martes, 10 de julio de 2012

Murió María Isabel De Marinis, mendocina luchadora por los Derechos Humanos

Daniel Calivares

Batalló en los tribunales hasta que se hizo justicia por la desaparición de su hija Lidia, víctima del terrorismo de Estado. A sus 94 años, cumplidos este lunes, la persistente exigencia de verdad y justicia transformaron a esta mujer en una abanderada de los luchadores mendocinos contra los genocidas.

Una eterna luchadora por la justicia y los derechos humanos, María Isabel De Marinis, falleció esta mañana después de haber cumplido ayer sus 94 años y festejarlo junto a toda su familia. Era la madre de nuestro compañero de tareas Gustavo de Marinis, jefe del suplemento deportivo Ovación de UNO y los mendocinos la recordarán por siempre como una infatigable peregrinadora de los tribunales federales en pos del esclarecimiento de los crímenes de la dictadura militar.

Isabel Figueroa de De Marinis - su apellido de soltera era Figueroa - representó y representa uno de los mayores emblemas de los derechos humanos en Mendoza. El año pasado, durante el primer juicio por delitos de lesa humanidad en la capital provincial, se la vio llegar todos los días, con su bastón, a paso lento, con el peso de una lucha de más de 30 años. Y siguió yendo a los debates, día a día, a pesar de que en la mitad del proceso la desaparición de su hija, Lidia De Marinis, tuvo que ser excluida del juicio debido a que el único acusado presentaba problemas de demencia senil.

Eso no le importó a Isabel: lo que había pasado con su hija, le había ocurrido a cientos de mendocinos y a miles de argentinos. Ver a los primeros responsables mendocinos ser declarados culpables, era obtener un poco de justicia para su hija.

Y pese a que se fue junto a su hija antes de que se hiciera justicia en su caso, dejó constancia en los tribunales del momento en que su vida se convirtió en un infatigable pedido de justicia. Fue a fines de noviembre del 2010, cuando Isabel se sentó frente al Tribunal Oral 1 y narró la historia de su hija Lidia.

Tras la huella de Lidia
En esa oportunidad contó que Lidia tenía 26 años, cuando la noche del 3 de junio de 1976, unos hombres llegaron a su casa “golpearon la puerta con mucha fuerza y antes de que mi marido abriera, ellos entraron, nos llevaron a la cama, nos ataron, nos vendaron, mi hijo se quiso levantar y lo golpearon", explicó.

Al mismo tiempo, su hija era insultada y golpeada. “Se la llevaron en camisón, solo la dejaron ponerse los zapatos, era junio, invierno”, recordó, pensando en el frío de esa noche. Esa noche, Lidia dejó la casa encapuchada y a bordo de un auto. Isabel se había logrado desatar y desde la ventana de su vivienda, lo único que podía hacer era insultar a los secuestradores.

“Los insultaba con todas las fuerzas de mi corazón pero fue inútil”, explicó a los jueces. Esa noche, uno de los vecinos, alarmados por los movimientos llamó a la policía, pero esta nunca llegó y De Marinis debió ir en persona a la comisaría tercera, para volver con dos policías que se encargaron de hacer un croquis y nada más.

Pero eso no fue lo último que se supo de Lidia De Marinis. Un día después del secuestro, sonó el teléfono en el trabajo del padre de la víctima. Era una voz, que le decía que recordaran las vacunas para el hijo de Lidia, que tenía cinco meses de edad en ese momento. Esa fue la última vez que se supo algo de la joven y el momento en que comenzaría la lucha de Isabel de De Marinis y de su familia.

Diario Uno, 10 – 07 – 12

La Quinta Pata

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Este año finalmente volvería a pisar Mendoza y entre las pocas visitas que me ilusionaban la vuelta era verla a ella. No podrá ser y no ire más al barrio Cadore, ni se si todavía vivia allá y ahora no importa más. Hasta siempre Doña María Isabel. Pepe

OntAires dijo...

Un profundo pesar por la pérdida del ser más querido. Mis condolencias a vos Hugo, y a toda la familia De Marinis.

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