domingo, 1 de abril de 2012

Política internacional y ley antiterrorista

Carlos Almenara
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No es la primera que decimos que resulta muy difícil debatir en el espacio público en base a la información que recibimos de parte de la comunicación concentrada. Los emporios que construyeron prohijando la dictadura y apropiándose vía neoliberalismo del patrimonio común de los argentinos siguen siendo utilizados para expropiar, en este caso, la posibilidad de la deliberación.

Esto se ve en todos los temas pero nos interesa abordar aquí la llamada “Ley antiterrorista” aprobada en diciembre pasado. Ocurre que la distorsión difamante ha herido la susceptibilidad de personas de larga militancia por la dignidad humana.

La ley es una reforma al código penal que define como agravante los delitos que tengan la finalidad de “aterrorizar a la población” o extorsionar a los gobiernos. Queda establecido que el agravante no se aplicará cuando los delitos de que se trate “tuvieren lugar en ocasión del ejercicio de derechos humanos y/o sociales o de cualquier otro derecho constitucional”.

Esta norma es una “sugerencia” del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), cuerpo intergubernamental de las economías más poderosas.

Leyes similares tienen todos los países de la región y todas las mayores economías del mundo. Desde Australia hasta Turquía pasando por Estados Unidos, Alemania, Brasil, Rusia y China soportan el mismo tipo de “sugerencias” del GAFI.

La cuestión internacional no ha estado presente en la discusión de esta ley y es el aspecto central.
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El mundo está loco, pero ¿cómo tratamos con ese mundo loco?

En parte, este tipo de normas y la misma ambigüedad en la tipificación de “terrorismo” son herederos del atentado a las torres gemelas y la subsiguiente “guerra contra el terrorismo”, nombre de la estrategia imperial que ha sufrido el planeta durante la última década. Pero una cosa es decir esto y otra distinta es definir un curso de acción en política internacional. Porque si fuéramos a hacer algo, por ejemplo a irnos del GAFI, ¿no deberíamos hacerlo junto a Brasil, nuestro principal socio?

¿Qué pasa si nos vamos del GAFI?

Podrían impugnar nuestra permanencia en el G-20, afectar los flujos financieros de Argentina con el resto del mundo y en consecuencia sufriríamos perjuicios diplomáticos, internacionales, comerciales, financieros y económicos. Una secuencia así genera más desempleo y pobreza en el país.

Por cierto en este mundo loco parece que lo mejor es ponerse fuera del radar imperial (y no cortarse solo en esta materia es un modo de hacerlo) porque donde este apunta suelen llover bombas.

En todo caso el camino elegido por nuestra presidenta y por la cancillería es el de la participación intensa en todos los foros internacionales. Se denuncia el funcionamiento poco democrático de muchos de ellos pero a partir de una participación activa. Hay un coherente camino en este sentido desde la concepción de la jurisdicción internacional en materia de violaciones a los derechos humanos a la defensa de la soberanía sobre las Malvinas por vía diplomática.

En cualquier caso es en esta dimensión en que debe justipreciarse o discutirse la Ley antiterrorista. La pregunta pertinente es acerca de la política internacional de la Argentina y si discutimos eso volvemos al parteaguas mayor, buscar un TLC con Estados Unidos, volver al neoliberalismo y al libre mercado o construir una UNASUR fuerte con resguardo de nuestros recursos y defensa común de nuestras economías y soberanías.

¿Hubieran impulsado esta norma los presidenciables alternativos?

Es difícil hacer “historia contrafáctica”, pero estamos seguros que sí. Duhalde, Alfonsín, Binner, Carrió, Macri, hubieran, de ser cualquiera de ellos presidente, impulsado esta norma o una similar. Algunos de ellos (o todos ellos) insuflarían el pecho mencionando las virtudes de una legislación más estricta en materia de lavado de dinero.

Contribuye a la esquizofrenia cotidiana que casi todos ellos y quienes les escriben el libreto, los medios concentrados, que viven hablando del aislamiento de los argentinos, critiquen que se dicte una legislación semejante a los estándares internacionales. Más llamativo resulta que estos medios simulen una posición de resguardo de las luchas sociales, cuando, como dijimos, son los que prohijaron el genocidio. Utilizando el ingenio de nuestro amigo Eduardo, próximamente ya no más TN sino TT, Todos Trotskystas.

La reconstrucción de escenarios de deliberación sigue siendo una deuda vinculada con la aún escasa democratización de la comunicación. Igualmente la democracia argentina espera a que las fuerzas políticas opositoras le suelten la mano a Clarín. Todo puede discutirse pero no en base a los dardos envenados por ellos.

*Presidente de EDE Mendoza en Nuevo Encuentro - miembro de Carta Abierta Mendoza

La Quinta Pata, 01 – 04 – 12

La Quinta Pata

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