domingo, 16 de diciembre de 2012

“Indisciplinadas, todas”: mujeres en espejo

Mirta Rodríguez Peduran

Editorial Turmalina de Buenos Aires acaba de publicar “Indisciplinadas, todas” de Valeria Badano. La edición en formato papel está acompañada por otra en E-book que puede conseguirse en www.amazom.com.

Mujeres de tiempo… sus voces dicen la espera…
Mujer-paloma… blanca, blanquísima… ¿dónde estás?


Diez cuentos, un relato construido en partes, una corta obra de teatro y un monólogo conforman este libro en donde la autora ayuda a sus personajes a recuperar el ser perdido…oculto quizás bajo las urgencias de los quehaceres cotidianos. Esa recuperación que estaba en la espera misma les devuelve o les descubre su identidad, les hace saber qué o quiénes son.

Después de la queja, Catalina ya no tendrá discursos de ausencias y dibujará con su autora Estaba la Catalina ; la mujer–paloma romperá el cerco que la inmovilizaba aunque las voces-chillidos no la dejen volar tan alto…y escribirán juntas La blanca paloma…

A las mujeres badanianas, a veces hechas de tiempo y espera “les va el ser” en ese sometimiento pasivo a la realidad cotidiana, hasta que las voces heredadas dejan de ser voces y son aullidos que las despiertan, que las aturden y las disparan…hacia el río de Heráclito, hacia el vuelo del colibrí, hacia las botellitas por nacer y abortadas, hacia el coronel que tropezó con la farolera.
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Entonces aparecen entre el tejido de tantas palabras: Una que ya no hará más arroz con leche, otra sin nombre propio que enciende palabras hasta quemar los oídos de los hombres…otra que cruza el puente que voces ancestrales no le permitían atravesar, la mujer de Tegucigalpa que ante años de sumisión sale en busca de sí misma y golpea y golpea y se va se va y no escucha más las voces de los otros…

Así, sucediéndose en ese sintagma que sostiene una espera, estas mujeres indisciplinadas logran quebrar(se) los mandatos que las ataron a una rama, a un arroz con leche, a una máscara de loro.

Esas voces les mostraron un mundo ya interpretado y no les permitieron interpretarse a ellas mismas.

Se asoma también el rostro de Eva que desea nombrar y reír en un mundo creado por un Padre que prohíbe y que dice “con dolor parirás los hijos”, porque la risa no es para las mujeres…para ellas es el dolor. Esta Eva casi Lilith no escuchó las voces como tampoco las oyeron las míticas mujeres insatisfechas y adúlteras de la mitología griega: Pasifae, Penélope y la mujer de Dédalo que se inscribieron en una corta obra de teatro.

Un monólogo final cierra la obra…la locura…aquella posibilidad de ser definitivamente una.

Entonces estas mujeres badanianas pueden decir ya qué significa existir en la confusión y en la urgencia del vivir y se concretarán en y por medio de esta y otras lecturas… ellas, paradas en un “entre” del que fueron pero ya no son.

Aquí, en este espacio escritural, cada enunciado es un diálogo entre la autora y el personaje en donde el lector comprometido, una vez incorporado, reconocerá en la organización de la obra, un orden primordial que conduce el deseo hasta hacerlo estallar en la locura de Última estación y en este estallido vislumbrará el “sagrado significado de lo humano”.

La Quinta Pata

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