domingo, 4 de septiembre de 2011

El crimen de Candela y las huellas de ciertos medios y políticos

Emilio Marín

La muerte de la niña conmovió al país. La TV tomó el caso para elevar el rating, sin importarle obstaculizar a la justicia. Algunos candidatos parecieron aves carroñeras. Urgente, habría que cambiar la policía bonaerense.

Durante nueve días Candela Rodríguez de once años estuvo secuestrada hasta aparecer muerta dentro de una bolsa de residuos. El caso tuvo al país pendiente; la expectativa derivó en una gran pesadumbre cuando se encontró su cadáver.

La justicia lució cierta lentitud, lo que no es extraño pues su función es ponerse en marcha luego que pasa algo. Más preocupante, en cambio, fue la aparente confusión que campeó en la fiscalía interviniente. Tenía ante sí un abanico de hipótesis sin que pudiera determinar la predominante. Esto dicho con todo respeto por el fiscal general de Morón, Federico Nieva Woodgate, quien dio explicaciones y fijó límites a los interrogantes del periodismo cuando le parecieron imprudentes.

Las hipótesis van desde una represalia de grupos delincuenciales hacia el padre de la víctima o su familia, hasta la de un secuestro extorsivo o incluso uno tendiente a alimentar la trata de personas. Una llamada telefónica a una tía de la niña, conocida casi en simultáneo al descubrimiento del cadáver, alimentó la primera de las especulaciones: los delincuentes reclamaban un "vuelto" a la familia. En esta hay algunos miembros presos por delitos de "piratas del asfalto" y otros delitos.

La conducta de la madre dejó algunos puntos oscuros para los investigadores, bien porque no habría dicho todo lo que sabía, bien porque en sus declaraciones a la televisión parecía saber más de la cuenta.

Si la justicia y la policía bonaerense tenían mejores ideas en su investigación, en parte se las arruinó la televisión, obsesionada por transmitir en directo todo lo que sabía y aún lo que suponía o ignoraba. Sobre esas filtraciones que facilitaban la "inteligencia" de los delincuentes, hizo una buena crítica la ministra de seguridad, Nilda Garré.
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Otras personalidades cuestionaron a los medios de comunicación. C5N, de Daniel Hadad, se llevó las palmas en esa visión crítica. ¿Algunos de esos popes televisivos habrán pensado en la mejor forma de cobertura del caso? ¿No pensaron que al operar de ese modo complicaban el rescate de Candela? Da la impresión que no, que meter la cámara en todas partes, incluso en la bolsa con los restos de la asfixiada, era lo único importante. El famoso rating - y con él la pauta publicitaria, la caja - era su único "ideal".

Si había alguna duda sobre la necesidad de liberar la virtualmente secuestrada ley de medios de la democracia, la sesgada cobertura del caso Candela la disipó. Es imprescindible liberar a esa norma del cepo con que la retienen las medidas cautelares de jueces amigos de Clarín.

Ese team judicial sufrió una pérdida pues al fiscal procesista Juan M. Romero Victorica se le aceptó la renuncia. Hombre de principios elásticos, optó por una jubilación segura antes que por lavar su honor ante el Consejo de la Magistratura, acusado como está de complicidad con un militar apropiador de menores durante la dictadura.

Maldita policía
Dicen que a Candela la buscaron entre 1.600 y 2.000 policías de la Bonaerense, con resultado negativo. Se trata de una cloaca - como institución, al margen de buenas personas que quizás se encuentren entre sus 70.000 efectivos - que despide olor a delito, corrupción, crímenes y hasta terrorismo de estado. Se podría poner un jalón en los tiempos de los fusilamientos de José León Suárez, investigados por Rodolfo Walsh en Operación Masacre. Un poco después de esos acontecimientos el escritor la definió como "la logia de los dedos en la lata y el gatillo alegre", que después se popularizó como "gatillo fácil", pero significando siempre lo mismo.

Eso fue así con Ramón Camps y Miguel Etchecolatz, y siguió con cosmética democrática con los comisarios Pedro Klodzyc, Mario "Chorizo" Rodríguez y otros amigos de Eduardo Duhalde.

La recaudación fue engrosando porque a los habituales dineros de coimas por juego y recaudación de prostíbulos se fueron agregando los derivados de la "piratería del asfalto" y el narcotráfico, sin perder aquellos negocios más tradicionales.

La idea de que la Bonaerense se puede adecentar no tiene sustento. No toleró siquiera una módica reforma democrática como la impulsada por el ex ministro León Arslanián. Se cambiaron jefes y los reemplazos cayeron luego de comprobarse que tenían millones de dólares depositados en el exterior. Se la dividió en departamentales, etc. La institución de los "patas negras" es una hidra de mil cabezas, que repone casi en el acto la amputación de una de ellas.

Habría que cortar por lo sano: disolver la Bonaerense y formar una nueva policía, con otros cuadros de oficiales y sobre todo con una nueva escuela de formación con valores en las antípodas de los Camps, Ramón Falcón y otros jefes emblemáticos. Y último pero no menos importante, con un jefe civil, que tenga lo que hay que tener para emprender una etapa difícil como la refundación de la policía. Habría muchos buenos candidatos: Florencio Randazzo, los hermanos Remo y Guido Carlotto, Marcelo Saín, el mismo Horacio Verbitsky si aceptara la patriótica tarea u otros dirigentes dispuestos a encarar una tarea histórica.

Creer que se pueden investigar secuestros e impedir crímenes como el de Candela, y más trascendente aún, que se puede construir una democracia avanzada, con una policía como la que hoy depende del derechoso ministro Ricardo Casal, no es una utopía. Más bien parece una misión casi imposible.

Salvando las distancias, hay alguna similitud en el equívoco con la idea de que se puede forjar un país más igualitario, con redistribución del ingreso y otras bondades, en base a acuerdos políticos con la cúpula de la Unión Industrial Argentina. Los monopolios que habitan bajo ese campanario podrán mostrar estadísticas más robustas en cuanto al aumento del PBI, pero no en los aspectos que más tienen que ver con los intereses de los trabajadores y el país. Las 500 empresas más grandes solo aumentaron su plantel de empleados en un 1 por ciento en el bienio 2008-2009. Y fueron las que menos invirtieron, pese a sus ganancias siderales. Las cenas con los mandamases de la UIA en Tecnópolis no deberían dejar estos datos para el postre.

Bien Randazzo
Las altisonantes denuncias de la oposición contra un posible fraude en las primarias fueron una tormenta en un vasito de soda, pequeño, de esos que sirven con el café. Más ridícula fue la presentación del duhaldista Eduardo Amadeo, por supuestas irregularidades en seis mesas.

Eso patentizaba la sinrazón del pataleo opositor, cuando el escrutinio definitivo aumentó la abrumadora diferencia en votos y porcentajes obtenidos por la presidenta, con el 50,24 por ciento de los votos. El conteo oficial terminó sumándole 400.000 sufragios respecto al provisorio que informó Interior tras el comicio del 14 de agosto.

En los días transcurridos hasta que concluyó el escrutinio, esos opositores trataron de sembrar la mayor confusión posible sobre la legitimidad de la victoria de CFK. El más sensato resultó Mauricio Macri, quien calificó de "cruel" a las matemáticas que convertían en altamente improbable dar vuelta aquel resultado adverso para octubre. Esa toma de distancia de los cuestionamientos de sus compañeros de ruta opositores se debió a que él, personalmente y el PRO, no tuvieron candidato a presidente. No era una autocrítica sino una crítica a los que compitieron con la presidenta y recibieron escuálida cosecha.

Esas protestas sin razón de ser no habrían pasado de una liviana discusión sin mayor importancia si no hubiera intervenido el monopolio Clarín-La Nación, que regaló tapas y amplia cobertura. Se denunciaban graves irregularidades, se tomaban de base declaraciones del juez platense Manuel Blanco y sin mayor rubor se sugería que había existido fraude.

Por eso el ministro Randazzo, cuando hubo finalizado el escrutinio oficial, incluso el más complicado y demorado bonaerense, llamó a conferencia de prensa. Luego de dar a conocer esos números confirmatorios casi en un cien por ciento de los que su cartera había informado oportunamente, se permitió hacer pagar un costo político a los dos diarios mencionados diciendo que no habían informado correctamente.

Eso bastó para que los aludidos saltaran de sus asientos en la conferencia, como pinchados por una aguja, poniéndose en víctimas y acusando al gobierno de atentar contra "la libertad de prensa".

Otros empresarios periodísticos y su lobby, Adepa, cerraron filas en defensa de esa libertad supuestamente ultrajada. Entre estos sobresalió la declaración solidaria de Vicente Massot. "No es nuevo y no hay razones para sorprenderse. Decir que los diarios atentan contra la calidad institucional y la democracia porque publican acusaciones de la oposición y de un juez es una actitud propia del estalinismo y no de una república democrática", dijo el director de La Nueva Provincia de Bahía Blanca, bautizada aquí con el alias "Gaceta Marinera" por su vínculo con la Armada y la dictadura.

Lo dicho más arriba: debería liberarse a la ley de medios de la democracia, que las cautelares de Clarinete tienen detenida injustamente en tribunales.

La Arena, 04 – 09 – 11

La Quinta Pata

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