domingo, 17 de febrero de 2013

Andrea Stefanoni: el impacto de lo diferente

Juan. L. Salinas

Andrea Stefanoni es un referente de la cultura actual. Alguna vez pudimos disfrutar de sus entrevistas a Juan José Saer, Fernando Vallejo, Laura Restrepo, Abelardo Castillo y Enrique Vila-Matas, entre tantos otros. Actualmente está al frente de una de las librerías más hermosas del mundo: El Ateneo - Grand Splendid. Y, como si todo esto fuera poco, tiene su propio sello editorial, Factotum, el que, si bien no cuenta con numerosas publicaciones, es elogiado por los más grandes del ambiente editorial.

El último título fue premiado en Francia, y fueron los propios franceses los que eligieron el sello de Stefanoni para publicar la novela ganadora: Los cuerpos del verano, de Martín Felipe Castagnet. (Premio a la joven literatura latinoamericana).
Pero hay más: en 2012 publicó su primera novela, Tiene que ver con la furia (Emecé), escrita a dúo con su compañero y cómplice Luis Mey. Una novela de libreros. Una suite urbana del amor, dice el editor en la contratapa.
Pero Stefanoni no descansa nunca, y ya está llegando al final de su segunda novela: La abuela civil española, en la que narra la vida de su abuela Consuelo, apenas terminada la guerra civil española, y su llegada a Buenos Aires en el año 50, para luego instalarse en una Isla del Tigre.
Conversamos sobre estos temas a lo largo de la entrevista.

- La escritora Sylvia Molloy, en la contratapa de Tiene que ver con la furia, dice: “el que consigue escribir su desencanto, su rabia, pese a las apariencias, siempre sale ganando”. ¿Sentís que saliste ganando?
- Bueno… no es tan sencillo de responder. Creo que hay cosas que se deben escribir, que por alguna razón, son inevitables. Y si lográs escribir eso que considerás inevitable, siempre salís ganando.

- ¿Qué le diría a Mercedes (la inolvidable psicoanalista de Tiene que ver con la furia) si se la cruzara por la calle una tarde cualquiera?
(Risas) No me suelo cruzar en la calle con los personajes de los libros. Y tampoco les hablo.

-Bueno…dicho de otra forma: ¿Qué le diría Sofía (su alter ego) a Mercedes si se la cruzara por la calle?
▼ Leer todo
Sofía no le diría nada. Supongo que se produciría un silencio, como un agujero negro. Supongo que pasaría de largo sin mirarla. A veces, y por suerte, no queda nada por decir. El resto, sus mentiras posteriores, eso que lo hable ella (Mercedes) en terapia, si es que puede. Ojalá que pueda.

- ¿Qué está leyendo en este momento?
En este momento estoy trabajando en mi novela, entonces leo muy poco. La librería absorbe mucho tiempo, tiempo y energía. A veces cuesta llegar a casa y ponerse a escribir después de un día de trabajo. Otras veces también se suman tareas de Factotum, y el tiempo parece no alcanzar nunca. Me gusta mucho leer poesía. Me gusta releer a Leonard Cohen una y otra vez. Anoche empecé y terminé Geología, de Claudia Masin. Los poemas de Claudia son construidos con la delicada paciencia con la que se fabrica un reloj: cada pieza donde corresponde. Son poemas perfectos.
También leí hace unas semanas, y me gustó mucho “hoy el cielo está azul brillante y una luna pálida y pequeña y voy a destruir nuestra relación hoy” , de Tao Lin. (Dakota editorial). Todo eso es el título, sí. Son buenísimos todos sus cuentos.

- ¿De qué trata su nueva novela?
La novela trata de mi abuela. De cómo sobrevive. De cómo pelea contra todo lo que se le cruza en el camino. Llegó de España en el 50, con mi abuelo y mi mamá, con solo seis años de edad, escapando de todo el horror de la posguerra. Trata de cómo llegaron, de su vida en una isla del Tigre, y luego de la mía con ella. De cómo hoy, a sus ochenta y siete años, española, argentina, remadora y viva, sigue dando que hablar.

- ¿Cuál es el objetivo de Factotum?
En las bases de Factotum está el gusto por la literatura de nuestro tiempo, la dinámica de los textos y el impacto de lo diferente. Se lee todo lo que se recibe, pero se publica muy poco de ello: solo se publica lo mejor. Si no nos gusta nada de lo que llega, entonces no se publica nada. Sencillo. Todo se financia con el bolsillo del editor: no se aceptan autores que quieran pagar por sus ediciones. Intentamos armar un catálogo fuerte. Ese es el objetivo.

- ¿Cómo se logra armar un catálogo fuerte con tanta competencia?
La idea es lograr que los autores se potencien entre sí. El ejemplo más claro, como siempre, es Anagrama: Mc Ewan se potencia porque está Lodge. Y así hay cientos de ejemplos. Si bien no se publican siempre primeras novelas, sí se buscan aquellos autores con los textos precisos que, por alguna razón, aún no tienen espacio en editoriales más grandes pero que, leyéndolos, podrían ser los grandes autores de nuestro tiempo.

- Pero…cada vez se publica más. Cada vez hay más para elegir…
Es cierto, se publica mucho más, pero las reglas de llegada a las librerías son las mismas: las grandes casas abarcan casi todo. Las pequeñas casi no llegan. Pero cuando el material es inevitablemente bueno, llega igual. Nuestro trabajo es publicar material de calidad que llegue a las librerías y, sobre todo, hacer que llegue. Abrir espacios. Trabajar en ello. No nos interesa vender por mail. Nos interesa que se comercialice, que esté, siendo literatura, al lado de los títulos de los grupos editoriales. Por eso hacemos ediciones de dos mil ejemplares. Para que sea visible. Para que se llegue a dar una mirada: ahí es donde ganamos. Los libros de Factotum no dejan una hoja de licencia. A la primera, se lee completo.

- ¿La tarea del editor consiste, entonces, en intuir eso que hace que un autor sea un gran autor en el futuro?
Y…sí. Un poco se intuye y otro poco se construye. Ya en nuestro catálogo se perciben esos autores. La editorial cuenta con autores que agotaron ediciones grandes, no pequeñas. Y los libros que se agotan, se reeditan prácticamente de inmediato: el autor de nuestra editorial sabe que cuenta con que su obra seguirá circulando. Todos los libros se vendieron muy bien por el boca a boca, fundamentalmente. Los mayores éxitos son: El Guacho Martín Fierro, de Oscar Fariña, una reescritura tumbera, posmovillera, del clásico, que deslumbró a la crítica por su originalidad y su atrevimiento. Y Las garras del niño inútil, de Luis Mey, con su crudeza y gracia, su crítica a los noventa, que sigue siempre llegando a través del boca a boca y nunca detiene su venta. Todos los títulos participaron, por invitación, a distintas ferias internacionales, entre otras, las de Frankfurt, París y San Pablo. La editorial y los autores trabajan en equipo todo el tiempo: para la corrección, las sugerencias, y luego la promoción.

- ¿Dónde le gustaría vivir si no fuera en Buenos Aires?
Uff. (Risas). En Nueva York, cerca de dos grandes amigos, Selma y Sam.
Me pasa algo en los viajes: cada vez que conozco una ciudad que me gusta, me imagino viviendo allí. Hace más de un año conocí Polonia. Y me imaginé viviendo en una de esas casitas que se veían desde el tren, llegando a Varsovia, con perros, grandes campos sembrados de repollos, y mucha, mucha nieve.

- ¿Cree en Dios?
Casi nunca.

Foto por: Ana Vilar

La Quinta Pata

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