domingo, 22 de mayo de 2011

Y luche luche luche, no deje de luchar, por un gobierno obrero, obrero y popular

Viviana Demaría y José Figueroa

El gringo
Parecía que Mayo tenía algo con él. Desde chiquito. Porque nació un 22. Era jueves y el frío se hacía notar. Se vino con la revolución encima, murmuraban los vecinos criollos acerca del niño recién nacido en el seno de aquella familia gringa instalada en el pueblito. Había reventado la bolsa en Wall Street, el modelo agroexportador estaba agotado y la industria comenzaba a florecer por estas geografías.

Leía, mucho, y en la habitación de su casa con piso de tierra había improvisado una biblioteca. El niño gringuito de padres abrigados por la nueva patria se preparaba para el mundo donde le tocaría vivir.

Artes y oficios
La escuela de trabajo presidente Roca recibía a sus graduados con un acto de colación donde hablaban todos, también el presidente del Centro de Alumnos. Los jóvenes que no vivían en la ciudad de Córdoba, tenían la posibilidad de estudiar allí permaneciendo como internos en la misma escuela que les proveía el albergue. Esta vida en comunidad, los obstáculos institucionales que atravesaba a diario y los diálogos con sus compañeros enriquecieron a Agustín José, brindándole el reconocimiento de ser elegido como su representante estudiantil.

En 1947, cuando llegó el momento de despedir a su promoción, el muchacho tomó la palabra, señaló a viva voz las falencias del sistema que había padecido en su paso por la institución y se negó a recibir el diploma de parte del director.
Este gesto despertará una de las tantas ovaciones que recibirá en su paso por su corta vida.

Obrero y estudiante
Los conocimientos que se imparten en la universidad tecnológica lo atrapan y encuentran su correlato mientras trabaja como ayudante electricista. Proveerse el alimento para el cuerpo y para su intelecto es parte de la meta de su existencia. Luchar por el bienestar de sus pares, también lo es.

Y es esa trilogía la que hace de Agustín Tosco una síntesis. El hombre en cuya mirada puede verse reflejada la sociedad de una época. Los obreros porque él compartía su trabajo. Los estudiantes porque su discurso estaba sostenido e iluminado en las lecturas más enriquecidas. Los poderosos porque advertían en su mirada la ética que ellos eran incapaces de sostener. Los indefensos porque la fortaleza de su conducta les permitía confiar en que una sociedad más justa sería posible con gente como él.
Encarnar la épica de una época lo hizo grande. Encarnar la ética de una épica lo hizo inmortal.

Agustín y Santiago
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Santiago era como Agustín. Estudiaba, trabajaba, creía, militaba. Y también se atrevía a decir. Había sido escolta de la bandera en el año 1961. Cursaba el segundo año de la facultad de ingeniería aeronáutica en la UNC mientras trabajaba en IKA Renault como mecánico. El año de su muerte el Instituto Cultural Argentino-Norteamericano le había concedido una beca para proseguir sus estudios en los Estados Unidos.

Así como para Agustín, para Santiago también era imposible ser indiferente a los sucesos de la época. Ese año la Federación Universitaria de Córdoba, la Franja y el Movimiento Nacional Reformista – en repudio a los sucesos de la noche de los bastones largos – había decidido manifestarse con una huelga por tiempo indeterminado.

La noche del 7 de septiembre de 1966 se realizó una convocatoria en el centro de la ciudad. La policía había recibido órdenes de impedir la asamblea y reprimir a los estudiantes. Esa noche Santiago Pampillón recibe tres tiros en la cabeza disparados a quemarropa por un policía uniformado, en la avenida Colón y Tucumán, frente a la galería Cinerama. Muere el 12 de septiembre de 1966.

La CGT de Córdoba en solidaridad con los compañeros universitarios organizó una Marcha de Silencio reprimida por la policía. También como gesto de ética, solidaridad y honor, Agustín acompañó el cuerpo de Santiago hasta su morada final en la ciudad de Mendoza.

El Cordobazo por Tosco
“En el penal de Rawson nos visitaron a los trece condenados que procedíamos de Córdoba, una Comisión de Solidaridad, compuesta por compañeros de distintos gremios de esa ciudad, de Trelew y de otras localidades de la provincia de Chubut. Nos preguntaron qué necesitábamos para nuestra salud, desde alimentos hasta indumentaria. Respondimos que necesitábamos solidaridad militante. Pronunciamientos. Lucha contra la dictadura. Les hablamos de nuestros trabajadores, de sus aspiraciones, de sus desvelos, de sus sacrificios. Les dijimos que las fogatas que alumbraban las calles de Córdoba surgían desde el centro de la tierra impulsadas y encendidas por nuestra juventud estudiosa y trabajadora y que jamás se apagarían porque se nutren de la vida y de los ideales de un pueblo rebelado contra la opresión que se ejercía sobre él y estaba dispuesto a romperla, pasara el tiempo que pasara. Dijimos la verdad, la verdad de todo lo que queríamos. Los trece condenados de Rawson éramos de extracción, situación y condición heterogénea. Pero todos coincidíamos. No exagero al manifestar que varios de los miembros de la Comisión de Solidaridad, y ellos están para testimoniarlo, sintieron correr lágrimas sobre sus mejillas.

Al fin y en esta tensa conversación, plantearon la pregunta: ¿Por qué se ha producido el Cordobazo? Respondimos, con lo que creo es la esencia de la respuesta a tanto interrogante y a tantas elucubraciones que andan dando vuelta como conclusiones: el Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días. ¿Y por qué Córdoba precisamente? Porque Córdoba no fue engañada por la denominada Revolución Argentina. La toma de conciencia de Córdoba, de carácter progresivo, pero elocuente, es bastante anterior al régimen de Onganía. Pero se expresa con mayor fuerza a partir de julio de 1966. La reivindicación de los derechos humanos, proceda de donde proceda, en particular de las encíclicas papales desde Juan XXIII, encuentran en nosotros una extraordinaria receptividad y así se divulgan especialmente en la juventud y en los sindicatos. Si hay receptividad es que hay comprensión, y la comprensión deriva en entusiasmo, en fe y en disposición al trabajo, al esfuerzo e incluso al sacrificio para consumar los ideales que ya tienen vigencia en el ámbito universal.”

El Cordobazo en datos
85.000 obreros convergen desde las fábricas sobre la ciudad.
35.000 estudiantes universitarios se les unen en el Barrio Clínicas.
15.000 estudiantes secundarios los esperaban desde el amanecer.
La policía provincial, la federal y gendarmería los enfrentan, pero serán vencidas por los más de 135.000 manifestantes.
Las fuerzas represivas de la dictadura, disparan sus armas reglamentarias, pero al mediodía del 29 de mayo la insurrección ya es masiva en toda la ciudad.
El pueblo de Córdoba controla más de 1.500 manzanas.
Las comisarías son incendiadas y cientos de policías son tomados prisioneros.
Como último recurso, Onganía envía al Tercer Cuerpo de Ejército.
El pueblo de Córdoba resiste a sangre y fuego, en una de las jornadas más valientes del movimiento obrero y estudiantil.


• La matrícula estudiantil de la UNC representaba el 10 % del total de la población de la ciudad de Córdoba (70.000 estudiantes)

• Si se toma como ejemplo el crecimiento del personal empleado por IKA Renault en la planta principal del barrio Santa Isabel, puede verse una importante alza en los índices de demanda de mano de obra. En 1959 se incorporaron 5.791 trabajadores, en 1962 un total de 9.300, en 1966 llegaron a 11.362 y en 1969 ingresaron 11.484.

• Asimismo, los datos respecto a las edades de los trabajadores afiliados al gremio entre los años 1966 y 1969 revelan que un 67,3% tenían de 21 a 25 años, y un 26,4% tenían entre 26 y 30 años. El porcentaje restante corresponde a mayores de 30 y menores de 20. El 93,7% de los trabajadores afiliados de esta empresa eran jóvenes entre 21 y 30 años.

• Estos jóvenes se habían incorporado a la vida pública bajo las condiciones impuestas por la llamada Revolución Libertadora de 1955. Nunca habían vivido, estudiado o trabajado en condiciones democráticas.

Agustín Tosco, René Salamanca y Atilio López, tres dirigentes referentes del sindicalismo clasista – democrático o combativo – fueron víctimas de la violencia paraestatal: López fue asesinado con más de cuarenta disparos por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) el 16 de septiembre de 1974, Tosco murió el 5 de noviembre de 1975 producto de una dolencia de la que no pudo ser atendido por estar obligado a vivir en la clandestinidad, y Salamanca fue secuestrado y desaparecido el 2 de abril de 1976 tras el golpe de Videla.

La intervención de la provincia de Córdoba quedó a cargo de Jorge Raúl Carcagno. En 1973, será designado Comandante en Jefe del Ejército –paradójicamente- por el entonces Presidente Héctor Cámpora.



La Quinta Pata, 22 – 05 – 11

La Quinta Pata

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