domingo, 25 de septiembre de 2011

Malditos Medios


Viviana Demaría y José Figueroa

El correlato insustituible de la libertad de prensa es el igualmente fundamental derecho del pueblo a una información fidedigna. Dicho de otro modo, el propósito de la libertad de prensa es doble: garantizar la libertad de expresión y a la vez resguardar el derecho de la sociedad a la información. Esa es sin duda la cuestión ética que siempre está interpelada en esta relación.

En definitiva, el derroche de palabras a través del aire, por medio del papel o el espacio virtual, no está exento de la premisa que señalamos al comienzo. Y este preámbulo viene a colación de producir un encuadre dentro del cual analizaremos los cuestionados acontecimientos sucedidos en la prensa en relación al relato mediático de uno de los juicios de lesa humanidad que se está llevando adelante en la provincia de San Juan.

Había una vez
(Uno Medios, 4 de septiembre de 2011)

El domingo 4 de septiembre de 2011, tanto el portal de sanjuan8.com como su gemelo unosanrafael.com.ar “informaban” que el lunes 5 “arranca el juicio por lesa humanidad”. Ambos titulares escritos en letras azules, la misma fotografía del rectorado de la UNSJ y el mismo texto. Es interesante advertir el sesgo que conlleva el título, ya que no explicita una parte muy importante de lo puesto en juego en esta instancia judicial. La carátula pertinente que impulsa las acciones del sistema judicial se basa en lo siguiente: “Juicio oral y público por la apropiación y supresión de identidad de Jorge Guillermo Martínez Aranda”

Es decir, desde 2009 hay un joven al que la justicia le ha restituido su identidad, y ahora – al proseguir la investigación de la comisión del crimen de apropiación y sustitución de identidad – se llega a la instancia de llevar ante la justicia a los apropiadores, los funcionarios coautores y a los cómplices partícipes necesarios (por acción u omisión) en la comisión del delito.

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Volvamos entonces a la información sin firma replicada por los medios antes señalados “Se eleva a juicio a quienes hoy legalmente figuran como sus padres: Luis Alberto Tejada, militar retirado, y Raquel Josefina Quinteros, ama de casa”. Comencemos a desglosar el sentido de la oración:



Si hacemos pie en la palabra “Legalmente”, ya la justicia y los peritajes en aquel entonces dejaron más que claro que los padres de Jorge Guillermo Martínez Aranda son: Luís Francisco Goya y María Lourdes Martínez Aranda (ambos detenidos-desaparecidos en la última dictadura militar). También en el juicio llevado adelante en su oportunidad quedó demostrado que se cometieron los delitos de supresión y sustitución de identidad en perjuicio de Jorge Guillermo Martínez Aranda, tal y como lo indica la sentencia:

“Este estudio pericial, junto con el resto de la probanza analizada y valorada, me llevan a sostener que nos encontramos frente a la existencia de documentación pública falsa en cuanto a los datos insertos, destinada a probar lo allí consignado, que fue confeccionada y utilizada para consumar las maniobras delictivas desplegadas. Estos documentos son los siguientes: una partida de nacimiento, un documento nacional de identidad, una cédula de identidad expedida por la Policía Federal. También debe consignarse la existencia del certificado de asistencia profesional nº 265608 falso, cuya identidad de quien la expidió se desconoce. Con ello queda demostrada la falsedad ideológica o histórica de los documentos públicos (certificado, partida de nacimiento, D.N.I., etc.), que indican al nombrado como hijo de Luís Alberto Tejada y Raquel Josefina Quinteros.”

Lo próximo que aparece ante la mirada del lector es que la sentencia expuesta aclara la situación de Luis Alberto Tejada y Raquel Josefina Quinteros (en primera instancia) y de los funcionarios de las instituciones puestas al servicio de la supresión y sustitución de la identidad del joven Jorge Guillermo Martínez Aranda (en concomitancia). Destrona de la posición de “padres” a estas personas y las ubica en forma directamente proporcional y en ese mismo movimiento en el lugar de “apropiadores”. Cabe aclarar que este lugar no es un espacio arbitrario imaginado por un juez insomne y abandonado por sus propios padres, sino que es lisa y llanamente una figura penal.

Es así que desde el día 18 de diciembre de 2009 – legalmente hablando – Luis Alberto Tejada y Raquel Josefina Quinteros no son los padres . Más adelante, el juez federal dice en su sentencia que “resta ahora anular los documentos mencionados, a fin de hacer cesar todos aquellos efectos provenientes de los hechos ilícitos, o que directamente posibilitaron la configuración de los mismos”. Más claro, imposible.

Entonces, a grandes rasgos esto es en realidad lo que está sucediendo en la provincia de San Juan. Como vemos, esta profunda y extensa historia está voluntariamente oculta tras la pequeña frase emitida por sanjuan8.com y por unosanrafael.com.ar, quienes dicen algo (porque es imposible ignorar un acontecimiento de la magnitud de este juicio) justamente para no decir nada. O lo que es peor, para culminar contando – con el correr de los días –una historia mendaz.

Como reguero de pólvora
No es un dato menor recordar la relación existente entre sanjuan8.com y unosanrafael.com.ar. Ambos son propiedad de Uno Medios, lo que explica que dicha “desinformación” haya sido esparcida en los 40 medios gráficos, de tv, Internet y radio que posee el multimedios de Vila-Manzano y que – según ellos mismos – llegan a más de 24 millones de argentinos. Los mismos contenidos tergiversados fueron difundidos en Canal 8 de San Juan y sus repetidoras 6 de Barreal, 8 de Calingasta, 11 de Valle Fértil, 6 de Jáchal, 6 de Iglesias y 13 de Media Agua, además de Supercanal y América.

Y esto no es nada
(Diario de Cuyo, domingo 18 de septiembre)

El día domingo 18 de septiembre de 2011, es Diario de Cuyo el medio que ya no sólo “desinforma” sobre este juicio, sino que todas sus expresiones, giros, y omisiones podrían estar encuadrados sin temor a exagerar en la figura de “apología del delito”. En la página 6 de dicha edición presenta una entrevista encabezada del siguiente modo: “Juicio Histórico”. “Entrevista”. “Carlos Alberto Tejada. El joven apropiado cuando tenía casi un año de vida, habló en exclusiva con Diario de Cuyo sobre cómo vive y qué siente por el juicio iniciado a los padres que lo criaron”. Esta entrevista lleva la firma de Claudio Leiva. Si Claudio Leiva fuera periodista y si existiera un consejo deontológico de periodismo, Claudio Leiva merecería ser sancionado por el mismo y quedar inhabilitado para el ejercicio profesional de por vida.



En primera instancia, Carlos Alberto Tejada no existe. Ya lo dijo el poder judicial de la nación el día 18 de diciembre de 2009 en la sentencia firmada por el juez Federal Ariel Lijo. La persona entrevistada en todo caso es Jorge Guillermo Martínez Aranda. No solo que Carlos Alberto Tejada no existe, sino su existencia solo fue posible por medio de la comisión de una serie de delitos.

En segunda instancia, el juicio no se ha iniciado a los padres que lo criaron sino a los apropiadores.

En toda la entrevista no hay referencia a la existencia de la comisión de un delito. Se habla de amor, de familia de crianza, de papá, mamá… En definitiva, el entrevistador reniega de la historia y de la sentencia judicial. De hecho, en una pregunta tiñe de discrecional (y otra serie de intríngulis ocultos que develaremos) un procedimiento institucional. Dice Claudio Leiva: “¿Cómo ves que por una decisión judicial quieran cambiar el nombre?” (pág. 7, fila 1, 3ª pregunta) En esta pregunta hay varias trampas mortales que resulta imprescindible desarticular. Una de ellas está oculta tras la palabra “cambiar”. Quien ha “cambiado” el nombre de Jorge Guillermo Martínez Aranda por el ilegítimo “Carlos Alberto Tejada”, han sido ni más ni menos que sus apropiadores Luis Alberto Tejada y Raquel Josefina Quinteros.
Además la pregunta ensaña de malicia la acción judicial de haber restituido el nombre legítimo que había sido sustraído delictivamente por medio de acciones criminales de los apropiadores. Entonces, esta pregunta que pretende hacer pasar por la mala de la película a la justicia – o en su defecto a ese colectivo invisible y conspirador inscripto bajo el lema de quienes “quieran cambiar el nombre” – no hace más que poner en evidencia el sentido de campaña de tergiversación, malversación de sentido, apología del delito y abolición de la justicia, que tiene esta entrevista.

Es decir, este entrevistador niega la comisión de varios crímenes (el asesinato de los padres de Jorge Guillermo Martínez Aranda, la supresión de identidad, la sustitución de identidad, la falsificación de documentación pública, la negación del derecho a la identidad del apropiado, etc.); luego de negar, reniega la sentencia judicial (lo lleva al campo de lo arbitrario, del puro gusto); en tercera instancia, hace preguntas que acomodan los acontecimientos al formato del descargo en un programa basura donde la premisa del supuesto amor con el que los apropiadores criaron al joven justifica cualquier cosa porque si ellos no lo hubieran secuestrado vaya a saber qué sería de él. Y por último, Claudio Leiva, publica esta entrevista en un medio de difusión masivo para entregar a la comunidad una historia falaz que – en la fantasía de sus patrones – poco a poco y con la insistencia propia de quienes se creen inmortales pretenden lograr que se borre la verdad de nuestra historia.

Eso se llama Perversión aquí y en la China.

Cereza
(Diario El Zonda, 19 de septiembre)


Por último, nos encontrarnos con la edición del 19 de septiembre del Diario El Zonda donde el que escribe (que no se sabe quién es) y comenta los acontecimientos del juicio, aporta una confusión propia de quien ignora las nociones más rudimentarias que han dado lugar a la causa que se sustancia.



Transcribiendo una frase del joven apropiado que expresa: “Hoy tengo cuatro padres y cuatro hermanos”; el escribiente remata la oración diciendo “dijo Carlos Tejada o Jorge Martínez Aranda o Carlos Alberto Goya, porque así es de confusa su identidad”.

Esta ensalada imposible de pensar, puede ser valorada desde varios ángulos: uno de ellos es pensar que el notero desconoce todo el proceso judicial y leyó entre gallos y medianoche un resumen de la causa y así fue a cubrir el juicio; otro modo es considerar que está hecho adrede para que el lector desprevenido o que recién accede al conocimiento del caso enlace internamente esta confusión con una valoración negativa de la justicia y sus procedimientos. Otra es considerar que el redactor es un novelista suicida que decidió mostrar sus dotes creativas a ver si lo contratan como guionista de un culebrón de media tarde en un canal de televisión.

Lo cierto es que la identidad de quien habla el “periodista”, en absoluto es confusa. Es clarísima en todos los órdenes. Ya ha sido comprobada, determinada, y hay sentencia firme sobre la restitución de la misma y es la del joven Jorge Guillermo Martínez Aranda.

Lo fatal es que la “duda” no es sólo del “periodista”, sino que termina siendo también del diario El Zonda que le da validez a un juicio tan delirante como espurio. Es ese medio de desinformación el que sin escrúpulos, no solo que omite la restitución de identidad vía judicial sino que – además – aumenta la aberración del informe, al improvisarle otro nombre (Carlos Alberto Goya) a la propia víctima del delito por el cual están siendo juzgados sus apropiadores y cómplices.

Identidad
La licenciada Alicia Lo Giúdice – responsable del equipo terapéutico de abuelas – a través de su pensamiento nos ofrenda palabras que proyecten algo de luz sobre estos acontecimientos de los que somos testigos. Respaldada en su vasta experiencia ella nos dice:

“…Sabemos que en el vínculo que crean los apropiadores con los niños, hoy jóvenes, funcionan procesos de identificación, no podemos negar sus marcas, las inscripciones que efectuaron aquellos que se han adjudicado impunemente las funciones materna y paterna valiéndose en la indefensión del pequeño sujeto que necesita del Otro para vivir y no caer en el marasmo y la muerte.

Usurpación del amor que reniega (en tanto mecanismo perverso) que el origen del vínculo se basa en la desaparición y asesinato de los padres y que criando a estos niños como propios consuman otro modo de exterminio, funcionan "como si" nada hubiera sucedido y mantienen a lo largo de los años el ocultamiento del origen fraudulento…

Insistir en restituirles a estos jóvenes su identidad implica el reconocimiento de lo vivido con el apropiador, de lo que fueron privados con el asesinato de sus padres y que eso es irrecuperable. No se puede borrar mágicamente la usurpación y las marcas que en el psiquismo produjeron, pero sí se puede abrir un espacio para construir una verdad histórica que impida el asesinato de la memoria.

Es decir no a las formas criminales de subjetivación, es hacer público actos que se pretendían privados y ocultos, es exigir una respuesta jurídica y social. Es exigir a uno por uno de sus nietos que tienen nombre y apellido, que tienen rostro, así como tuvieron nombre y apellido sus padres, tuvieron rostro, familia y una historia. Es exigir un trabajo de historización en donde la relación entre la memoria y el olvido pueda ser subjetivada en un discurso.”

La Quinta Pata, 25 – 09 – 11

La Quinta Pata

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