Roberto Vélez
Una de las virtudes de nuestra constitución con sus mas de 100 años de vigencia, es la prohibición de la reelección del gobernador.
La permanencia de funcionarios, en algunos casos habilitados por decenios, va de la mano de una concepción feudal de la política. Y a despreciables ejemplos en algunas provincias y comunas.
Estas permanencias, nada tienen que ver con la república.
Mucho menos con regímenes que se precian de transformadores. Ningún carisma justifica el carácter vitalicio de los mandatos.
Ni tampoco la reelección por única vez.
La corrupción estatal, demostrado está, va de la mano de estas permanencias injustificables.
Cada gobernante que pretende eternizarse y necesita cambiar la constitución para resolver su personal situación, recurre a argumentos de variado tipo. Las más de las veces "engaña pichanga".
▼ Leer todoEn el caso del Gobernador Pérez, que pretende continuar, invoca entre otras cuestiones, la representación de los departamentos en la legislatura, la autonomía municipal, institutos de democracia participativa, etc.
Estos son nada más ni nada menos que espantajos que se agitan para hacer pasar su reelección.
No dudamos de la necesidad de una reforma integral.
Se trata de la norma fundamental: de los códigos de convivencia y de un proyecto de provincia para los próximos decenios.
Resulta elemental entonces el debate político y social en un clima alejado de oportunismos de ocasión.
Esta convocatoria está teñida y descalificada por el solo hecho de que el fin fundamental del oficialismo es la reelección.
En nuestro caso, nos oponemos a todas las reelecciones.
También a la de los intendentes municipales, algunos de los cuales han transformado a comunas en feudos personales. Despropósito vinculado a las reelecciones que perpetúan a los popes. Y en algunos casos, también a sus familias y a la corrupción.
La Quinta Pata
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