domingo, 23 de octubre de 2011

Las dos caras de la verdad que nuestra historia se ocupó de ocultar

Silvina Agüero

Unitarios versus Federales

Durante todo el siglo pasado, nuestra historia oficial se encargó de ocultar la otra cara de la verdad: seducidos ciegamente por las luces de la aristocrática Europa, nuestros mandatarios del siglo XlX y comienzos del XX, decidieron llevar a cabo una campaña civilizadora, que en la realidad se convirtió en una gran prepotencia sangrienta, signada por el desprecio y las injusticias para los nativos habitantes de las arrasadas tierras de nuestra nación.

“Por las buenas o por las malas”

Luego de la caída de los últimos bastiones federales, en Cepeda y Pavón en 1861, Mitre decidió poner en marcha su proyecto de unidad nacional, declarando a Buenos Aires como la rectora de las demás provincias; idea que estas últimas rechazaban por completo. Por ello, Mitre establece que la avanzada porteña “se haría por las buenas o por las malas…”

Mitre, como también Sarmiento y Avellaneda, llamaba despectivamente a las provincias los 13 ranchos habitados sólo por brutos e ignorantes a los que había que someter y, luego, educarlos solo en los principios liberales de Europa.
Pero lo que Buenos Aires llamó una “campaña civilizadora”, se convertiría en la realidad en una gran prepotencia sangrienta

Antagonismo entre Buenos Aires y las provincias: el gran conflicto interior
En Buenos Aires se creó el puerto que, en realidad, serviría para la ilegalidad, para el contrabando de la plata de las minas de Potosí y que, además, dislocaron el comercio existente hasta entonces entre Córdoba, Santiago del Estero y Tucumán con Cusco, Lima y Potosí. Es decir, que Buenos Aires se quedaba con todo el rédito del contrabando y de la aduana, condenando a las provincias a la miseria absoluta. Se producía así, una apertura del mercado, las importaciones sin recargo alguno y se destruía de este modo la industria nacional.
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Al mismo tiempo, se dio la espalda a los gauchos, porque Buenos Aires quería crear una nación a la semejanza de las aristocráticas luces de Europa. Fue por ese motivo, que todas las líneas férreas convergían en Buenos Aires, para llevar hasta allí los granos y las carnes. Se hicieron alianzas con los ingleses para la construcción de los ferrocarriles, los que contaban con la silenciosa complicidad de los dueños de los frigoríficos; la de los grandes estancieros terratenientes de la oligarquía porteña y, también, se daba prioridad a los intereses británicos. Tanto la red de trenes como los caminos terrestres solo se proponían una sola cosa: fortalecer a la grandiosa Buenos Aires.

Nuestra historia Argentina oficial del siglo pasado se ocupó siempre de tratar a los gauchos y a los caudillos de nuestra nación como negros, provincianos y brutos

Con la guerra de la Triple Alianza, se inició la llamada organización nacional de los llamados presidentes históricos Mitre, Sarmiento y Avellaneda, son los que escriben la “historia oficial” de nuestro país y crean el ejército nacional, para enviarlo a las provincias y domesticarlas por la fuerza.

Proponían: liberalismo económico, como en Europa, y autoritarismo en lo político. La dirigencia política de la época y los intelectuales, despreciaron al gaucho, a las tradiciones, al criollo y al provinciano, adulando solo lo europeo. Lamentablemente, en algunos sectores de nuestra sociedad, esta realidad dura hasta nuestros días. Según Sarmiento, lo de adentro era barbarie; lo de afuera, civilización.

Fue entonces que los caudillos, se levantaron en representación de los distintos intereses provinciales, para reclamarle a Buenos Aires el pago de las regalías aduaneras.


Las grandes y malas distribuciones de la tierra

Estas se hicieron durante la presidencia de Rivadavia y también, en la muy mal llamada campaña del desierto de Roca. En lugar de distribuirlas entre los colonos y los chacareros, se repartieron entre los miembros del Jockey Club de Armas; los del Club del Progreso y los del Jockey Club Argentino, en el caso de las tierras fértiles. Por ejemplo: la familia Martínez de Hoz, llegó a tener 25.000.000 de hectáreas…

Las tierras del sur fueron dadas a oficiales y soldados de la campaña, pero como eran pequeñas e inhóspitas, terminaron vendiéndolas a precios en verdad absurdos a especuladores. Fue de esta manera que se armaron las inmensas estancias del Sur.

Rivadavia fue todo un pionero de la especulación financiera y de la confusión entre lo público y lo privado.

Artigas y Dorrego
Ambos propusieron el modelo de Estados Unidos: estados independientes y, también, que se repartieran las rentas aduaneras. Como representaban a los intereses de la chusma y de los sectores populares, en oposición a la clase rica y decente, los dos tuvieron un fin un tanto parecido: a Dorrego lo fusilaron y a Artigas lo condenaron al exilio.

Manuel Belgrano y su gran secreto libertador
Eligió los colores celeste y blanco para nuestra bandera porque esos eran los colores de los borbones en España. El proyecto para nuestra independencia era aún un guardado secreto. Entonces de este modo, Belgrano simuló apoyar a Fernando Vll, que en ese momento era preso de Napoleón. Pero, en realidad, lo que Belgrano deseaba era enfrentar al ejército realista, que en ese momento bajaba de Lima.

Los que en verdad representaron los intereses nacionales
Ellos fueron, cada uno en su tiempo, Artigas, Dorrego, San Martín, Belgrano, Yrigoyen, Perón, Illia, Frondizi.

Los caudillos: simplemente eran defensores de sus provincias
Respondían a los intereses de las provincias porque tenían medios económicos para hacerlo. La mayoría de ellos eran terratenientes y pertenecían a la alta clase social. Esta situación les permitía tener ejércitos propios. Muchos de ellos tuvieron una gran formación académica, aunque la bastante mal llamada clase decente los despreció. Tal el caso de: Juan Bautista Bustos en Córdoba; Alejandro Heredia, abogado, de Tucumán; Facundo Quiroga en La Rioja, sumamente admirado; Estanislao López, en Santa Fe: en 1819 sancionó una constitución provincial democrática y federal; Francisco Ramírez, de Entre Ríos. Su política educativa fue en verdad ejemplar; Chacho Peñaloza en San Juan y La Rioja; y Pedro Molina en Mendoza.

Fuentes consultadas: Historias Argentinas, de Pancho O’ Donell; Lo pasado, pensado, de Felipe Pigna.

La Quinta Pata, 23 – 10 – 11

La Quinta Pata

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