Hugo De Marinis
Eduardo Aliverti, con furia apenas contenida, cuestionó en su editorial de Marca de Radio (15 – 10 – 11) por qué todo el mundo político se dejó marcar agenda por personajes de la oposición que no pinchan ni cortan sino es en los medios empresarios de comunicación masiva.
Ninguno de los mediáticos opositores se privó de poner su huevo. Entre los que salieron a apoyar se encontraban los brutos de siempre, los cada vez menos normales y los inteligentes. Entre los últimos, una pensadora de la escasamente exquisita derecha argentina, que en su último excelente libro le dedicó a esa otra figura logorreica y “shamánica” de la fauna política opositora, unas cuantas páginas que si no hubiesen sido producidas precisamente por su excelencia la gran pensadora, sería para tomárselas en la más desopilante de las jodas, aunque uno no sabe, conociéndola, si la reconocida autora habrá querido hacer reír adrede o no.
La gran intelectual pretendió otorgar densidad de pensamiento a las prevenciones ridículas de la que no pincha ni corta con un tema que más les interesa a los que se encuentran de las segundas líneas para abajo en el campo decisional del gobierno que a las primeras figuras del mismo.
La venerable académica lo hizo con su contundente arsenal de descalificaciones a cualquier cosa que proponga el gobierno – mala o buena – o su máxima representante. La profesora contó como de costumbre, con sus consabidas enumeraciones, ironías, zeugmas, referencias a su periodista preferido del adversario Página 12, y ahora rematando su exposición con un estilo indirecto libre (pretendiendo replicar el habla de la presidenta) para sazonar, además, con un poco de especias, su severa exposición.
Ya no vale la figura de haber pertenecido a la gloriosa JP ni al setentista malhadado PCR y menos eso de ahora, de ser funcional a la derecha. Directamente se es derecha y listo, con elegancia o sin ella ¿para qué los subterfugios?
La Quinta Pata, 16 – 10 – 11
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