domingo, 4 de septiembre de 2011

Juicios: la muerte es la pena más leve para los genocidas

Ramón Ábalo

La reapertura de las jornadas por los juicios contra los genocidas en el ámbito de la justicia federal de Mendoza tuvo comienzo con el tratamiento de caso por caso, en continuidad del tratamiento en general, desde noviembre del año pasado, de esta primera tanda de causas. Esta vez tuvo participación el Dr. Diego Lavado como parte de la querella, refiriéndose a la causa de la desaparición de Ricardo Sánchez Coronel, en ese momento empleado del Banco Mendoza en su calidad de trabajador en la sección maestranza, pero además delegado del personal en el sindicato, o sea de la Asociación Bancaria. Fue detenido el 1 de junio de 1976, trasladado al D2, donde fue salvajemente torturado y vejado. Testigos como David Blanco, igualmente detenido en esas dependencias y en celda contigua, ya testimonió que Sánchez Coronel se encontraba totalmente deteriorado físicamente, incluso con la rotura de una pierna. Después sería desaparecido, aunque un parte oficial afirmaba que se había fugado de ese lugar de detención.

El abogado de la querella, Diego Lavado, relató detalles de los suplicios recibidos por Sánchez Coronel en su "estadía" en el D2 hasta que se lo dio, cínicamente, por fugado. Desestimando esta versión, Lavado apeló al concepto doctrinario de la llamada "pruebas indicial", para aseverar que la detención y luego desaparición de Sánchez Coronel , según los numerosos indicios, como son declaraciones de David Blanco y Rosa Gómez, más otros elementos, como fue el despido de su trabajo en el Banco y la argumentación de la patronal, es decir por "faltar a sus tareas" cuando era evidente que había sido detenido en el mismo escenario de su trabajo por fuerzas de seguridad, todo esto en conocimiento pleno de la misma patronal como asimismo de todo el personal.

En este caso el único imputado es el ex-comisario Juan Agustín Oyarzábal, el segundo del jefe máximo del D2, Sánchez Camargo, ya fallecido. La defensa de Oyarzábal sostiene que el imputado para nada tuvo que ver en este delito, pues apenas si era una especie de modesto "escribiente" en la repartición, un pequeño y mísero laburante que se la pasaba sudando en medio de expedientes, pretendiendo la defensa refutar el concepto de Lavado, o sea "lo evidencial", es decir las innumerables evidencias del rol que jugaba en la represión que se ejercía en el D2, tan solo por la responsabilidad y el cupo de decisión que, indudablemente, tenía. Ser el segundo en mando y jefatura, es una evidencia de que su rol no era el de un simple burócrata de escritorio`

Cuando Lavado hizo mención a que el jefe de Oyarzabal ya había fallecido, con toda la carga de sus fechorías a cuestas y enterradas, recordó que también escapó al veredicto de la justicia de los hombres el coronel Gómez Sáa, y fue entonces que Lavado dijo una frase emblemática ya incorporada en la agenda de los organismos de derechos humanos: "La muerte es la pena más leve para los genocidas". Y, por eso mismo, aunque parezca una contradicción, tanto la querella, el ministerio público, y los organismos de derechos humanos, han tomado todas las medidas para que los imputados sean cuidados, en su salud, como bebés. En todo caso, para estos tránsfugas, la muerte es por justicia revolucionaria: paredón.

La Quinta Pata, 04 – 09 – 11

La Quinta Pata

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