domingo, 6 de enero de 2013

La Liga pedirá que se involucre a monseñor Rey

Ramón Ábalo

Cuando se presentó ante el tribunal llamado para testimoniar como ex "semi" capellán del Liceo Militar General Espejo, que se convirtió en campo de concentración de cientos de mendocinos ultrajados por la naciente dictadura genocida cívico-militar, monseñor Rey no pudo recordar nada que dicha tarea le hubiera permitido tener pleno conocimiento de los vejámenes y torturas a que eran sometidos los detenidos.

Después no pudimos menos que escribir, con el título " Síndrome del no me acuerdo", una nota en nuestra Quinta Pata : Al parecer, la memoria es uno de los atributos que determina la calidad humana en cuanto es la capacidad de guardar - o resguardar - en los recovecos de la neuronas lo que no se quiere o no se debe olvidar. O sí. Fue esto último lo que transpiró el monseñor medio capellán, y afirmábamos... en este juego es el olvido la carta de la ignominia. No recordar lo que se hizo contra natura, es decir, contra la vida...Las complicidades que se traman desde los púlpitos con monseñores del discurso abstracto de un dios que, al parecer, se corporiza en el becerro de oro y los oropeles de una liturgia para elegidos. Los arropados con el sayal no son invitados al sacrificio, ni lo serán. Por eso algunos monseñores - casi todos - como el que fuera segundo en la curia mendocina durante la dictadura, monseñor Rey, no pudo aportar absolutamente nada ante el tribunal que pudiera incriminar a los genocidas, porque no recordaba, no sabía....Transpiraba amnesia en su esfuerzo por no recordar, porque de esto se trataba, de un cura que tuvo un alto grado en el arzobispado que le permitía prestar oídos a rumores que, en su caso, no le eran difícil comprobarlos como realidad. En la Argentina prevalece la rémora de un estado emparentado firmemente con los intereses de la curia católica mediante, precisamente, alianzas con los grupos del poder real: la economía concentrada, la especulación financiera, la prepotencia imperialista con las apoyaturas sin retaceos del poder militar y las llamadas fuerzas de seguridad.
▼ Leer todo
Difícilmente monseñor no supiera lo que pasaba en los cuarteles de la calle Boulogne Sur Mer, adonde concurría periódicamente - un par de veces a la semana - como vice capellán, una tarea que le acercaba los diálogos con los militares, especialmente de alto rango. Pero monseñor Rey no recuerda ni siquiera el nombre de algunos de esos militares a los que por tanto tiempo les llevó la bendición y el aliento para que ganaran la salvación. No se le ocurrió preguntar o indagar de alguna forma, lo que a diario decenas de familiares de presos, secuestrados y asesinados concurrían a la sede del obispado - Catamarca y San Juan - que les llevaban a él y a su superior, monseñor Maresma, el obispo, el clamor para que intercedieran ante los poderes militares y que dieran alguna razón de lo que les sucedía a sus familiares. Ya en 1973/74 era claro que el terror que se expandía en la sociedad argentina devenía de los cuarteles, el D2 policíaco, las comisarías. Un terror que obnubilaba las conciencias, paralizaba la acción y las mentes. No se negaba, se sabía y los monseñores más que nadie, sin embargo, el no me acuerdo, no sabía...fue el sonsonete de monseñor Rey durante todas esas horas que estuvo ante el tribunal ¿Síndrome? ¿Cinismo?

Fue en una jornada de diciembre de los juicios que el Tribunal requirió el testimonio de Oscar Guidone, una de las víctimas del Liceo. Y fue terminante cuando recordó un momento de sus padecimientos en aquel campo de concentración, afirmando "...yo lo vi a monseñor Rey cuando observaba a compañeros torturados, como yo, que lo habían sido en ese campo…". Algo parecido dijo el testigo Roberto Vélez. Con todos estos antecedentes tan precisos y contundentes, más lo que los organismos hemos podido acumular desde aquella época en que se solía concurrir para obtener respuestas, casi siempre atendidos por dicho monseñor. En algún momento de dolorosa reflexión, concluimos varios que el segundo de Maresma era el que hacía de "bueno", un clásico en las mazmorras de la dictadura. En este caso, en la sede del arzobispado de Mendoza.

En base a estos elementos testimoniales, y propios, que la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, filial Mendoza, va a solicitar a la fiscalía pública que se la tenga como parte y constituirnos como querellantes, previo también al pedido de que se lo involucre a monseñor Rey, al menos como cómplice.

La Quinta Pata

1 comentario :

Anónimo dijo...

Es imprescindible que se castiguen todos los apoyadores del genocidio. No es posible que se vanaglorie alguien, de haber apoyado una de las más atroces aberraciones que asoló nuestro país

Publicar un comentario