiles por sectores negados históricamente a causa de su diversa orientación social: la ley de matrimonio igualitario. La ejemplar lucha llevada por estos grupos frente a los ataques de quienes aun en plena democracia pretenden un funcionamiento social basado en valores religiosos y principios moralistas, finalmente permitió a miles de personas acceder a los derechos que contempla la norma. El camino hacia ella y los resultados positivos de su aplicación crearon un escenario oportuno para avanzar en la disputa social y cultural por una efectiva redistribución de derechos para todos y todas.

En este contexto es que hoy las personas transexuales se han organizado en torno a una lucha en pos del reconocimiento legal de su identidad de género. Con este fin, en el congreso de la nación yacen algunos proyectos que esperan a la brevedad ser debatidos y consensuados para su posterior aprobación. Hasta el momento, las imposiciones culturales desplazan del plano de la legalidad, con nefastas consecuencias en lo social, a quienes no se identifican con el género representado por su genitalidad.

Lo esencial del debate es comprender que la identidad de género de las personas no es algo dado biológicamente, sino que se construye a partir de la identificación que cada uno o cada una tiene con sus propias formas de sentir y de entenderse; y que no necesariamente deben corresponderse con la normativa binaria varón/mujer, ya que esta es solo una categoría definida e impuesta socialmente. En tanto construcción, la transexualidad tampoco debe entenderse como una enfermedad de orden psiquiátrico.

La ausencia histórica de esta perspectiva ha habilitado todas las formas posibles de discriminación social hacia las personas trans. Forzadas a la marginalidad, nuestra sociedad les representa un lugar profundamente riesgoso. Cada día son expuestas a situaciones de insalubridad tras ser rechazadas por el sistema de salud; además del dilema lógico que significa para ellas demandar atención médica sin un documento que acredite su verdadera identidad. El estigma social con el que cargan las termina por excluir del sistema educativo, por lo que también tienen limitadas las oportunidades laborales. Entrampadas en esta realidad deben recurrir a la calle para buscar sus medios de subsistencia, enfrentándose a una permanente criminalización y persecución policial.

La sanción de la ley de identidad de género contribuiría a reparar tantos flagelos. Y como ya sucedió con la ley de la igualdad, además de dignificar la calidad de vida de muchas personas y de equiparar derechos, haría de esta una sociedad algo más libre. Porque de ser reconocidos/as por lo que sentimos y somos, y de reconocer a los/as demás en iguales términos también se trata la libertad.

INFO: www.attta.org / www.lgbt.org.ar

Río de Palabras 46, 15 – 05 – 11

La Quinta Pata

1 comentario :

Anónimo dijo...

Lo unico que se ha igualado es el concepto de matrimonio y el mal uso de la palabra matrimonio gay con lo cual es un nuevo invento de las sociedades que ignoran sus propios origenes y dan viste verde a culturas menores sobre la busqueda de la verdad y la razon.

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