Alfredo Saavedra
El precio de la gasolina sigue en ascenso sin que el estado pueda impedirlo porque hacerlo sería interferir en el sistema de mercado libre, según lo ha justificado el gobierno de Canadá, de acuerdo con artículo de este sábado, publicado en el importante rotativo Toronto Star.
Ese concepto de mercado libre, nunca pudo haber tenido tanta justificación como ahora que es confirmado por un gobierno dotado de absoluto poder, recibido por un cuarenta por ciento del electorado que ha tomado la opción por un sistema de derecha, cobijador del sistema empresarial que beneficia, entre otros al no menos importante negocio de la gasolina.
El autor del artículo, experto en el tema, Thomas Walkom, al referirse a la declaración oficial de no interferir en el mercado libre se pregunta de cómo el mercado del petróleo, dominado por carteles puede ser llamado libre. Porque resulta que la libertad que tiene esa industria de imponer precios es basada en el argumento de que el alza es resultado de la excesiva demanda, lo que en cierta forma es verdad pues el aumento de vehículos automotores ha estado en relación con el aumento de la población.
Sin embargo, señala el articulista, para beneficio del medio ambiente, en la medida que sube el precio de la gasolina disminuye el consumo pues los consumidores optan por alternativas de transporte para disminuir el gasto. Como sea, los grandes beneficiarios del alza en el precio de los combustibles, son las gigantescas corporaciones del petróleo.
De esa forma sólo en los tres primeros meses de este año las cinco grandes empresas petroleras tuvieron ganancias por 35 billones de dólares. La Imperial Oil, subsidiaria de la Exxon Mobil de Canadá elevó en un 64 por ciento sus ganancias durante ese período. Según el economista Hugh Mackenzie los precios de la gasolina en Canadá que están en un promedio de $1.40 por litro, deberían estar por no más de $1.10, lo cual revela la cuantía del sobreprecio impuesto al producto.
Por otra parte el articulista señala que las compañías exploradoras –y casi siempre explotadoras – tienen el beneficio de ser exceptuadas del pago de impuestos y hasta reciben subsidios que de no tenerlos le reportarían a Canadá un ahorro de dos billones de dólares al año.
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